El viernes 18, el Ejecutivo español dio un giro radical al abandonar su postura de neutralidad y apoyar a Marruecos en relación al disputado territorio del Sahara Occidental, en busca de zanjar una crisis diplomática entre ambos países.
El Frente Polisario respondió contrariado y afirmó que el país ibérico “sucumbe ante el chantaje y la política del miedo utilizada por Marruecos”. Argelia también respondió y ese país dijo “estar sorprendido” por el “cambio repentino” del Gobierno español.
Hacía al menos una semana que la embarcación estaba a la deriva con 62 personas oriundas del Magreb, la región africana al norte del Sahara, conformada por Mauritania, Marruecos, Argelia, Libia, Túnez y Sahara Occidental.
La presión migratoria se trasladó a esta ciudad después de que unas 8.000 personas arribaran de manera irregular a Ceuta. Las autoridades de Marruecos permitieron esta movilización en represalia por la atención sanitaria que le ofreció Esapaña a un independentista de Sahara Occidental.
Los recientes anuncios de la administración Trump, reconociendo la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental a cambio del pleno establecimiento de relaciones diplomáticas del país árabe con Israel, es el corolario de una serie de políticas norteamericanas destinadas a explicitar lealtades y enemigos en una región de la cual Estados Unidos no piensa retirarse.
