Una ceremonia tradicional que mezcla el rito pagano con la fe religiosa se inició hoy en Jujuy con el Día de Todos los Santos y continuará hasta mañana con el día de las almas o fieles difuntos, fecha en la que el gobierno provincial decretó asueto administrativo y escolar, ya que el culto a los muertos está muy enraizado en la comunidad.

Según el calendario religioso, cada año los jujeños rinden honores al santo correspondiente a su onomástico, con oraciones, recogimiento y fe y recuerdan a los difuntos con ofrendas preparadas por las propias familias en muchos casos, en la que no faltan comidas y bebidas regionales que colocan en un altar improvisado en algún lugar de la vivienda.

La creencia popular dice que a la noche, entre el día de los Santos y el de los Muertos, las almas de los difuntos vuelven cada año a visitar las casas donde vivieron para saber lo acontecido durante su ausencia, por lo que sus familiares se preparan para recibirlas.

Todo comienza con varios días antes con la elaboración de chicha de maíz y de maní, ya que es un brebaje que necesita fermentar antes de ser llevado al altar, en el que también se colocan recipientes con comidas y otras bebidas que le gustaban al difunto.
Para la ocasión abundan las ofrendas de masa de pan, que pueden ser dulces o saladas e imitan a las más variadas figuras (palomas, cruces, coronas, escaleras y animales), además de confituras y postres regionales.

santos y difuntos

La mesa se cubre de flores el día de los santos, cuando se colocan las ofrendas, mientras los familiares y amigos del fallecido rezan hasta la medianoche, hora en que los alrededores del altar quedan vacíos hasta las primeras luces del alba, para no espantar la visita de su alma.
Al día siguiente continúan las oraciones y los rezos hasta las 12, momento en que un padrino o madrina de ceremonia eleva sus plegarias implorando el eterno descanso del alma del difunto.

Al concluir la ceremonia los participantes comen picantes de pollo y de lengua, asado, empanadas al horno de barro, tamales y comienza la música para despedir el alma hasta el año próximo.
Después de levantar las ofrendas del altar los jujeños se dirigen al cementerio, para colocar las flores en las tumbas de sus muertos y continuar sus rezos