Cinco años se cumplirán el lunes de la muerte de Juanjo Domínguez, uno de los grandes guitarristas de la música criolla, quien desde su toque personal acompañó a artistas como Horacio Guarany y Roberto Goyeneche, registró 10 discos en solitario, y dejó una huella imborrable en la cultura argentina.

Su virtuosismo y su naturalidad para ejecutar la guitarra, hicieron que la presencia de Juanjo sobresaliera en el terreno del tango y folclore, para construir un camino propio que transitó en más de 50 años de trayectoria.

Su sonoridad era reconocible: tenía el don particular de tocar una enorme cantidad de notas y acordes a una velocidad inconmensurable y solía moverse con soltura en la improvisación, algo que le permitió dar rienda suelta a su creatividad.

El músico nació el 23 de octubre de 1951 en Junín, ciudad del noroeste de la provincia de Buenos Aires de la que fue Ciudadano Ilustre, igual reconocimiento que mereció de parte del Municipio de Almirante Brown en 2009, ya que residía en Burzaco desde hace mucho tiempo.

A lo largo de su vida (se recibió de profesor de guitarra a los 12 años, pero a los ocho debutó en televisión acompañando al poeta Jaime Dávalos en Canal 7), realizó nueve giras por Estados Unidos, 11 por Japón y recorrió Europa, Turquía, China y Latinoamérica. En esa travesía, Juanjo acompañó a Raúl Barboza, Rubén Juárez, Hugo Marcel, Alberto Morán, Alberto Echagüe, María Graña, Alberto Podestá, Horacio Molina, Armando Manzanero, Chango Nieto, María Martha Serra Lima y Virginia Luque, entre otras figuras, aunque dos de sus máximos lazos estéticos hayan sido con Roberto Goyeneche y Horacio Guarany.

Con «El Polaco» estableció una intimidad que coincidió con el momento de mayor masividad del estilo del intérprete tanguero quien presentaba al guitarrista como «a mi orquesta». El guitarrista y compositor tucumano Juan Falú señaló  que “Juanjo Domínguez era un señor de la guitarra, fue alguien que la dominó y la amó como pocos».

Domínguez también se animó, por ejemplo, a acompañar a Andrés Calamaro en dos de los tangos («Como dos extraños» y «Melodía de arrabal») que el ex Abuelos de la Nada y Los Rodríguez registró para su disco «Tinta roja» (2006).

Cansado de lidiar con las compañías discográficas creó su propio sello Junín Record y, en 2005 recibió el premio Konex como uno de los mejores instrumentistas de la última década en la Argentina.

Además registró 10 álbumes en solitario («Latinoamericano», «Mis tangos preferidos I y II», «Eterno», «Sin red» y «Del corazón al pueblo»), junto a otros discos exclusivamente enfocados en las obras de Carlos Gardel (2004), Chabuca Granda (2014), Alfredo Zitarrosa (2016) y The Beatles (2016).