Por: Marcelo Chibotta

Celia Edilma Machado, más conocida como Edy, es bioquímica graduada en la UNR y doctora en Didáctica de las Ciencias. Además, cuenta con una Especialidad en Enfoque CTS para la Enseñanza de las Ciencias de la Organización de Estados Interamericanos, más de veinte cursos de posgrado, diez libros publicados y cursos dados en Argentina y en el exterior.

En una entrevista concedida a Conclusión, la catedrática abordó temas relacionados a su especialidad desde una mirada novedosa, fuera de los rígidos conceptos que se generan desde la percepción general que se tiene del mundo científico.

Consultada sobre qué es la Didáctica de las Ciencias, Machado respondió con seguridad: “Es una ciencia pura y blanda porque tiene un componente social filosófico, que para clasificarlo de alguna manera sería lo más blando del conocimiento, y es pura porque tiene todos los componentes de su desarrollo”.

Más adelante ejemplifica al afirmar que “por ejemplo trabajar con aspectos de la cultura popular o saberes regionales puede encontrar una explicación científica visto desde el punto de vista puro de la ciencia”.

“Hay otros saberes a los que llamamos la ‘ignorancia científica’ que son saberes populares que no admiten aún una explicación científica. Como ejemplo de ello podemos decir que es el componer una sinfonía, cuál es la idea del amor o curar el empacho”, agregó.

Mientras avanza en la descripción de su especialidad, parece estar alejándose cada vez más de la misma ciencia que cita, pero con su explicación sobre el empacho ordena la confusión de quien realiza esta entrevista: “Por ejemplo, una forma de curar el empacho es lo que comúnmente se conoce como ‘tirar el cuerito’.  Eso se corresponde con explicaciones científicas que avalan esa práctica popular ya que la medicina da cuentas de las inervaciones nerviosas en la zona lumbar que están relacionadas con la motilidad intestinal”.

“Es decir que allí estamos en presencia de algo que forma parte de la cultura y de los saberes populares, que no podemos negar, y de lo que ofrece la ciencia, es decir, conocimientos validados que siempre decimos son provisorios porque luego son ampliados o refutados”, aclara.

-¿Pero hay conocimientos científicos que no son provisorios?

-Sí. Por ejemplo hay evidencias empíricas que constituyen las leyes, como la de la gravedad. Ahí estamos en presencia de un conocimiento científico que no es provisorio.

-¿Podemos decir entonces que el conocimiento científico forma parte tanto el tránsito como de la confirmación del mismo?

-La ciencia es tanto el proceso como el producto. Ambas instancias son parte del conocimiento.

¿Pero qué pasa entonces con la aseveración que anula cualquier tipo de debate cuando aquello que dice la ciencia se presenta como una verdad incontrastable?

-Esa es una deformación que tiene más que ver con la percepción social de la ciencia que con la ciencia misma. Esa imagen presenta a la ciencia como la verdad y ella busca aproximarse a la verdad y lo hace exponencialmente en función de la velocidad con la que se mueve. Eso hace que los productos de los conocimientos científicos sean tomados como verdades pero en realidad son búsquedas de la verdad. Entonces, la forma de comunicar la ciencia es con afirmaciones y ellas, muchas veces, se toman como certezas. En el campo de la didáctica en general se busca generar preguntas. La ciencia en general se constituye a partir de preguntas que busca responder. Lo que pasa con esas preguntas, es que en la evolución de la comunicación del conocimiento científico se traducen en afirmaciones que son percibidas socialmente como verdades y no lo son. Nosotros decimos que el enemigo de la verdad no es la mentira sino la certeza, porque la pregunta abre a nuevas búsquedas y eso es lo que buscamos comunicar desde un análisis epistemológico de la formación del conocimiento científico.

-¿Sobre quiénes y dónde trabajás desde la didáctica de las ciencias?

-En este momento estoy dirigiendo un equipo de investigación en la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la UNR, y trabajamos con científicos y formadores en didáctica de distintas aéreas que son la biología, la química, la matemática, la físico-química o la física y abordamos la enseñanza de las ciencias en dos campos bien extremos que son: el de la docencia de grado en todos los niveles educativos y el de los científicos puros y duros, es decir en el de aquellos investigadores que no hacen docencia universitaria.

-¿Y cómo son esas experiencias?

-Ambos sectores son de abordaje interesante porque por un lado, están aquellos que no tienen formación científica en la experimentación y en la investigación, es decir que no la tienen en cómo se genera un conocimiento científico. Aceptan las verdades de la ciencia y así las comunican. Allí trabajamos sobre docentes que tienen formación docente, pedagógica y didáctica general, pero no tienen formación específica en didáctica de las ciencias. Y también trabajamos sobre los investigadores científicos puros para facilitar la comunicación de la ciencia, porque uno de los riesgos que tiene la formación de los investigadores científicos es que la comunicación es muy crítica, está encerrada en un lenguaje que no comunica porque el público general no lo entiende y allí se refuerza la imagen deformada de la ciencia. Además, se habla del científico y no de los equipos científicos, se habla del científico en masculino, como si fueran solo hombres. Hay una percepción de que el científico trabaja aislado en su laboratorio que produce verdades, que hace experimentos locos y muchas veces cuando comunican sus hallazgos provisorios, no los plantean de esa manera. Muchas veces lo hacen en un lenguaje que como dijimos el público general no lo puede percibir y eso hace que se aleje al público del conocimiento científico, sin el cual no podría sobrevivir la humanidad.

¿Cómo está la didáctica de la ciencia a nivel mundial?

-Está en un auge total. Cada vez hay más público. Las estadísticas indican que los jóvenes se alejan cada vez más en el estudio de las ciencias y la proyección es que para dentro de diez años habrá muy poca gente que tome cursos de ciencias o que haga ciencia y que pueda intentar resolver problemas graves como la contaminación, los vinculados a las armas químicas, a los desarrollos biológicos o energéticos. Para ello justamente surge el campo de la didáctica de las ciencias. Para resolver estos problemas, porque el alejamiento de los jóvenes del estudio de las ciencias es por la forma en que es enseñada. La bisagra está en la formación de docentes y tenemos la responsabilidad de comunicar la ciencia de la manera más llana, más relacionada con la vida cotidiana. Saber de ciencia no es poder recitar el Ciclo de Krebs, es reconocer cuáles son aquellas preguntas del mundo y de los fenómenos que admiten una respuesta científica.