Por Hermes Lavallén
La longevidad humana aumentó drásticamente durante el último siglo cuando la implementación de vacunas, desinfectantes y antibióticos condujo a una reducción sustancial de las enfermedades infecciosas como la principal causa de muerte. La disminución de la mortalidad entre los ancianos ha continuado durante las últimas décadas. Lo más probable es que se deba a factores preventivos, como la mejora de las dietas, así como el ejercicio y la reducción del tabaquismo.
Si las tendencias demográficas actuales continúan, entonces el 20% de la población mundial de 9 mil millones tendrá más de 60 años en 2050. Como consecuencia, la mayoría de las naciones modernas están experimentando un rápido envejecimiento de la población. Aunque la esperanza de vida ha aumentado de forma espectacular en las generaciones modernas, este proceso, sin embargo, no ha ido acompañado de un aumento equivalente en la esperanza de vida saludable. Dado que el envejecimiento es un factor de riesgo principal en la mayoría de los trastornos crónicos, la prevalencia de los trastornos asociados a la edad, como la diabetes tipo 2, las enfermedades neurodegenerativas, las enfermedades cardiovasculares, la osteoporosis y el cáncer, aumenta considerablemente con el aumento de la edad promedio en las poblaciones de los países desarrollados, lo que representa un gran desafío socioeconómico.
Extensión de la vida humana: preocupaciones y consideraciones
Las investigaciones dirigidas a la extensión de la vida humana han planteado tradicionalmente la preocupación de que pueda conducir al crecimiento del segmento de la población de edad avanzada y, en consecuencia, a la alta prevalencia de patologías crónicas asociadas al envejecimiento. Sin embargo, numerosos estudios experimentales han demostrado que la prolongación de la vida suele ir acompañada de una morbilidad retardada o reducida, incluidas las enfermedades cardiovasculares, la neurodegeneración y los tumores. También existe una creciente evidencia de estudios epidemiológicos, que es consistente con los hallazgos de modelos animales. Por ejemplo, los centenarios, en particular los que viven en las llamadas ‘Zonas Azules’ (cinco regiones de Europa, América Latina, Asia y los EE. UU. Con concentraciones inusualmente altas de centenarios), no solo exhiben una longevidad excepcional, sino también a menudo permanecen libres de discapacidad y enfermedades crónicas hasta una edad muy avanzada.
La compresión de la morbilidad ha sido la principal estrategia de la gerontología y la investigación geriátrica durante las últimas décadas. Esta estrategia afirma que podemos limitar la morbilidad a un período más corto más cercano al final natural de la vida, reduciendo así la carga de enfermedad y discapacidad al retrasar la edad de inicio de los principales trastornos crónicos asociados con la edad.
En resumen, se puede suponer que enfocarse en el envejecimiento, puede ser un enfoque más eficaz para posponer o prevenir los trastornos relacionados con la edad que los tratamientos dirigidos a afecciones patológicas específicas. Debido al envejecimiento de la población, esta estrategia terapéutica es sin duda un área de creciente relevancia para la industria farmacéutica y las organizaciones de salud pública.
En la farmacia moderna, el antienvejecimiento es probablemente uno de los mercados más prospectivos porque el grupo objetivo puede incluir potencialmente a cada persona. Varios suplementos, como el resveratrol, se anuncian en el mercado farmacéutico como “píldoras antienvejecimiento”. Muy prometedor en este sentido es la rapamicina (también conocida como sirolimus), que está aprobada por la FDA como antibiótico e inmunosupresor. La investigación de mercado actual demuestra que la mayoría de las personas están dispuestas a pagar por una terapia farmacológica a largo plazo para prevenir o retrasar el deterioro de las funciones físicas y mentales relacionado con el envejecimiento. Estudios sociológicos recientes muestran un gran deseo de prolongar la vida y la salud.
Los medicamentos que intentan tratar las dolencias dirigiéndose a un proceso de envejecimiento natural en el cuerpo se han mostrado prometedores.
Estos medicamentos no le permitirán vivir más tiempo (todavía), pero tienen como objetivo tratar dolencias específicas al desacelerar o revertir un proceso fundamental de envejecimiento.
La primera ola de una nueva clase de medicamentos contra el envejecimiento se ha comenzado a ensayar en humanos. Los medicamentos se llaman senolíticos: funcionan eliminando ciertas células que se acumulan a medida que envejecemos. Conocidas como células «senescentes», pueden crear una inflamación de bajo nivel que suprime los mecanismos normales de reparación celular y crea un ambiente tóxico para las células vecinas.
Los senolíticos se encuentran ahora en pruebas en humanos, junto con una serie de otros enfoques prometedores dirigidos a los procesos biológicos que se encuentran en la raíz del envejecimiento y diversas enfermedades.
Una empresa llamada Alkahest inyecta a los pacientes componentes que se encuentran en la sangre de los jóvenes y dice que espera detener el deterioro cognitivo y funcional en pacientes que padecen la enfermedad de Alzheimer de leve a moderada. La compañía también tiene medicamentos para el Parkinson y la demencia en pruebas en humanos.
Los investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Drexel incluso intentaron ver si una crema que incluía el fármaco inmunosupresor rapamicina podría retrasar el envejecimiento de la piel humana.
Las pruebas reflejan los esfuerzos cada vez mayores de los investigadores para saber si las muchas enfermedades asociadas con el envejecimiento, como las enfermedades cardíacas, la artritis, el cáncer y la demencia, pueden “hackearse” para retrasar su aparición.
Cómo Retrasar el Envejecimiento o Revertirlo
La molécula que puede frenar el envejecimiento de las células
DOCUMENTAL: PORQUE ENVEJECEMOS
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