Se hicieron las 18 horas en el hogar «El Encuentro» de San Lorenzo y de a poco las madres fueron llegando con sus hijos para ser medidos y pesados. Con documento en mano, los niños, niñas y algunos bebés fueron registrados con nombre y apellido, edad, peso y talla.

Mientras tanto, otros tantos chicos disfrutan de una merienda con tortas y algunas golosinas para mimarlos, luego de que hayan caminado más de 15 cuadras para poder llegar. En el hogar todo es atención y afecto, pero la realidad atrás de cada uno de esos chicos y de las personas que colaboran para que no les falte la «copa de leche» merece varios párrafos aparte.

De acuerdo a un estudio realizado sobre niños, niñas y adolescentes que concurren habitualmente a los comedores y merenderos de la organización social Barrios de Pie un alto porcentaje de esos chicos tienen problemas de nutrición.

«La desocupación hoy es mayor que el 2001, no hay changas, lo notamos en los niños y también en los abuelos»

La medida de talla y peso se hace dos veces al año por el equipo de Salud de la Organización Barrios De Pie. Las y los colaboradoras se capacitan para luego poder tallar, medir y hacer la carga que luego, es enviada a Buenos Aires donde un equipo de sociólogos analizan los datos y obtienen los porcentajes.

Este año, según informó la Coordinadora Provincial Carina Benegas Kuri, en diálogo con Conclusión, de los 1.800 niños y niñas de entre 0 y 9 años que se pesaron y midieron en Rosario, el 42% dio como resultado desnutrición, malnutrición y obesidad y aseguran que el porcentaje «viene en aumento». «Ya tenemos tallados 2.500 chicos, muchos más que el primer trimestre y ya nos damos cuenta que el peso no es normal«, remarcó Carina.

La familia de la Copa de Leche «El Encuentro» 

El comedor tiene solo ocho meses y funciona martes jueves y sábados. Allí los chicos con su papá se sienten contenidos, encuentran un hogar, y es que así lo es.

Luján y Hugo son los dueños de esa casa donde reciben a una gran cantidad de chicos y los fines de semana se cocina para otros tantos.

«Queríamos ayudar, pero no teníamos los medios. Esto nos llenó la vida, amamos a los chicos y poder ayudar a la gente. No tenemos mucho, pero el amor que tenemos hacia ellos es muy grande y eso nos sacó adelante y nos ayudó a curarnos», expresó Luján en sintonía con Hugo, que es el encargado de que nada falte.

«Es un trabajo que se fue haciendo de a poco, nosotros no conocíamos a los chicos y ellos nos dan todo. Queremos abrir otra copa de leche, vamos aprendiendo todos los días», agregó.