Por Mario Luzuriaga

Pablo Escobar falleció, la DEA y el Ejército colombiano pusieron fin las actividades del narcotraficante más grande que hubo en la historia, ¿o eso era lo que pensamos?

«Narcos» temporada 3 nos sitúa en un panorama en el que los que rigen el negocio de la cocaína eran los hermanos Gilberto (Damián Alcazar) y Miguel Rodríguez Orejuela (Francisco Denis).

Fueron los principales competidores del capo que falleció en 1993; dentro de este nuevo cartel se encuentran Pacho Herrera (Alberto Amman), un despiadado jefe ejecutor de asesinatos y «Chepe» Santacruz Londono (Pêpê Rapazote) quien distribuye en Nueva York.

El principal objetivo del cartel de Cali es entregarse a las autoridades sin hacer una guerra total, como había sucedido anteriormente, pero en realidad hay mucha más brutalidad y es por esto que volvemos a ver al agente de la DEA Javier Peña (Pedro Pascal), que intentará atrapar a estos delincuentes.

«Narcos» fue tan exitosa por contar la «fabulosa» historia de vida que tenía Pablo Escobar, sus conexiones, sus amoríos, sus temores y hasta se podía simpatizar con los sicarios que lo rodeaban. Aquí todo es diferente, los hermanos Orejuela sólo generan odio; parece perder ese «encanto» que tuvo explorar la vida de estos capos pero aquí no sólo hay más de lo mismo, sino que tiende a ser tedioso.

El punto a favor que le sale es cómo Estados Unidos siempre está metido en el medio y de cómo van variando las gestiones presidenciales. Aquí se refleja la primera administración de Clinton, que es más dialoguista y no tan reaccionaria como lo fueron las gestiones de Reagan y Bush padre.

También se da a entrever una especie de «dejar las cosas de lado» por parte de la CIA y tratar de despegarse un poco del tema y dejar que se «trafique» de manera más regular.

Pero a no decaer ante esta crítica, vale la pena verla porque se explora la brutalidad con la que se manejaba éste poderoso cartel y se puede apreciar los grandes actores que tiene Latinoamérica.

Calificación: Regular.