Por Alejandro Maidana

“El agua y el aire, los dos fluidos esenciales de los cuales depende toda vida, se han convertido en las latas de basura mundial. (Jacques Yves Cousteau)”

A paso firme e incesante va camino a su destrucción el mundo que tanto despreciamos. Aferrados a costumbres hermanadas con el consumo, la conciencia sobre aquellos que debemos proteger y valorar, se deteriora minuto a minuto.

Este inmenso emporio de banalidades y sueños mercantilizados, ha consolidado una visión de la vida tan descartable como deshumanizada, un camino sin retorno hacia el ocaso de lo esencial y vital.

La contaminación atmosférica es sólo una de las grandes preocupaciones del hombre para la subsistencia futura de su especie. Uno de los grandes agentes contaminantes es el  transporte, si bien el mismo constituye una de las necesidades del hombre para su desarrollo, la quema de combustibles (en especial naftas y gasoil) produce daños irreversibles al ambiente.  Los contaminantes más usuales que emite el tráfico son el monóxido de carbono, los óxidos de nitrógeno, los compuestos orgánicos volátiles y las macro partículas.

El monóxido de carbono es venenoso. A dosis reducidas produce dolores de cabeza, mareos, disminución de la concentración y del rendimiento. Los óxidos de nitrógeno y azufre tienen graves efectos sobre las personas que padecen asma bronquial, cuyos ataques empeoran cuanto mayor es la contaminación, además estas sustancias irritan las vías respiratorias. Algo que parece inmodificable y genera una preocupación manifiesta.

Cuando hablamos de contaminación atmosférica, no podemos dejar afuera a las grandes industrias que generan gran cantidad de gases tóxicos, que dan lugar a las conocidas lluvias ácidas y otras afectaciones que pueden dañar la salud del hombre.

“La contaminación ambiental es el mayor desafío para la salud pública mundial”, relató Maira Neira, directora de Salud Pública y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Lo que más impactó en aquellos que estaban contemplando la videoconferencia, medio que utilizó Neira para la difusión de estos datos escalofriantes, fue lo expresado a continuación: “Lo más dramática es que las cifras se han estabilizado. Que a pesar de los progresos logrados y de los esfuerzos en marcha, todavía la inmensa mayoría de la población mundial, el 92%, respira aire contaminado en unos niveles muy peligrosos para la salud”.

La OMS considera que la contaminación es un factor de riesgo esencial en muchas enfermedades no transmisibles, y está directamente relacionada con un 24% de las defunciones por dolencias cardíacas; un 25% de los decesos por apoplejías; un 43% de los fallecimientos por obstrucción de las vías respiratorias; y un 29% de los óbitos por cáncer de pulmón.

Siete millones de personas, según la Organización Mundial de La Salud, son las que mueren anualmente por causas relacionadas con la contaminación interna y externa. La contaminación interior se debe esencialmente al uso de combustibles insanos para cocinar, iluminar y calentar.

“Es por ello que gran parte de la contaminación la padecen mujeres y niños”, relató Heather Adair-Rohani , técnica de la OMS.

Los países de medianos y bajos ingresos son los más afectados por esta problemática, Asia, África y Oriente Medio  suelen acaparar la atención mayúscula, si bien la polución también golpea a países ricos.

La diferencia es que estos últimos han volcado políticas de estado para solucionarlos. Claramente esto es algo que invita a luchar en su conjunto tanto al poder político, como a los ciudadanos, la única salida es la consciencia, debemos tener en claro que el planeta somos todos, y nuestra salud está ligado al mismo.