VIERNES, 29 DE NOV

Murieron más de 3.500 ovejas por un brusco cambio climático

El ministerio de Producción de la provincia convocará a la Comisión Provincial de Emergencia Agropecuaria para avanzar en la disposición de medidas para atender las pérdidas que sufrieron los productores.

Unas 3.500 ovejas murieron en campos del departamento correntino de Curuzú Cuatiá tras un brusco cambio en las condiciones climáticas después de haber sido esquiladas.

El ministerio de Producción de la provincia convocará a la Comisión Provincial de Emergencia Agropecuaria para avanzar en la disposición de medidas para atender las pérdidas que sufrieron los productores.

Voceros del gobierno del radical Gustavo Valdés dijeron a la prensa local que establecieron contactos con la administración nacional de Mauricio Macri para viabilizar mecanismos de ayuda a los productores a través de la Ley Ovina.

El secretario de Ganadería y Agricultura, Manuel García Olano, dijo al diario El Litoral que «el fin de semana, con el brusco cambio climático murieron unas 3.500 ovejas», según el relevamiento realizado por la gestión provincial, pero podrían ser más.

El funcionario precisó que la dramática situación se registró en tres establecimientos, de medianos y grandes productores ubicados en el departamento de Curuzú Cuatiá, unos 320 kilómetros al sureste de la capital provincial.

García Olano dijo que entre miércoles y viernes de la semana pasada los productores procedieron a esquilar los lanares mientras la temperatura promediaba los 37 grados, pero horas después -el fin de semana- el tiempo cambió abruptamente y eso impactó en la salud de las ovejas.

«El clima cambió, refrescó y llovió en la zona, y esto provocó la muerte de estos animales que son sensibles a estas modificaciones meteorológicas», señaló el funcionario en declaraciones al matutino correntino.

Según añadió, la situación de «gravísima» porque si bien sólo fueron afectadas tres explotaciones, «es una mortandad masiva».

Con respecto al nivel de los daños, comentó que además de la cantidad de lanares muertos, ocurrió en cabañas muy tradicionales de Curuzú Cuatiá, con muchos años de inversión en genética de los animales, de una muy alta calidad y valor.

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