Por Juan Manuel Martellotto

Luca murió como vivió y no está mal que así sea. No está mal que así haya sido… Es que si no hubiese venido a Argentina a principios de los 80, hubiese fallecido mucho antes que aquel 22 de diciembre de 1987.

Italiano de nacimiento, vivió y se educó en Escocia donde estuvo en uno de los mejores colegios, dada la buena posición de su padre que era diplomático. Luego se iría a probar suerte a la cuna del rock, Londres, adonde no sólo formó su primera banda sino que vivió en carne propia una de las épocas más efervescentes del género musical, con bandas como The Clash, Sex Pistols, Joy Division, Pink Floyd, The Who entre tantas otras de las que se nutrió y posteriormente fueron de vital importancia en cuanto a sus influencias musicales.

Llegó a Argentina a principios de los 80 de la mano de su amigo Timmy Mc Kearn, escapando de la heroína, que ya había matado a su propia hermana y eso era motivo de mucho sufrimiento para Luca que intentaba huir de ese fantasma.

Ya instalado en las sierras de la provincia de Córdoba, más precisamente en “Nono”, cambió el veneno de la heroína (que por estos lares no se conseguía) por la ginebra, una bebida tan alcohólica como argenta y cuyo abuso de tanto ingerirla lo sumió en un cuadro de cirrosis que si bien no fue la causa de su deceso (falleció asfixiado por su propio vómito), tarde o temprano lo mataría.

Ya instalado en las sierras de Córdoba, en “Nono”, cambió el veneno de la heroína por la ginebra.

Luca dejó una obra muy preciada con Sumo, una banda relativamente efímera en cuanto a su duración en el tiempo. De hecho en esa época no era un grupo muy masivo, cosa que hoy sí lo sería, del mismo modo que lo son actualmente las 2 bandas que surgieron a partir de la disolución del emblemático grupo: Divididos y Las Pelotas.

Basta con escuchar Brothers de Divididos, y así notar los acordes de una de las mejores canciones de Sumo. La inconmensurable “Breaking Away” recuerda que Luca not dead.