SáBADO, 30 DE NOV

11S: dolor y oración de los tres últimos Papas

Una misma invocación al Dios del amor, de la paz y de la misericordia. Juan Pablo II lo hizo al día siguiente de los ataques terroristas; Benedicto XVI y Francisco en sus visitas a la Zona Cero de NY.

 

Vatican News recordó las palabras de Juan Pablo II, al día siguiente de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, ante una Plaza de San Pedro sumida en el silencio y el desconcierto, y también las plegarias en la Zona Cero de Nueva York de Benedicto XVI el 20 de abril de 2008 y de Francisco el 25 de septiembre de 2015.

San Juan Pablo II

“No puedo iniciar esta audiencia sin expresar profundo dolor por los ataques terroristas que en el día de ayer ensangrentaron a los Estados Unidos, causando miles de víctimas y numerosísimos heridos. Al presidente de los Estados Unidos y a todos los ciudadanos americanos les manifiesto mi más sentido pésame”, decía Juan Pablo II al inicio de la audiencia general del miércoles 12 de septiembre de 2001, en un clima sombrío ante el estupor del mundo.

Profundamente apenado, sostenía: “Ante acontecimientos de un horror tan incalificable no podemos menos de quedar profundamente turbados. Me uno a cuantos en estas horas expresaron su indignada condena, reafirmando con vigor que los caminos de la violencia nunca llevan a verdaderas soluciones de los problemas de la humanidad”.

Antes de preguntarse «cómo pueden verificarse episodios de una crueldad tan salvaje» y de afirmar que “el corazón del hombre es un abismo del que brotan a veces planes de inaudita atrocidad, capaces de destruir en unos instantes la vida serena y laboriosa de un pueblo”, aseguraba que “la fe sale a nuestro encuentro en estos momentos en los que todo comentario parece inadecuado”.

“Ayer fue un día tenebroso en la historia de la humanidad, una terrible afrenta contra la dignidad del hombre. Desde que recibí la noticia, seguí con intensa participación el desarrollo de la situación, elevando al Señor mi apremiante oración”, subrayaba.

Tras recordar a los fieles y peregrinos reunidos en silencio en la Plaza de San Pedro, al mundo que lo escuchaba a través de los medios de comunicación, que “la Palabra de Cristo es la única que puede dar una respuesta a los interrogantes que se agitan en nuestro espíritu”, Juan Pablo II se dirigía al amado pueblo de los Estados Unidos.

«En esta hora de angustia y desconcierto, en la que se pone a dura prueba el valor de tantos hombres y mujeres de buena voluntad”, expresaba, y abrazaba de manera especial a la distancia “a los familiares de los muertos y de los heridos”, asegurando su cercanía espiritual y encomendando a la misericordia del Altísimo a las víctimas inermes de esta tragedia, por las cuales he celebrado esta mañana la santa misa, implorando para ellas el descanso eterno”.

Después de invitar a los presentes unirse a su oración de pastor de toda la Iglesia, el Papa polaco concluía: “Pidamos al Señor que no prevalezca la espiral del odio y de la violencia. La Virgen santísima, Madre de misericordia, suscite en el corazón de todos pensamientos de sensatez y propósitos de paz”.

Benedicto XVI

El domingo 20 de abril de 2008, Benedicto XVI se encontraba en la Zona Cero de Nueva York, donde elevaba una sentida plegaria a Dios por lo sucedido pocos años atrás. E imploraba: “Dios de comprensión, abrumados por la magnitud de esta tragedia, buscamos tu luz y tu guía cuando nos enfrentamos con hechos tan terribles como este. Haz que aquellos cuyas vidas fueron salvadas vivan de manera que las vidas perdidas aquí no lo hayan sido en vano. Confórtanos y consuélanos, fortalécenos en la esperanza, y danos la sabiduría y el coraje para trabajar incansablemente por un mundo en el que la verdadera paz y el amor reinen entre las naciones y en los corazones de todos”.

Francisco

También el papa Francisco, utilizando los mismos conceptos de Benedicto XVI, el viernes 25 de septiembre de 2015 desde el Memorial del Ground Zero, la Zona Cero en Nueva York, elevaba su oración “a Dios de amor, compasión y salvación” para pedirle que mirara a la gente de diferentes creencias y tradiciones, reunidos ese día en aquel lugar, “escenario de violencia y dolor increíbles”.

“Te pedimos que por tu bondad concedas la luz y la paz eternas a todos los que murieron aquí, a los que heroicamente acudieron primero, nuestros bomberos, policías, servicios de emergencia y las autoridades del puerto, y a todos los hombres y mujeres inocentes que fueron víctimas de esta tragedia simplemente porque vinieron aquí para cumplir con su deber el 11 de septiembre de 2001”.

El Santo Padre manifestaba asimismo que también tenía presentes “a cuantos murieron, resultaron heridos o sufrieron pérdidas ese mismo día en el Pentágono y en Shanskville, Pennsylvania”.

Y pedía en su oración: “Dios de la paz, concede tu paz a nuestro violento mundo: paz en los corazones de todos los hombres y mujeres y paz entre las naciones de la tierra. Lleva por tu senda del amor a aquellos cuyas mentes y corazones están nublados por el odio”.

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