MIéRCOLES, 27 DE NOV

«El Paraná está en problemas»: las cuencas registran una increíble contaminación de agroquímicos

Según los estudios de un investigador del Conicet, los niveles de glifosato y Ampa detectados son cuatro veces más grandes que los que se pueden hallar en un campo de soja.

 

Las cuencas del Río Paraná registran niveles de contaminación de agroquímicos y metales pesados cuatro veces mayores que las concentraciones que pueden encontrarse en un campo sembrado con soja, según alertó un investigador del Conicet tras realizar estudios.

Damián Marino, investigador del Conicet y profesor de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de la Plata, expuso durante una charla en el Chaco los resultados de sus análisis, a raíz de los que pudo señalar que “los niveles de glifosato y de AMPA (metabolito en la degradación del glifosato) halladas en la cuenca son unas cuatro veces las concentraciones que pueden encontrarse en un campo sembrado con soja”.

“Hoy, el fondo de un río que desemboca e el Paraná tiene más glifosato que un campo de soja. El Paraná está en problemas”, sentenció.

El biólogo describió además que en la parte superior hay concentraciones de distintos insecticidas de uso agrícola, encontrándose en el resto una contaminación múltiple con algunos metales y principalmente con glifosato. “Son los sitios más afectados. El glifosato es una molécula dominante”.

Las muestras superan ampliamente los parámetros internacionales de presencia tolerables con respecto al insecticida endosulfán (prohibido en el país en 2013), y sus reemplazantes: clirpirifós y cipermetrina.

“La publicación científica validada a nivel mundial dice que todas las muestras de agua superaron para, al menos alguno de los plaguicidas, el nivel guía recomendado para toda la biota acuática y recomienda articular políticas inmediatas. Hoy, en el mercado mundial, el 90 por ciento de los plaguicidas es glifosato y el 10% restante se reparte entre clirpirifós, cipermetrina y endosulfán”, alertó, indicando además que se dieron cifras similares en el Río Paraguay.

Los monitores ambientales sobre las cuencas del Paraná se plasmaron en tres etapas: la primera fue en 2013, la segunda en 2016 y la más reciente en enero de 2017, con las que se ratificó la presencia de agroquímicos tanto en el agua como en los sedimentos (barro del fondo).

“Las muestras se tomaron en las desembocaduras de los arroyos o ríos que drenan desde el interior del país hacia el Paraná, con el objetivo de ver el goteo permanente sobre el gran río”, agregó.

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