MARTES, 26 DE NOV

Preocupación por el desmonte de un cordón arbolado en General Lagos

La aparición de topadoras en un sector donde el monte nativo hace las veces de barrera verde frente a los agrotóxicos, elevó una alerta entre los moradores de la zona. Ante un cambio climático consolidado, la mano del hombre sigue contribuyendo de sobremanera.

Por Alejandro Maidana

“Tal vez cuando ustedes crezcan, puedan recordar este escrito y así comprender que nosotros los grandes, hicimos muchas cosas mal. No nos imiten, nada es exitoso si en su camino perjudica a otros”, Fabián Tomasi.

El modelo productivo imperante no conoce de límite alguno, tratar de encontrarle algún tipo de arista bondadosa, nos demandaría un trabajo más que estéril. Su avance sostenido ha consolidado no sólo un demoledor saqueo del suelo, un corrimiento feroz de la frontera agropecuaria, envenenamiento a gran escala y proyectos inmobiliarios sin el mínimo reparo en los impactos ambientales.

Historizando sobre la médula extractiva de américa latina, podemos encontrar que la misma siempre estuvo ligada a lo que esta región del planeta podía ofrecer en el intercambio comercial. Pero claro, todo proceso extractivo debe tener como meta una transición que permita la sostenibilidad y el desarrollo con inclusión, algo que supo encaminar Bolivia, mientras que en Argentina la profundización del modelo sigue su destructivo cauce.

Según el Instituto de Tecnología Agropecuaria, una hectárea con bosque chaqueño absorbe en una hora 300 milímetros de agua, mientras que una con pasturas 100 milímetros, y una con soja tan sólo 30 milímetros. En los últimos 30 años, Argentina perdió 8 millones de hectáreas de bosques nativos. La deforestación se concentra en el norte del país. El 80% ocurre en Santiago del Estero, Salta, Chaco y Formosa por el avance de la frontera agropecuaria.

La Ley de Bosques es tan ninguneada como el derecho a gozar de un ambiente sano que contempla el artículo 41 de la Constitución Nacional. Billetera mata derechos, y en ese afán descontrolado por avasallar todo lo que se interpone a su paso, el cambio climático avanza de manera despiadada pese a que algunos “mesías” de cartón lo nieguen argumentando que se trata de un invento del socialismo. Por ello, la lucha y resistencia por los espacios verdes que resisten los embates más inescrupulosos, deben ser acompañados por todos aquellos que pretendan un mañana para sus hijos. No hay más tiempo, es ahora.

Un monte nativo acorralado por el avance inmobiliario 

El pasado miércoles el comienzo de la destrucción de un montecito que se venía formando hace seis años, elevó una alerta entre vecinos y proteccionistas que se vieron sorprendidos ante esta iniciativa. Cabe destacar que esta barrera verde se fue formando gracias a un juicio y posterior amparo impulsado con la intención proteger a los habitantes del lugar del área de producción agropecuaria que utiliza agrotóxicos.

Se trata de un lugar de 250 hectáreas donde comenzó a formarse un monte nativo con árboles de dos o tres metros, entre ellos aguaribay, eucaliptos entre muchas plantas medicinales que se han formado, en definitiva, un pequeño ecosistema de plantas. “Ayer nos encontramos con la novedad de que están pasando con topadoras por un lugar recuperado desde la conciencia ambiental para un proyecto inmobiliario de la empresa Life- EcoTierra. En lo particular, intervine en la situación anteponiéndome entre la topadora y arboleda. En el día de hoy estamos convocándonos junto a vecinos, invitando para que tratemos de evitar ese desastre de un monte que se está formando”, le dijo a Conclusión Mario Caporali.

Bajo los designios históricos de un cambio climático impiadoso, donde las altas temperaturas van a ser acompañadas por una abundante caída de agua en cortos plazos, lo que ocurre en Pueblo Esther no puede pasar desapercibido. “La verdad que ponerse a desmontar nos parece una locura, más cuando el lugar en conflicto tiene una historia de un juicio que se ganó, que se logró obtener un vital cordón y pulmón verde de ecosistema natural nativo. Queremos visibilizar que existe un amparo vigente, por ello avanzar contra este monte nativo para impulsar un emprendimiento inmobiliario es ilegal. Se trata de árboles nativos de dos o tres metros, por ello apelamos a una suerte de ética ciudadana para resistir este tipo de avasallamiento. Si bien entiendo que puede resultar naíf, y que el mundo del negocio inmobiliario está desmontando el mundo entero, debemos hacer algo, resignificar y proteger el monte nativo y todo aquello que nos rodea y cobija”.

Si bien existen leyes vigentes que protegen el ambiente en su conjunto, la agresión constante e inescrupulosa del humano no ha cesado. Cabe destacar que la ley del árbol, ley nacional que data del 2009, tiene su correlato en leyes provinciales que protegen bosques nativos. Es una ley extensa que tiene unas diez páginas, lamentablemente una realidad tiene que ver con las leyes vigentes, y otra muy distinta, con el avance inexorable de los privados que solo buscan generar ganancias monetarias, logrando muchas veces, de manera ilegal, autorizaciones por parte autoridades para realizar emprendimientos que vulneran las leyes.

Entonces, impulsar amparos, llevar adelante desgastantes juicios, es un camino largo y costoso, que no siempre decanta en un fallo favorable. El planeta nos viene alertando hace décadas, lo que sucedió en Cataratas del Iguazú, tiene íntima relación con la deforestación que viene padeciendo el Amazonas, uno de los pulmones del mundo. Parece ser que solo nos queda la protesta y la denuncia pública, ya que el privado y su opulenta billetera, todo lo puede. No hay planeta B.

 

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