SáBADO, 30 DE NOV

Información para poner en debida perspectiva al virus y no caer en pánico

Ante la psicosis colectiva convenga poner un poco de contexto con información científica.

Por Pablo Díaz de Brito- La Capital

Tal vez ante la ola de alarma y psicosis colectiva que inunda el planeta convenga poner un poco de contexto con información científica. Veamos la última pandemia, la de la gripe A en 2009, que luego de provocar unos 200 mil muertos ese año se estableció como el virus estacional cosmopolita, en todo el planeta. La vacuna se produce desde 2010. Para el invierno boreal de 2018/19, los Centers for Disease Centers and Prevention de EEUU reseñaban: «Los virus de la gripe A fueron los predominantes. Si bien los virus de la gripe A (cepa H1N1pdm09) predominaron desde octubre de 2018 hasta mediados de febrero de 2019, los virus gripe A (H3N2) se notificaron con mayor frecuencia a partir de fines de febrero de 2019. La temporada tuvo una gravedad moderada basada en los niveles de enfermedades similares a la gripe en pacientes ambulatorios, las tasas de hospitalización y las proporciones de muertes relacionadas con la neumonía y la gripe». ¿Y cuál es esta «gravedad moderada» para los CDC estadounidenses? Bien, ahí van los números: «Los CDC estiman que la carga de la enfermedad durante la temporada 2018-2019 incluyó un estimado de 35.5 millones de personas que se enfermaron, 16.5 millones de personas que acudieron a un proveedor de atención médica por su enfermedad, 490.600 hospitalizaciones y 34.200 muertes» (informe completo: https://www.cdc.gov/flu/about/burden/2018-2019.html). Vale repetirlo: 34.200 muertes solo en los EEUU por ya olvidada gripe A. No hubo ningún titular ni «zócalo» televisivo de tono apocalíptico con esa información.

Desde Francia, el eminente virólogo argentino Pablo Golschmidt fue a contracorriente de la ola de temor mundial la semana pasada en una entrevista reproducida por este diario. «Llama la atención que a principios de este año se hayan disparado alertas sanitarias mundiales como consecuencia de infecciones por un coronavirus detectado en China, sabiendo que cada año hay 3 millones de recién nacidos que fallecen en el mundo de neumonía y 50.000 adultos en EEUU por la misma causa, sin que se emitan alarmas», comentó. «Diez millones de personas se contagiaron con el agente de la tuberculosis en 2018, de los cuales 1 millón eran niños y 205 mil murieron», agregó.

Información para poner en contexto al Covid-19, que ayer sumaba, según el mapa online de la universidad John Hopkins, 156.095 casos y 5819 muertes. Cierto, esta pandemia recién empieza para el Hemisferio Sur, pero en el país de origen, China, la nación más poblada de la tierra, ha comenzado a remitir dramáticamente. Debe tenerse en cuenta que el comportamiento de este virus, como el de otros similares, parece marcadamente estacional y que la gran mayoría de la población mundial está en el Hemisferio Norte, donde el invierno está terminando.

Señalado todo esto, que quede claro: las medidas que se toman son las que deben tomarse, las deciden equipos de especialistas con décadas de experiencia. Y seguramente en países como Argentina e Italia la invencible tendencia social al incumplimiento de las normas hará más grave la epidemia, como ya ocurre trágicamente en el norte italiano.

Pero lo que hay que combatir con cabeza fría, información científica y perspectiva histórica es el naciente estado de pánico irracional que se manifiesta en las redes sociales y en compras compulsivas de bienes (el síndrome del «prepper»). Vivimos entre agentes infecciosos todo el tiempo, que todos los años se llevan miles de vidas sin causar alarma colectiva alguna. Tomar a un virus nuevo y erigirlo en portador del Apocalipsis es profundamente irracional.

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