Por Alejandro Maidana

Este conflicto de medio oriente consolidado hace décadas, suele recrudecerse de manera cíclica. Atravesado por profundos intereses tanto religiosos como imperialistas, ambas culturas suelen despertarse del letargo a la primera provocación.

Suele ser muy espinoso el debate, y una utopía consolidada el poder escaparle al prejuicio del antisemitismo. Un colega muy respetado de la comunidad judía como lo es Pedro Brieger, sostiene con claridad lo siguiente:

“En el Estado de Israel siempre se ha utilizado el argumento del antisemitismo y del judío como “víctima eterna” para acallar las críticas que existen por sus acciones contra los palestinos. El primer ministro Menajem Begin llegó incluso a invocar los campos de exterminio de Auschwitz para justificar la invasión al Líbano en 1982. Acusar de antisemita a cualquiera que critique la política israelí representa un chantaje intelectual y emocional que en el mundo occidental funciona por la culpa colectiva del holocausto judío durante la Segunda Guerra Mundial”, contundente y esclarecedor.

Las últimas y altisonantes declaraciones del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, encendieron la mecha que parece no haberse apagado nunca en ese lugar del planeta. Con su estilo irreverente sostuvo: «Jerusalén es la capital de Israel. Eso es nada más, y nada menos, que el reconocimiento de una realidad. También es lo correcto. Y algo que tiene que hacerse». Una afirmación que generó un cimbronazo de alta magnitud en la población palestina.

Ningún asunto en Medio Oriente ha sido tan contencioso como el estatus de Jerusalén, una ciudad que tanto israelíes como palestinos reclaman como su capital. En 1980, el Estado de Israel declaró a la ciudad como su capital. Y los palestinos designaron a Jerusalén del Este como la sede de su Estado. Aunque ninguna potencia reconoce ninguno de estos reclamos, aquí está la raíz de las crecientes tensiones entre israelíes y palestinos.

Mariano Soria es docente de historia, se especializó en este conflicto por considerarlo de vital importancia para poder comprender el contexto que se cierne a nivel mundial.

“El gobierno de Trump desde que asumió viene representando a la voz del sector más recalcitrante de derecha de los Estados Unidos, por ende más ligado a Israel. En esto claramente hay algunos tintes en el aspecto de la política muy ligados a la industria armamenticia”, de esta manera iniciaría su charla con Conclusión Soria.

Sobre el papel que jugó la figura de Obama en torno a esto, sostuvo: “El ex presidente supo interpretar las debilidades del imperialismo americano, por eso el retiro de tropas de Irak, una clara derrota en torno al no cumplimiento de los objetivos políticos. A esto habría que sumarle un acercamiento con Irán pura y exclusivamente por cuestiones de negocios, sumado a algunos acuerdos con Palestina, el distanciamiento con Israel era casi un hecho”.

“Por eso mismo el gobierno de Donald Trump viene a cuestionar los acuerdos con Irán por un lado, alrededor de esto ya generó un roce con Europa. Al terminar con los acuerdos con Palestina le dio un guiño definitivo a Benjamín Netanyahu”, indicó el analista.

El retiro de la embajada de los Estados Unidos, una amenaza que finalmente se cumplió, “históricamente este ha sido la amenaza de los distintos gobiernos hacia los palestinos debido a la intransigencia que habían sufrido las negociaciones, por ejemplo el derecho al retorno de los refugiados, algo a lo que Israel se niega”, dijo.

“Trump fue el primero en cumplir y generar un descalabro mayúsculo, considerando a Jerusalén como capital única e indivisible de Israel. Esto en el terreno de las discusiones ya existe, tenemos a Jerusalén oriental que está toda rodeada por colonos israelíes, si bien dentro de la misma existe una importante población palestina. Esta es la situación hoy, aun persiste la posibilidad de un nuevo levantamiento masivo ya que las negociaciones no van hacia ningún lado”.

La amenaza de boicot a productos palestinos es uno de los puntos extorsivos para evitar todo derecho a protesta. “El ministro Avigdor Lieberman fue concreto a la hora de brindar su opinión sobre las revueltas del pueblo palestino ante la ofensa de Trump, llamó a la población israelí a no comprar productos del país hermano. Lamentablemente este tipo de decisiones los pone en el mismo lugar que los nazis, ya que llevaban adelante la misma política cuando llamaban al boicot de productos judíos en Alemania”, afirmó el docente.

“Palestina sufre un permanente apartheid y ocupación, para seguir llevando adelante la limpieza étnica que ya lleva 70 años. Entonces lo de Donald Trump es una nueva vuelta de tuerca en esta política. No debemos dejar de lado el conflicto de Yemen entre Arabia Saudita e Irán, algo que podría desencadenar una álgida guerra civil dentro de las tierras del primero. Allí una rebelión de un sector de la población chiita, disminuida históricamente apoya en armas a Irán. A todo esto, y con este escenario, Estados Unidos viene a apagar el incendio con nafta”, concluyó.