Cada 4 de enero se celebra el Día Mundial del Braille, una jornada destinada a concientizar sobre la importancia vital de este sistema de lectura y escritura para las personas ciegas y con discapacidad visual. Desde su establecimiento en 2019, la conmemoración no solo destaca el legado de Louis Braille, su creador, sino que también resalta su rol crucial en la autonomía e inclusión de aquellos con limitaciones visuales en un mundo cada vez más marcado por la tecnología.

¿Qué es el braille?

El braille es una representación táctil de símbolos alfabéticos y numéricos que utiliza seis puntos para representar cada letra y cada número, e incluso símbolos musicales, matemáticos y científicos. Asimismo, el braille es un medio de comunicación para las personas ciegas, como se refleja en el artículo 2 de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, y puede ser pertinente en los contextos de la educación, la libertad de expresión y opinión y el acceso a la información y la comunicación escrita, así como en el contexto de la inclusión social para las personas ciegas, como se refleja en los artículos 21 y 24 de la Convención.

«El braille es la herramienta que posibilita nada menos que la alfabetización, la lectura y la escritura a las personas ciegas.»

«A diferencia de otras tecnologías, el braille nos permite una lectura autónoma y en silencio y la intimidad de leer algo desde el papel y no a partir de una voz que reproduce lo que está escrito.» Carlos García, vicepresidente de la Biblioteca Argentina para Ciegos (BAC)

 

HISTORIA

Charles Barbier de la Serre (1767- 1841),  fue un militar y aventurero francés obsesionado por los lenguajes codificados y famoso por inventar el código de lectura que estudió y en el que se basó Louis Braille para crear su famoso sistema de lectura para invidentes. Barbier inventó una técnica básica que en lugar de utilizar letras impresas en relieve, usaba puntos y guiones en relieve para que los soldados pudieran intercambiarse mensajes en las trincheras durante la noche sin necesidad de hablar, para evitar que el enemigo descubriera su posición. En 1829, Louis Braille (1809-1852), un joven ciego, inspirado por Barbier, se dedico por más de dos años en reinventar su sistema de escritura, lo logro simplificando un nuevo código alfabético construido a partir de dos filas verticales compuestas por solo tres puntos en relieve y agregando signos de puntuación y otros caracteres que faltaban en el método de Barbier. Su sistema fue muy fácil de memorizar y revolucionó el sistema de lectoescritura para los ciegos del mundo.

El Braille y la educación de las nuevas generaciones

Pablo Lecuona, director y presidente de la asociación civil Tiflonexos, destaca el papel fundamental del Braille en la alfabetización y educación de personas ciegas, especialmente niños. Aunque existen otras tecnologías como audiolibros o lectores de pantalla, el aprendizaje del Braille se presenta como la base para luego adentrarse en sistemas más abstractos y digitales.

 

A través de fondos provistos por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), organismo especializado de las naciones unidas encargado de fomentar la protección de la propiedad intelectual en todo el mundo y en colaboración con editoriales argentinas, Tiflolibros,  biblioteca digital para ciegos, ha producido 800 libros educativos en español.

Desafíos y perspectivas futuras

Aunque el Braille está presente en espacios públicos como ascensores y museos, los expertos enfatizan la necesidad de su masificación en diversos productos y entornos, como juguetes, libros infantiles, electrodomésticos y envases de alimentos. La implementación de políticas públicas, en colaboración con organizaciones de la sociedad civil, es crucial para garantizar una mayor inclusión y accesibilidad en la vida cotidiana.

En 2008, la Argentina sancionó la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad que, en su artículo 6, insta a los Estados a adoptar medidas pertinentes para asegurar el acceso de las personas con discapacidad, en igualdad de condiciones con las demás.

 

 

El braille se erige como un valioso instrumento que propicia la accesibilidad en la vida diaria, pero su impacto completo en la inclusión requiere un respaldo más amplio. La implementación de políticas públicas que amplíen su alcance resulta fundamental, convocando a la participación activa de organizaciones de la sociedad civil lideradas por personas con discapacidad visual.

Frente a los desafíos de espacio en formatos en papel, la propuesta de combinar diferentes sistemas, como la integración de datos básicos en braille y la información completa a través de códigos QR, resalta la necesidad de enfoques flexibles y complementarios. La esencia de esta discusión radica en lograr una presencia más generalizada del braille, promoviendo así un sentimiento de pertenencia para todos.