Un grupo de mujeres inmigrantes se manifestaron en la oficina administrativa de la Mutual 2 de octubre, ubicada en Pellegrini 1330. Las trabajadoras se agruparon y expresaron de manera pacífica denuncias ligadas a vulneración de derechos laborales, racismo y discriminación.

Más de diez mujeres visibilizaron que fueron vulneradas y discriminadas en el Geriátrico La Casona I y Casona II. “Exigimos derechos humanos y laborales de las mujeres migrantes que están actualmente trabajando” destacó en diálogo con Conclusión Andrea Glinares.

Según los testimonios, en dicho lugar contratan mujeres inmigrantes para trabajar por determinado tiempo y luego las despiden. «Las echan sin darle la indemnización correspondiente, y como si eso fuera poco en el tiempo que trabajaron sufrieron discriminación, maltratos y humillaciones xenófobas».

Varias son las mujeres que se encuentran en esta lamentable y repudiable situación. «Son todas inmigrantes, destacando que en el mismo lugar cuando contratan a mujeres argentinas, sí son indemnizadas como indica la ley. Por ello exigimos derechos humanos, y les pedimos a los ediles, entidades públicas y fundaciones humanitarias que hagan algo al respecto».

Las mujeres contratadas realizaban múltiples funciones dentro del establecimiento, «las contratadas podían desempeñarse como cuidadoras, enfermeras o mucamas. Lamentablemente tenemos que hablar de atropellos y esclavitud ya que pretenden tener empleadas gratis», enfatizó.

Antes de ser despedidas las trabajadoras fueron agredidas con comentarios referentes a sus orígenes y nacionalidad. «Además del racismo fueron amenazadas con que si protestaban o reclamaban iban a despedir al resto de las compañeras. Lamentablemente ser inmigrante te lleva a tener una necesidad, nosotras estamos solas en un país en donde debemos empezar de cero. Y ante esa situación pretenden que soportemos cualquier tipo de atropello».

Una mujer se atrevió a denunciar estos abusos y día a día se van sumando nuevos casos. «Estamos hablando de que se lleva adelante un patrón que consta de aprovecharse de mujeres migrantes en estado de vulnerabilidad».

Si bien las trabajadoras pretenden una respuesta por parte de las autoridades responsables, la misma no llega. «Son completamente irresponsables ante sus obligaciones, hemos venido en dos oportunidades, hemos llamado, pero simplemente nos dicen que estas chicas no han trabajado allí y que no las conocen. Sin dudas que buscan cansar a las mujeres, que se den por vencidas y abandonen la lucha porque si o sí deben seguir trabajando».

Para finalizar, Andrea Glinares realizó una profunda reflexión: «Esto no es solo por plata, son nuestros derechos los que están en juego. El dueño de ambos geriátricos tiene que dar la cara y responder por estas mujeres que él mismo contrató. Los derechos humanos no tienen pasaporte, y Argentina es un país que ha abierto las puertas y el corazón a todas y todos los inmigrantes».