Cada 19 de mayo se conmemora el Día Mundial de la Enfermedad Inflamatoria Intestinal y es una buena ocasión para concientizar sin prejuicios, sin temores ni tabúes sobre las patologías clínicamente definidas y que afectan a unas 22 mil personas en Argentina.

La Enfermedad intestinal inflamatoria (EII) es un término que describe diversos trastornos que implican inflamación de los tejidos del tracto digestivo por tiempo prolongado (crónica). Entre los distintos tipos de enfermedad intestinal inflamatoria se pueden mencionar la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn.

La Colitis ulcerosa es una afección que causa inflamación y llagas (úlceras) en el recubrimiento del intestino grueso (colon) y en el recto.

En tanto, la enfermedad de Crohn es un padecimiento caracterizado por una inflamación intestinal, específicamente del recubrimiento del tracto digestivo, generalmente en sus capas más profundas.

La enfermedad de Crohn afecta con mayor frecuencia al intestino delgado, pero sin embargo, también puede afectar al intestino grueso y, en raras ocasiones, al tracto gastrointestinal superior.

Éstas son parte de las denominadas “enfermedades poco frecuentes” reconocidas en el Listado oficial del Ministerio de Salud de la Nación (Resolución 307/2023) y exigible su cobertura integral de la salud (al 100 %) según lo establecido por la Ley Nacional 26.689.

Tanto la colitis ulcerosa como la enfermedad de Crohn generalmente se presentan con diarrea, sangrado rectal, dolor abdominal, fatiga y pérdida de peso. Para algunas personas, la enfermedad intestinal inflamatoria solo causa una enfermedad leve. Para otras, es una afección debilitante que puede desencadenar complicaciones que ponen en riesgo la vida.

>>Te puede interesar: Santa Fe: entre 2013 y 2017 se detectaron más de 52 mil casos de cáncer

En las personas con EII, una vez desencadenado el proceso inflamatorio, las defensas del cuerpo actúan en contra de los componentes del propio cuerpo, como si fueran elementos extraños (autoinmunidad).

Estas sustancias extrañas, ya sean proteínas o bacterias o alguna otra sustancia desconocida (antígenos), pueden llegar a ser la causa de la inflamación o puede que estimulen las defensas del cuerpo que producen la inflamación.

El agente agresor activa las células inmunes del intestino, y estas células desencadenan una respuesta inmune exagerada, en vez de eliminar al agresor y continuar su proceso de reparación normal, se dedicarían a mantener una defensa perpetua en el intestino, o lo que es lo mismo, un estado de inflamación continuo que sería lo que a la larga más perjudica al paciente.

Estas enfermedades pueden presentarse con síntomas muy notorios y severos, en cuyo caso el diagnóstico en general es más sencillo y rápido de hacer. En otros casos, el diagnóstico puede verse demorado por presentar síntomas inespecíficos, leves o similares a otras enfermedades digestivas de menor gravedad.

Habitualmente, estos pacientes tienen que transcurrir un largo proceso que los lleva por diferentes diagnósticos hasta que finalmente se llega al correcto.

Los principales signos y síntomas, en muchos casos, son motivo de pudor o vergüenza: aumento de frecuencia o urgencia evacuatoria intestinal, diarrea persistente por más de 4 semanas, dolor abdominarecurrente, moco y/o sangrado en las heces, lesiones perianales, pérdida de peso, fiebre y/o vómitos. En niños y adolescentes puede existir retraso del crecimiento y de la maduración (esta última más frecuentemente en EC). En otros casos, se agregan manifestaciones extraintestinales como inflamación de las articulaciones, problemas en los ojos, piel, hígado y/ o trastornos renales.