MIéRCOLES, 27 DE NOV

El caso Vicentin a la luz de la geopolítica de los alimentos

Las porciones de granos, especialmente de maíz, que son destinados a la producción de biocombustibles no ha dejado de aumentar. Por lo que no es casual que entre las subsidiarias del Grupo Vicentin haya una productora de ese combustible.

por Carlos A. Pissolitto

En concordancia con su significado etimológico, a la Geopolítica, en términos generales, se le atribuye como objeto de estudio el impacto de la Geografía sobre la Política, y viceversa. Pero, con los años, este campo de acción se ha visto ampliado. Especialmente, se la ha orientado hacia el diseño de estrategias vinculadas al posicionamiento, al desplazamiento y al empleo de fuerzas en relación a las masas terrestres y a los espacios marítimos circundantes y a su mutua interacción.

Si bien en función de esta visión es que la Geopolítica nos puede aportar el marco conceptual para que podamos entender la compleja evolución que están sufriendo, por ejemplo, las cadenas de abastecimiento de insumos a nivel global a caballo de la pandemia, especialmente, de los que nuestro país es productor. Ni los administradores del Estado nacional ni los dirigentes de la oposición, tampoco, la dirigencia empresaria del sector y mucho menos los MCS, parecen  manejarse dentro de este ámbito. Ya que prefieren el circunscripto a sus pequeñas disputas de poder doméstico concentradas en temas jurídicos de corto alcance.

Aunque de deba comenzar por admitir que la decisión del PE de intervenir y expropiar el conglomerado alimentario Vicentin no tendrá un efecto geopolítico masivo en la comercialización de los granos que exporta nuestro país. Hay que reconocer que bien puede convertirse en un caso testigo sobre cómo se puede orientar y encauzar nuestro sistema de exportación de granos.

Pero como dijimos al principio, para hacerlo bien hace falta explicar un marco conceptual. Vamos a ello.

Empecemos por describir esta situación

A través de la Historia conocemos numerosas situaciones en las que un cambio en la condiciones climáticas produjo una escasez de recursos naturales (fundamentalmente agua y alimentos) en determinadas zonas, lo que, a su vez, impulsó a grandes migraciones/invasiones humanas en dirección a lugares más favorecidos.

Actualmente, aunque se desconocen las causas del denominado Cambio Climático, ya no hay dudas de que el mismo está produciendo una mutación importante en las condiciones climáticas y que éstas, a su vez, está generando fenómenos como una creciente carencia de agua, tanto de la potable como de la destinada a los cultivos para consumo humano y animal.

Se suma a esta condición natural, la circunstancias impuestas por la pandemia del COVID 19 la que ha ralentizado tanto la producción como la distribución de alimentos a nivel global. Lo que ha llevado, incluso, a expertos a alertar respecto de una posible hambruna a nivel mundial como lo ha anunciado David Beasley, director Ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos de la ONU. (1)

Sea como sea, hay dos fenómenos que marchan paralelos: un incremento del número y de las necesidades de la población mundial y una decreciente capacidad para satisfacer dichas necesidades, agravada, hoy, por los efectos económicos de la pandemia. Lo dicho no implica adoptar la famosa tesis malthusiana ni suscribir a los límites del crecimiento propugnado por el Club de Roma. Es simplemente, reconocer la existencia de un problema.

El precio de los alimentos es el problema

Históricamente, sabemos que los picos de precios de los alimentos tendieron a subir cada vez que se produjeron grandes desórdenes climáticos como una una gran tormenta monzónica en la India, una sequía en la antigua Unión Soviética o una ola de calor en el medio oeste de los EEUU. Cuando estos fenómenos ocurrían, en un pasado reciente, los grandes productores de alimentos como los EEUU, Brasil o la Argentina, pudieron usar sus excedentes para concurrir a satisfacer a los mercados de los países menos favorecidos para que no sufrieran hambre.

Por ejemplo, cuando el monzón afectó a la India en 1965, el gobierno del presidente de los EEUU, Lyndon Johnson, envió una quinta parte de la cosecha de trigo a la India, Lo mismo hizo la Argentina con respecto de España, luego de su Guerra Civil o cuando la ex URSS sufrió el boicot cerealero en los años 80.

También, hay que saber que la situación se ha ido agravando con los años porque, hoy, esa demanda, no solo es mayor, ya que la población ha aumentado. Es mayor, porque el destino de esos granos ya no es solo la alimentación humana directa, sino que sirven de forraje para el engorde del ganado destinado a esa tarea. Por lo que el tema es más complejo.

Paralelamente, las porciones de granos, especialmente de maíz, que son destinados a la producción de biocombustibles no ha dejado de aumentar. Por lo que no es casual que entre las subsidiarias del Grupo Vicentin haya una productora de ese combustible.

Ante estos hechos las respuestas de los respectivos Estados nacionales han variado en función de su mayor o menor facilidad para lograr lo que se denomina su “soberanía alimentaria”. Vale decir, su capacidad para darle de comer a su población con sus propios recursos. En un extremo, se ubican aquellos favorecidos por la naturaleza, como los EEUU, Rusia, Brasil y la Argentina que no solo disponen de todo lo necesario para alimentar a sus poblaciones, también, cuentan con excedentes que pueden vender y colocar en otros mercados que los necesiten. En el otro extremo, se encuentran países como China, la India y Vietnam que no disponen  de suficientes recursos naturales para obtener la ansiada soberanía alimentaria.

En épocas de escasez, como la actual, ambos grupos de Estados reaccionan en forma similar y opuesta. Por un lado, los grandes productores de granos, tienden a privilegiar sus respectivos mercados internos, por lo que suelen aportar menos volúmenes de su producción a los internacionales. Mientras que los países en los que reina la escasez están desarrollando diversas estrategias destinadas a mitigar esta falencia vital.

Por ejemplo, entre los segundos, los de la escasez, pero que no carecen de otros recursos y ante el temor de que no poder comprar el grano necesario, como Arabia Saudita y Corea del Sur, dieron un paso inusual. El de comprar o arrendar tierras en otros países en los cuales se cultivan los granos para ellos mismos. La mayoría de estas adquisiciones de tierras se han realizado en África, donde algunos gobiernos les arriendan tierras por menos de U$ 0,5 por hectárea, por año.

Paradójicamente, los países receptores de tales inversiones, como es el caso de Etiopía o el de Las Filipinas, también, carecen de una buena soberanía alimentaria. Pero, sus gobiernos están “hambrientos” de inversiones y de obras de infraestructura. Por lo que terminan entregando sus tierras cultivables a estas grandes empresas.

Llegado a este punto, nos preguntamos se acumulan: ¿Cómo compensarán estos Estados sus  deficiencias alimentarias? Concretamente, nadie sabe qué puede pasar si esas necesidades alcanzaran niveles dramáticos, como todo hace prever que ocurrirá.  Especialmente, cuando vemos que la denominada “soberanía alimentaria” forma parte de sus doctrinas militares como lo expresa en un reciente reportaje el Grl chino Qiao Liang chino, autor del famoso manual “Guerra Irresticta”, cuando dice:

“En el mundo moderno, la soberanía económica, la soberanía financiera, la soberanía cibernética, la soberanía de la defensa, la soberanía de los recursos, la soberanía alimentaria, la soberanía de las inversiones, la soberanía biológica, la soberanía cultural, la soberanía del discurso y otros aspectos de los intereses nacionales y la supervivencia forman parte de la soberanía nacional. No debe suponerse que la soberanía territorial es por sí sola un interés nacional fundamental, ya que esto guarda atingencia con el hecho de que otras soberanías son igualmente importantes y a menudo de mayor urgencia, que la soberanía territorial, entrando en la disyuntiva de vida o muerte”. (subrayado nuestro) (2)

En pocas palabras, los suministros mundiales de alimentos se está convirtiendo, rápidamente, en una nueva forma de presión geopolítica. Ya que cualquier civilización puede evolucionar y manejar  la pérdida de varios de sus recursos, pero no puede sobrevivir sin un abastecimiento seguro de comida.

La particular situación geopolítica de la Argentina

La economista Iris Speroni, respecto a la posición relativa de la Argentina en el mercado de granos, nos dice lo siguiente:

“La Argentina es un país pequeño en el comercio internacional como un todo. Constituye una parte ínfima del total medido en millones de dólares.” (…)  “Sin embargo la Argentina no es pequeña en todos los productos. Uno es grande si puede influir en el precio”. (…) “Nuestro país no sólo es grande en maíz. Lo es en innumerables productos: soja, miel, maní, poroto, garbanzos, pesca. Ha dejado de ser un país grande en carne (ahora en vías de recuperación) y en trigo (ídem)”.  (3)

Iris Speroni se pregunta y se responde, luego, que la Argentina es “grande” en el comercio de granos. Le agrego que esa grandeza viene, hoy, unida a una importancia geopolítica. Sobre la que debemos interrogarnos. Veamos.

Por un lado, China se ha lanzado a una campaña por la supremacía mundial. Para ello, necesita, entre otras cosas, de recursos materiales, especialmente materias primas y comida. A los efectos de poder transportarlas hacia sus centros de poder a puesto en marcha la denominada “Nueva Ruta y Cinturón de la Seda”. Una red de carreteras terrestres y rutas marítimas. También, ha puesto en funcionamiento “rutas” virtuales a través del ciberespacio y se ha lanzado a la conquista del espacio exterior. (4)

Por otro lado, los EEUU han decidido enfrentar esta pretensión, ya que ven amenazada su supremacía mundial. Para ello, ya durante la presidencia de B. Obama, los EEUU cambiaron su centro de gravedad geopolítico del Océano Atlántico hacia el Pacífico. Con el consecuente cambio de sus dispositivos de defensa estratégica y una reformulación de su sistema de alianzas.

Las características más agresivas de Donald Trump han disparado un conflicto que ya se encontraba planteado. El que ya se desarrolla en forma abierta en lo comercial y en lo tecnológico. Pero, que muy bien, puede escalar a otros niveles más duros.

En el medio de esta puja se encuentra la República Argentina. En principio, por lo ser uno de los principales proveedores de granos y, potencialmente, de carne de China y siguiendo, porque los EEUU han reinstalado su vieja Doctrina Monroe para dificultar, precisamente, este comercio. (5)

La puja se manifiesta, por el momento, en forma discursiva. Vale decir en el campo de la comunicación estratégica. Por ejemplo, no han sido pocas las manifestaciones y las visitas de altos funcionarios de los EEUU a la Argentina que han hayan “aconsejado” al gobierno argentino de tener cuidado y no profundizar sus relaciones con China.

Por su parte, China, fiel a sus tradiciones estratégicas, ha guardado silencio. Pero, sin duda que debe estar consciente de esta situación y adoptando contramedidas.

En el medio aparecen compañías multinacionales dedicadas a la comercialización y exportación de granos. Tales como: la norteamericana Cargill, la china COFCO, la francesa Dreyfus y la inglesa Glencore.

Todas ellas megaempresas y, especialmente, la última de ellas, Glencore es la que conforma el accionista mayoritario del grupo Vicentín (6); pero que cuenta en su haber con graves antecedentes vinculadas a prácticas comerciales monopólicas y corruptas en varios países. La misma ha sido acusada de tratos ilegales con Estados tramposos como Sudáfrica, la URSS, Irán e Irak y tiene una larga historia de pago de sobornos para burlar bloqueos. En estos momentos -tomen nota los abogados- está siendo investigada en los EEUU, en Colombia, en la RD del Congo, en Zambia y por parte de la ONU por procedimientos corruptos en la compra de voluntades estatales para impulsar sus negocios por materias primas. (7)

Seguramente, que el gobierno nacional dispone de esta información. Por lo que llama la atención que no se la utilice y que éste quiera bajar el perfil de las acciones de intervención y de expropiación. Lo que bien podría ser una astuta medida de velo y engaño. Pero, también, dado el conocimiento que tenemos de los actores, podría tratarse un negociado como tantas otras veces ha ocurrido.

Nos queda a nosotros, los argentinos patriotas desarrollar un entendimiento, primero, y una estrategia acorde, después, con esta grave situación geopolítica. Ya que no hacerlo constituiría una grave omisión.

Notas:

(1) Ver: https://espacioestrategico.blogspot.com/2020/04/el-cobit-19-podria-detonar-una-pandemia.html

(2) «General Qiao Liang: “No debemos bailar al son que nos imponga Norteamérica” https://espacioestrategico.blogspot.com/2020/05/general-qiao-liang-no-debemos-bailar-al.html

(3) SPERONI, Iris. “El Maíz, la Pachamama y el  presidente Pagano”.  http://restaurarg.blogspot.com/2019/07/el-maiz-la-pachamama-y-el-presidente.html

(4) KUO, Lily y KOMMENDA. Niko “¿Qué implica la iniciativa china de la ruta y el cinturón de la seda?” https://espacioestrategico.blogspot.com/2019/07/que-implica-la-iniciativa-china-de-la.html

(5) PISSOLITO, Carlos y BARRIOS, MIguel. “EEUU: de Truman a Monroe”. https://espacioestrategico.blogspot.com/2018/08/eeuu-de-truman-monroe.html

(6) PERFIL. «Glencore eleva participación en mayor procesador mundial de soja en Santa Fe.» https://www.perfil.com/noticias/bloomberg/bc-glencore-eleva-participacion-en-mayor-procesador-mundial-de-soja.phtml

(7) Ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Glencore

 

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