MARTES, 26 DE NOV

Deformaciones en la percepción del tiempo, ansiedad y mayor aislamiento: TikTok, un arma de muchos filos

Un informe de Amnistía Internacional analizó las afectaciones de la plataforma audiovisual sobre la privacidad y la salud mental de los usuarios de entre 13 y 25 años en Argentina.

 

TikTok se convirtió en la plataforma de consumo de contenidos audiovisuales de mayor crecimiento en los últimos cinco años, sobre todo después de la pandemia. A principios de 2023, la aplicación tenía 16,2 millones de usuarios mayores de 18 años en Argentina, pero es de público conocimiento que los jóvenes mayores de 13 años son usuarios comunes y frecuentes.

La sobreexposición de la aplicación generó importantes impactos en la salud mental de los usuarios mientras que la aplicación se posiciona como un actor cada vez más importante a nivel comercial en el mundo, a través de un algoritmo opaco y livianas técnicas de seguridad de los datos personales. Así lo indica un informe de la organización Amnistía Internacional.

Padecimientos en la salud mental

Las principales consecuencias de la sobreexposición al uso de TikTok en la salud mental enumeradas por la investigación de los especialistas tienen que ver con la reconfiguración de la relación de los usuarios con el tiempo: “El carácter absorbente de esta red conduce a testimonios de ‘pérdida’ del tiempo, de descontrol, e incluso de ‘abducción’ por parte de la plataforma”, sostiene el informe, lo cual argumenta a partir de los esquemas amigables, intuitivos y rápidos no sólo de consumo de videos sino de educación y creación de contenido propio que tiene la app.

“La dificultad para dejar de ver videos en TikTok es una de las características comunes que todos nuestros interlocutores manifiestan, sin discriminación de edad y localidad geográfica”, apunta el relevamiento y afirma que el teléfono celular “pasó a tener un rol central en la vida cotidiana, no sólo como un dispositivo que brinda información o permite realizar transacciones comerciales, actividades escolares o laborales, sino con un rol más emocional, un compañero permanente que está siempre a disposición para interactuar”.

Por otro lado, Amnistía Internacional subraya una situación de alto riesgo para la elaboración y distribución de la información: los usuarios dejaron de buscar información en Google y lo sustituyen por el buscador de TikTok, “sobre todo en información de tipo cotidiano y no tanto en el caso de la búsqueda de información institucional”.

“La transformación de esta práctica es atribuida principalmente a la posibilidad de construir verosimilitud sobre la información buscada, la capacidad de TikTok de transmitir información en un tiempo reducido y la capacidad del buscador de comprender mejor qué resultados son “para mí” a partir del trabajo de “domesticación” del algoritmo”, mientras que los contenidos que aparecen primero en los resultados de búsqueda de Google últimamente tienen más incidencia según si están patrocinados.

En otras palabras, un efecto importante “de las redes sociodigitales es la desjerarquización del conocimiento y la simetrización de los enunciadores”. Según la investigación, “la circulación acelerada de contenidos producidos por personas que parecen cercanas o celebrities que dan consejos o venden productos en lenguaje coloquial desarticula el conocimiento especializado e institucionalmente validado. Los tutoriales también encuentran en TikTok un ámbito audiovisual afín a su difusión masiva”.

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Otra de las observaciones de Amnistía Internacional tiene que ver con la violencia circulante en la aplicación, que si bien “no es novedosa ni privativa de las redes sociodigitales, en los entornos virtuales muestra patrones específicos”, por medio de “discursos agresivos en videos posteados y comentarios violentos (haters), contenido ilegal y hay contenido ilícito. En comparación con otras redes, al ser contenidos audiovisuales de breve duración, los de TikTok tienen alta pregnancia, según se desprende de los testimonios de sus usuarias/os”.

“La red puede ser un espacio tóxico y adictivo para niños, niñas y jóvenes que puede influir en su autoimagen, su salud mental y su bienestar, y donde corren el peligro de caer en espirales de contenidos desencadenantes de depresión y autolesiones”, definió el estudio.

Inseguridad es negocio

A través de un extenso estudio, la condecorada organización de defensa y promoción de derechos humanos reveló que “detrás de la infinita cantidad de vídeos y contenidos creativos se esconde un modelo de negocio altamente extractivo, que absorbe información de cada usuario, incluso sin permiso, poniendo en riesgo la privacidad de las personas”. El texto sostiene que TikTok utiliza un modelo de negocios que se basa en transformar datos extraídos de las preferencias de los usuarios y sus datos personales ingresados al momento de registrarse en la aplicación, sumando a información que toma por fuera de las autorizaciones de la persona dueña de la cuenta “para colocar publicidad dirigida o conductual”.

“La lógica de funcionamiento de TikTok se diferencia de otras redes sociodigitales por cuanto su objetivo no es crear comunidades de usuarios sino recompensar sus gustos con más contenido del mismo tipo”, apunta Amnistía Internacional y añade que, a diferencia de Facebook, la plataforma “toma a cada usuaria/o como unidad aislada y le provee contenidos acordes al procesamiento de su huella digital”, y toma datos “a través del acceso a geolocalización (incluso si el teléfono la tiene desactivada o si el usuario no lo autoriza explícitamente), lo que comprende la ubicación basada en tarjeta SIM o dirección IP, contactos, compras y transacciones, búsquedas externas y otros datos personales”.

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El informe advierte que en Argentina no existen normas específicas sobre el accionar de las plataformas digitales. No obstante, “dado que estas actividades deben respetar el marco legal vigente en materia de derechos de protección de datos personales (Ley 25326 del año 2000), las previsiones constitucionales en materia de libertad de expresión, acceso a la cultura, derecho a la competencia y protección de usuarios y consumidores, existe jurisprudencia y un creciente debate público y legislativo acerca de las prácticas del sector y las consecuentes necesidades de actualización regulatoria”.

El trabajo de campo de la investigación fue realizado por Agustín Mondelo, Brenda Peralta, Catalina Llarín, Emmanuel Pérez Zamora, Juan Pablo Sambuceti, Lucía Fiorella y Vanina Romero, y contó con el diseño y dirección de Victoria Irisarri y Martín Becerra.

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