El gimnasta Federico Molinari arribó este martes a Canadá para participar del Mundial de la especialidad, 45 días después de haber resurgido con la medalla de oro en el Panamericano pero con la tristeza por el reciente fallecimiento de su coach de toda la vida.

Sin descuidar la atención de su escuela y la ayuda social, Molinari, de 33 años, estuvo durante la semana pasada como entrenador de Julián Jato, campeón sudamericano en Mar del Plata.

El día de Molinari arranca a las 7 y termina cerca de las 21, cuando está en casa y oficia de padre de dos hermosos hijos, Valentino y Ciro.

Coach de la gran promesa de la gimnasia nacional (Julián Jato), Molinari es el dueño presente de una escuela de gimnasia que espera, en breve, abrir dos nuevas sucursales, responde a las invitaciones de programas populares de TV que lo tienen como carismático referente del deporte y no descuida las acciones sociales que hace con su sponsor, Weber Saint Gobain.

Al otro día de una alegría como fue el título de Jato en el All around del Sudamericano Juvenil, recibió la horrible noticia del fallecimiento del entrenador de gran parte de su carrera (el ruso Vladimir Markarian) y, a las pocas horas, viajó a Montreal para disputar su último Mundial.

«Vienen siendo días movidos, con cosas muy lindas y, a la vez, la tristeza que me dio la partida de Vladimir. Yo, igual, soy muy inquieto, me gustan los desafíos, aunque siempre tratando de mantener los de siempre, como competir al máximo nivel. Ahora estoy en Canadá buscando cerrar mi carrera, a este nivel, con el mejor resultado posible, en honor a Vladimir, un ejemplo del nunca bajar los brazos, del amor por su trabajo, de la pasión por la gimnasia», explicó el nativo de San Jorge.

Hace 45 días, Molinari tuvo el rendimiento que le devolvió la ilusión, cuando ganó en anillas durante el Panamericano de Perú.

«Fue un buen empujón, más allá del oro. Especialmente por las sensaciones. Me sentí con fuerza, potente, liviano, como hace tiempo no me pasaba. Ya no estoy en mi mejor momento, todo cuesta más, necesito dos días para recuperarme de un gran entrenamiento, pero aún siento que puedo, con mi oficio y experiencia», contó quien en el último Mundial fue undécimo.

«Quedé como reserva de la final y sé que es difícil de repetirlo, porque van a estar los mejores, pero voy bien físicamente, relajado, sin presiones», remarcó el rosarino, que debutará el próximo martes en el Mundial.

Molinari destacó que se hace «tiempo» para la ayuda social porque le «encanta» y tiene el apoyo de Weber Saint Gobain, que «es el único sponsor que me ayuda a ayudar».

«Nosotros, los deportistas amateur, no tenemos dinero para hacer donaciones y esta empresa, a través de su programa Huella Weber, nos facilita dejar justamente una marca en la sociedad, el devolver algo… Es un orgullo que me haya elegido a mí. Por suerte, con otros deportistas olímpicos, se formó un gran grupo de embajadores y yo, por caso elegí ayudar a un comedor en Pilar, llamado Manos en Acción, que ayuda a chicos pobres del barrio. A veces uno no se da cuenta de la importancia de la comida, pero cada vez que voy ahí me pongo en el lugar de ellos y me da más ganas de colaborar. Tanto que ya estamos trabajando en un nuevo proyecto para ayudar a otro lugar», finalizó.