MIéRCOLES, 27 DE NOV

Murió Mercedes Meroño, vicepresidenta de Madres de Plaza de Mayo 

La vicepresidenta de Asociación Madres de Plaza de Mayo había nacido en Argentina en 1925 pero emigró a España en 1931, con su padre, su madre y su hermano: su padre, José María Colás, era albañil y anarquista. Falleció en su casa del barrio porteño de Villa Devoto.

Foto Twitter @jusgobar

 

La vicepresidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Mercedes Colás de Meroño, a quien sus compañeras llamaban «Porota», murió este miércoles a los 95 años en su casa particular en el barrio porteño de Villa Devoto.

Su única hija, Alicia Meroño, había sido secuestrada y desaparecida por la dictadura el 5 de enero de 1978 en una vivienda de la calle Benito Juárez, también de Devoto, cuando tenía 31 años.

Cuando hablaba de su hija, «Porota» solía decir que la había llamado Alicia porque ese nombre, al pronunciarlo, obligaba a sonreír: «Mirá, probá, A-li-cia», contó más de una vez en un reportaje.

«Con tristeza recibimos la noticia del fallecimiento de Mercedes Colás de Meroño. ‘Porota’ solía decir que aprendió a luchar por el ejemplo de Alicia, su hija secuestrada y desaparecida por la dictadura en 1978. Abrazamos a su familia, a Hebe de Bonafini y a cada una de las Madres», expresó el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, desde su cuenta de Twitter.

La vicepresidenta de Asociación Madres de Plaza de Mayo había nacido en Argentina en 1925 pero emigró a España en 1931, con su padre, su madre y su hermano: su padre, José María Colás, era albañil y anarquista.

Durante la Guerra Civil española, José fue fusilado por grupos fascistas en el pueblo de Tudela, Navarra.

Después del fusilamiento, Colás de Meroño, por entonces una niña de 11 años, fue rapada a la fuerza en escarmiento por ser la hija de un «fusilado por rojo».

«Lo fusilaron un jueves a las tres y media de la tarde», relataría ella muchos años después, ya convertida en una Madre de Plaza de Mayo.

Tras el asesinato de su padre, «Porota» regresó a la Argentina junto a su madre y su hermano, y años después, a sus 14, se puso de novia con Francisco Meroño, trabajador textil en la empresa Grafa, con quien luego se casaría y tendría una hija: Alicia.

Como vicepresidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo mantuvo reuniones, junto a sus compañeras, con líderes mundiales como Fidel Castro, Yaser Arafat, el subcomandante Marcos en plena selva de Chiapas, Luiz Inácio Lula Da Silva, Evo Morales, Rafael Correa y Hugo Chávez, entre muchos otros.

«Porota» solía definirse como anarquista, ideario que casi sin darse cuenta asimiló de su padre.

Una vez contó que la primera vez que fue a la Plaza de Mayo, para sumarse a las protestas de las mujeres que reclamaban por la aparición de sus hijos, compró «un pañuelo de los que se usan para bailar», se lo puso en la cabeza y se sentó en un banco.

Entonces, relató, se acercó una mujer que participaba de la manifestación y le preguntó: «¿A vos quién te falta?».

«Yo lloraba y le contesté ‘mi hija'» y ella me dijo ‘acá no se viene a llorar, se viene a luchar, así que levántate y vamos'», recordó «Porota».

«Nunca más la vi ni supe quién era», reveló sobre aquella mujer que la arengó a sumarse a la lucha colectiva de las Madres.

Tras enterarse del fallecimiento, la presidenta de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, reveló que su compañera había sufrido una fractura de cadera «de la que no se recompuso más».

«Se fue despacito, lentamente, sin darse cuenta. Estaba en la cama y de repente se cortó», relató.

Porota, para Bonafini, era «una de las Madres que había pasado dos veces por la tortura y el horror: estuvo en la Guerra Civil española, donde fue fusilado su padre por ser antifranquista y revolucionario», recordó.

«Y a ella le cortaron el pelo a cero, la pelaron, para que todo el pueblo supiera que su padre había sido fusilado», agregó.

Y reseñó que la referente «siempre contaba eso, y siempre hablaba de su Lodosa (la localidad española en la que había vivido durante su infancia, en Navarra). Luego viene acá y cuando estaba bien, feliz, casada con su hija y sus nietos, le secuestran a su hija: y entonces España se le vino de vuelta a la cabeza», repasó Bonafini en su despedida.

Y finalmente añadió: «Así somos las Madres, estamos lo más enteras que podemos, cada vez que se va alguna se nos va un pedazo de nosotras mismas: pero sabemos el compromiso que tenemos con nuestros hijos y debemos seguir».

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