No fue la peor producción de Newell’s en la Superliga, pero distó mucho de ser la mejor. El conjunto de Omar De Felippe igualó ante Atlético Tucumán y el resultado tiene algo de justicia, aunque la Lepra corrió serio riesgo de ser el derrotado y todo iba a ser por culpa de la ineficacia de siempre.

El DT probó de todo: apostó al dibujo de siempre, lo modificó en el medio del partido, probó con distintos nombres y movió el frente de ataque para intentar torcer una historia que le fue cuesta arriba hasta el final, pero que terminó con aroma a justicia.

Newell’s fue un equipo de jugadas. Todas aisladas y en su gran mayoría, en el primer tiempo. El abanderado de ese juego fue Luis Leal, que se las tuvo que arreglar sólo en los últimos metros y que desde su potente derecha la Lepra pudo anotar uno o dos goles, pero perdonó y el conjunto local aprovechó la que tuvo y se acomodó en el partido.

El moreno delantero no tuvo el acompañamiento de Joaquín Torres y Víctor Figueroa, volantes asociados a la generación de juego, y Newell’s volvió a pecar con fallas en la construcción. Todo ataque finalizaba varios metros antes de ingresar al área de un modesto Atlético Tucumán que con poco le alcanzó para dominar las acciones hasta la última pelota.

Atlético también tuvo llegadas a fondo y se topó con Nelson Ibáñez, junto con Leal, de lo mejor que tuvo la Lepra. Las intervenciones del arquero que reemplaza a Pocrnjic fueron determinantes y el ex Tigre volvió a cumplir con creces en el arco rojinegro.

Un partido que deberá servir para recapacitar y replantearse varias cuestiones, porque no hubo juego asociado, porque no existieron conexiones en ataque y porque otra vez, por momentos, el equipo se vio superado por un rival al que no le sobró nada.

El puntazo final de Joaquín Varela que se convirtió en gol fue revitalizador. Fue un golpe en la mesa y la liberación de toda la bronca contenida por las situaciones que se dejaron pasar, algo que Newell’s ha sufrido a lo largo de toda la Superliga y que casi le genera una nueva derrota, que hubiera sido un otro cachetazo más en sus aspiraciones de empezar a mirar de lejos el fondo de la tabla.