Como decía Borges “hay quienes no pueden imaginar un mundo sin pájaros, hay quienes no pueden imaginar un mundo sin agua; en lo que a mí se refiere soy incapaz de imaginar un mundo sin libros”.

Los bibliotecólogos están de festejo y es porque todos los 13 de septiembre se celebra el día del bibliotecario. La fecha se conmemora por la primera publicación realizada por Mariano Moreno en La gaceta de Buenos Aires.

El artículo llamado “Educación” brindaba información sobre la creación de la Biblioteca Pública de Buenos Aires y el nombramientos del Saturnino Segurola y Fray Cayetano Rodríguez, como los primeros bibliotecarios oficiales de la nueva era de la Independencia de la República.

 

Años después en 1954, se reconocería con el decreto Nro.17.650/5 a ese día histórico como fecha de celebración a nivel nacional para los profesionales que se dedican a este maravilloso mundo.

Quedó vieja la idea de la bibliotecaria seria, con rodete, lentes y con muy mala cara. Estos profesionales no solo están en las bibliotecas detrás del escritorio para reclamar por nuestros libros, sino que desarrollan procedimientos para organizar, catalogar y clasificar información de todo tipo, ofreciendo así un servicio a la comunidad.

Los bibliotecarios trabajan en distintos ámbitos: bibliotecas escolares, públicas, comunitarias, populares, especializadas, especiales, es decir que en infinitos espacios los podemos encontrar.

 

Teresa Ragusa, bibliotecaria de la Asociación de Empleados de Comercio de Rosario, en diálogo con Conclusión comentó: «Es una biblioteca preciosa esta. Somos la tercera de Rosario por la cantidad de volúmenes que tenemos. Es una biblioteca muy familiar. Te devuelven mucho cariño. Ya nos conocemos con todos. Se hace una relación muy linda».

«Una descubre todos los días algo. Los chicos te preguntan qué leer y uno los tiene que aconsejar. Es muy linda esta profesión. Al que le gustan los libros esta profesión es maravillosa y ojalá puedan trabajar en un lugar como este», finalizó Ragusa.