Por Graciana Petrone

Tras la visita a la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) por parte del administrador de la NASA, Bill Nelson, Conclusión dialogó con Marcelo Colazo, gerente de Vinculación Tecnológica del organismo argentino. El astrónomo, investigador y doctor egresado de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), explicó cómo funcionan los sistemas satelitales en el país y se explayó sobre la importancia del trabajo que se realiza en la Argentina en materia aeroespacial desde hace más de treinta años.

—¿Cuál fue la importancia de la visita de Bill Nelson a la CONAE?   

—Realmente ha sido una muy buena visita para la CONAE. Esto se da en un marco de cooperación que tenemos con la NASA desde hace más de treinta años con los primeros acuerdos firmados, y que fueron los que dieron lugar a las primeras misiones satelitales que se hicieron en cooperación con la NASA que culminó con el lanzamiento del SAC-D/Aquarius, que era el que llevaba el instrumento “acuarius” que medía la salinidad del mar, un instrumento de más de 100 millones de dólares, que la Nasa confió a poner una plataforma argentina. En este viaje también se destaca la firma de los acuerdos Artemisa por parte de la Argentina. Si bien es un marco jurídico, ya que no es un acuerdo específico de cooperación, tiene directrices y buenas prácticas para pensar en la exploración de la Luna, Marte y otros cuerpos celestes.

—Volver a la Luna y llegar a Marte está cada vez más cerca…

—Va a ser inminente la vuelta humana a la Luna y, además, para establecerse. La idea es tener una base permanente en donde se puedan realizar actividades que permitan ganar experiencia y tener capacidades para ir a Marte.

—Nelson habló de la posibilidad de que se capacite un astronauta argentino en la NASA, ¿eso es posible?

—Totalmente. Para nosotros fue una muestra de lo que puede llegar a ser la cooperación. De cómo se abren las posibilidades. Nosotros hemos estado enfocados en la observación de la Tierra, principalmente, pero esto de los acuerdos de Artemisa, más la posibilidad de un astronauta formado en la NASA con la posibilidad de ir a la estación Espacial Internacional, me parece una muy buena oportunidad y motiva mucho a desarrollarnos. No sólo a nosotros, sino también a la gente hacia los temas de exploración. Ha generado mucha curiosidad y motivación.

—¿Cuál es la importancia de las misiones espaciales, en términos de que pueda comprenderlo alguien que desconoce por completo el tema?

—La CONAE tiene el objetivo de llevar adelante el Plan Nacional Espacial con varias líneas de acción que encierran un círculo de generación de información espacial. Nosotros tenemos la capacidad de diseñar nuestras misiones satelitales y de construirlas; tenemos estaciones terrenas para recibir esos datos y procesarlos, tenemos gente capaz de desarrollar aplicaciones, tenemos institutos para formar expertos para interpretar y usar estos datos y nos falta, para poder cerrar el círculo, la capacidad para poner nuestros satélites en órbita.

—Se probaron hace unos días los motores del Tronador II, ¿cuál es su balance de esa prueba?

—Hoy se ha dado un paso muy importante con la prueba de los motores, con lo que será la segunda etapa del cohete final y que será el motor que se va a usar en los primeros prototipos, ya que el proceso para llegar hasta el cohete que va a poner en órbita un satélite de hasta 750 kilos en órbita polar, lleva varios pasos que se van a ir llevando. El primero va a ser un cohete más chico que no va a tener un satélite para poner en órbita, sino que va a ser alguna carga experimental. Por eso hemos dado un paso muy importante en esa dirección.

—Satélites, datos y aplicaciones, ¿qué tipo de datos recaban?

—Cuando uno diseña una misión tiene un objetivo científico, el cual después pone las especificaciones técnicas que tienen que tener los instrumentos. En el caso de las misiones que tenemos hoy en órbita SAOCOM 1A y 1B, son satélites son de radar de banda L. El radar, en vez que utilizar la luz del sol que se refleja en la superficie y eso da sobre el sensor, es activo. Tiene pulso hacia la tierra, ese pulso rebota y lo que hace el satélite, con una antena enorme, es recoger esos rebotes. Con eso haciendo todo un procesamiento, se forma una imagen. En el caso particular de SAOCOM tiene muchas ventajas, al ser un radar activo puede trabajar de noche o de día, puede atravesar las nubes, lo que para casos de emergencias es muy útil tener un radar. Además, la frecuencia con la que trabaja la banda L permite penetrar un poco el suelo y con eso, utilizando algoritmos, determinar la humedad del suelo que es uno de los datos principales que son la razón de ser del SAOCOM. En nuestro caso, obtenemos imágenes de radar en distintos planos de polarización, y además nos permite generar productos como la humedad del suelo.

—¿Puede usarse en un escenario de crisis hídrica o de problemas medioambientales?

—Totalmente. Hay muchos productos desarrollados en temas de hidrología y agricultura. También el radar permite trabajar con técnicas de interferencia con lo cual permite hacer modelos de evaluación del terreno.

Saviamar

Otro muy diferente va a ser el Saviamar, que es la próxima misión, que es un sensor pasivo, multifrecuencia óptico infrarrojo, que va a dedicarse al estudio de los mares y las costas. Teniendo muchas aplicaciones, eso va a ser muy ventajoso en el tema del cambio climático.

—Todo lo que refiere parecía estar muy lejos años atrás, ¿Está Argentina cada vez más avanzada en el tema?

—Totalmente. Tenemos una historia de mucho más de treinta años en el área espacial, porque todo lo que son las actividades espaciales en la Argentina comienzan en la década del 50 y del 60 con las actividades que tenía la Fuerza Aérea en ese momento, que era el área que llevaba adelante las actividades espaciales. Tenemos una larga historia y, en los últimos treinta años, con la creación de la CONAE se ha fortalecido el desarrollo de misiones satelitales. También la creación de productos de observación de la tierra, el tener nuestros propios satélites que generan información.

—¿Y en cuánto a la cooperación y la complementación?

—Nuestro plan espacial tenía varios ejes, uno era observar la tierra, el desarrollo tecnológico. No era la idea comprar un satélite, sino desarrollarlo nosotros y, el otro eje u objetivo, es hacerlo en cooperación tanto a nivel nacional como internacional. La CONAE es una agencia chica, pero nos nutrimos de todo lo que es el espectro científico-tecnológico del país. Todos los organismos colaboran en la ejecución del Plan Nacional Espacial, y de la misma manera, con las otras agencias internacionales como la NASA, China, Italia o Brasil, entre otras. Colaboramos y tenemos proyectos de largo tiempo.

—Como astrónomo, ¿cuál es su mensaje para para quienes quieran incursionar en la materia, pero lo ven inalcanzable?

—Creo que hoy es una gran oportunidad para la juventud de ser parte de ser parte de este proyecto nacional. Quizá cuando yo era chico era más difícil. Uno se metía en su carrera y tenía ya un camino que era recibirse, hacer el doctorado, entrar al Conicet. Había un camino que ya estaba marcado en la carrera de investigador. Hoy hay otras opciones que se abren como lo es poder trabajar en la Comisión Nacional de Energía Atómica. Creo que es una muy buena oportunidad y tenemos una gran capacidad en el país para estas cosas. Invito a que busquen en la página de la CONAE, que vean lo que hacemos, las posibilidades de poder encontrar información y de aprender, ya que tenemos también un área de formación para educación superior como maestrías o doctorados, pero también tenemos cursos para toda la población y un programa para las escuelas. Hay mucha información y vivimos en una época en la que todo está al alcance de las manos a través de las pantallas.

—¿Qué otros proyectos se realizan en materia astronómica en particular?

—Otro tema que trabajamos, que tiene mucho interés para mí como astrónomo, es que a través de los convenios internacionales, tenemos acuerdos con China y con la Agencia Espacial Europea y mediante los cuales se instalaron estaciones de espacio profundo con las que se manejan las misiones interplanetarias y los observatorios que están en ciertos puntos especiales en órbita a un millón y medio de kilómetros de la Tierra. El hecho de que esas estaciones estén instaladas en Argentina nos permite utilizar el diez por ciento de ese tiempo, que lo estamos usando para hacer radioastronomía, porque esa antena que se usa para comunicaciones, también son radiotelescopios, entonces podemos estudiar el universo usando la frecuencia de comunicación de las estaciones. Realmente es un tema que particularmente me interesa. Tenemos en la página un llamado de oportunidades abiertas a cualquier científico del país que quiera usar tiempo de esas estaciones, para que puedan presentar su proyecto.

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