Por Paulo Viglierchio

Papelonezco. Así se puede definir lo de Rosario Central luego de la tarde-noche en Córdooba. Una tarea que viene a confirmar lo expuesto por el equipo auriazul en el tramo final de la Liga Profesional, que esta vez encotró su correlato en otra competencia nacional. El bajón pronunciado de las últimas presentaciones quedó más aún en evidencia en la jornada de este miércoles, ya que se trató de un rival de otra categoría, que venía de perder 4 a 0, jugó con suplentes y venía con entrenador interino tras la salida de Diego Osella. Injustificable.

El Canalla jamáz asumió el protagonismo en el Mario Alberto Kempes. Expuso una liviandad pasmosa y nunca pudo imponer las condiciones para reflejar las supuestas diferencias entre planteles. Si bien tuvo dispuso de la posesión del balón durante casi todo el partido, el problema radicó en la falta de lucidez para decidir en los metros finales, sumado a una disposición anímica que dejó mucho que desear, con varios jugadores al trotecito, viendo que pasaba, sin un mínimo de compromiso y respeto por el hincha que dejó sus obligaciones (trabajo, familia, etc) para ir hacia la Docta a alentar al club de sus amores.

Ante un Chaco For Ever agazapado, el único plan de Central fue una tenencia previsible, improductiva, light. Solo Jaminton Campaz se animó a mostrar algo distinto al resto y a base de gambetas complicó algo al fondo albinegro. El colombiano estuvo totalmente solo para la gestación de jugadas, nadie lo acompañó ni se le aproximó al menos en ganas. Con un Giaccone impreciso y apagado, un Malcorra lento, a otra velocidad, un Lo Celso displicente, como si estuviera jugando con los amigos en el barrio, muy complicado el panorama para el Bicho. Véliz, por su parte, chocó más de lo que jugó, peleado con la pelota y con él mismo. Nada en ofensiva.

Las llegadas del conjunto de Russo en la primera mitad fueron a partir de la pelota parada con un cabezazo de Quintana que se estrelló en el palo y un desvió en un defensor tras centro de Campaz que casi se mete en contra. Poco para el presunto «favorito» del encuentro. Para colmo, ni Lucas Rodríguez ni Ismael Cortez, de pésima actuación ambos, ofrecieron soluciones por las bandas para lograr amplitud por afuera al menos. Kevín Ortíz con buenos pases pero cada vez que lo encararon (pocas) lo pasaron como poste caído. Difícil así. El no haber abierto el marcador antes del descanso podía complicar las cosas en la segunda mitad, y así fue.

En el complemento, Central se repitió en lo mismo, con paciencia, pero queriendo entrar con pelota y todo al arco, sin otra alternativa para cuando se enfrentan defensas cerradas. Entraron Ferreyra y O’Connor por los intrascendentes Giaccone y Lo Celso para buscar algo más de juego, pero poco pudieron desnivelar como para torcer la historia a favor. Pasaban los minutos y los nervios empezaban a ganar terreno, en un trámite que se se fue transformando en el desarrollo a pedir Chaco For Ever.

Para colmo, quien se lució y se transformó en la figura del encuentro fue el arquero Silva, que desactivó primero un mano a mano a Véliz, un derechazo de Malcorra y sobretodo con una volada monumental para sacarle el gol a Mallo de palomita sobre la hora. Encima que jugaba mal, el Canalla no ligaba. Un dicho clásico de este deporte reza que los goles que no se hacen en un arco se pagan en el otro.

La sorpresa llegó a los 42. En la llegada más clara del equipo de Chaco, Dellarossa saltó mal alto que todos en un córner y conectó un buen cabezazo al ángulo para abrir el marcador. A pesar de los intentos finales, el final estaba escrito. Golpazo de nocaut para los de Russo, un castigo por la falta de ambición, juego y decisión para resolver un desarrollo que parecía favorable en los papeles, pero que se le hizo imposible por sus propios errores. Una imagen pálida, inexpresiva, carente de algo para resaltar.

Derrota inaceptable, por las formas. Una presentación indigna que duele y mucho, que obliga a replantearse más cosas de las que parecían necesarias, que lleva a modificar urgentemente la cuestión psicológica si se pretende aspirar a algo serio en lo que resta de 2023. El fútbol puede aparecer en mayor o menor medida, lo que es inaceptable es una puesta en escena como la de hoy. Mucho trabajo para Miguel Ángel Russo y su cuerpo técnico, esto debe marcar un antes y un después. De esto solo queda aprender.