Por Mario Luzuriaga

Hernán Casciari presenta junto al músico Zambayonny «Tragedias», un espectáculo en la que ambos con textos y música contarán historias que terminan mal y es la primera vez que presentan este show en Rosario. El dramaturgo se presenta el próximo sábado en la Plataforma Lavardén y contó los pormenores del espectáculo en diálogo con Conclusión.

—¿Cómo te sentís de estrenar esta obra en Rosario?

—Estoy súper contento de ir a Rosario, ya estuvimos en «Una obra en construcción» y ahora vamos con Zambayonny a hacer un espectáculo que lo estamos haciendo en Buenos Aires. Creo que es la primera ciudad en la que salimos de gira después de estrenar y estamos contentísimos los dos. Zambayonny es un habitué de Rosario y yo empiezo a estar arriba de un escenario y la última vez que fui me encantó.

—¿Cuál es tu relación con Zambayonny?

—Trabajar con él es lo más fácil del mundo, a mi me cuesta un montón llevarme con gente nueva, incluso tener amigos nuevos, no soy muy dado a la amistad con gente que no conozco de toda la vida. Pero con Zambayonny me resulta muy fácil, no me cuesta, no hay que estar todo el tiempo hablando. Es ese tipo de gente que está bien que no se hable.

—¿Con qué se van a encontrar los espectadores?

—Nosotros estamos descubriendolo porque al estrenar recientemente hicimos dos funciones completamente distintas. Lo que sí es que tiene un eje en común, que tanto los cuentos que leo como las canciones que toca Zamba, están relacionadas con la tragedia, con cosas que no terminan bien. Y jugamos con que el espectador no se vaya feliz, es un espectáculo buenísimo para gente pesimista.

—¿Te sentís más cómodo actuando o escribiendo como lo venís haciendo?

—Estuve todo un año sin escribir y utilizando este recurso de subirme arriba del escenario como creativo o como excusa creativa y me divierte mucho. Lo que no tengo la menor idea del tiempo que me va a durar esta diversión.

—¿Cómo fue el ensayo previo de «Una obra en construcción» en Rosario, previo a la gira?

—Estuvimos en Mar del Plata, Montevideo, Punta del Este y en Mendoza, es una locura porque es una cosa que hacemos con la familia, que no tiene mucho sentido, pero que a la gente le gusta y podemos salir cada tanto salir un poco de Buenos Aires.

—¿Cómo es trabajar junto a tu familia?

—Es realmente raro, pensé que iba a ser caótico y no está pasando eso. Ya hace más de un año que empezamos y nadie se peleó, sobretodo me sorprende que mi vieja no se haya peleado con nadie (risas) y viene mi hija de Barcelona cada dos o tres meses y se suma a la troupe. Parecemos un circo porque andamos en un micro de gira como los rockeros. Es muy loco todo.

—Ese clima familiar ¿te inspira para escribir nuevas historias?

—Mirá yo sé que para poder escribir, primero es necesario que ocurran las anécdotas, es absolutamente necesario. Yo estoy en un tiempo de recolección de anécdotas y en un futuro escribiré sobre esto.