SáBADO, 30 DE NOV

El nuevo «Nuevo Mundo»

El presidente Macri eligió buscar una relación privilegiada con el Estados  Unidos de Trump.

Desencontrado con la etapa histórica, el oficialismo se arrojó a los brazos del libre comercio al mismo tiempo que éste, como modelo hegemónico y excluyente, sufría su derrota final con la deserción de los Estados Unidos de sus filas.

Es por ello que, varias veces, señalamos que la estrategia de inserción internacional de la alianza Cambiemos fue, entre otros, uno sus mayores errores de diagnóstico.

El surgimiento del Nuevo Orden Internacional (NOI), caracterizado por la puesta en valor de los vectores de competitividad de las economías nacionales, se desarrolla en una dinámica de fondo esencialmente confrontativa (1), una lucha sin concesiones por la determinación de cuáles son los pueblos que tendrán trabajo y cuáles lo perderán.

Y, como hemos tratado de manera recurrente (la semana pasada, entre otras oportunidades), ese reordenamiento paulatino de las relaciones internacionales, cada vez más ajeno a las premisas del Consenso de Washington, abre una ventana de oportunidad para convertir a una Argentina de pleno empleo en una realidad posible.

En todo el orbe tal mutación adquiere diferentes características y velocidades, conforme se van redefiniendo a su vez las relaciones comerciales entre los países.

En América, dos hechos resonantes recientes ameritan ser objeto de análisis por sus secuelas:

  • en el hemisferio Norte, el acuerdo NAFTA acaba de ser renegociado, sobre bases que se apartan significativamente de su matriz filosófica inicial, dando origen al “Acuerdo Estados Unidos- México-Canadá” (USMCA, por su sigla en inglés), en mayor armonía con el NOI;
  • y en el Cono Sur, Brasil parece encaminarse a consagrar como presidente a Jair Bolsonaro, quien ha realizado altisonantes declaraciones sobre su preferencia por “menos Mercosur y más acuerdos bilaterales”, abriendo un interrogante sobre el enfoque hacia las relaciones internacionales que desarrollaría el nuevo gobierno de nuestro vecino país, que podría distar significativamente del de sus antecesores inmediatos, y del que sostiene el actual gobierno argentino.

Ninguna de estas novedades puede ser ignorada a la hora de reflexionar sobre el Modelo de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable (MoDEPyS) que la Argentina necesita y que, más temprano que tarde, iniciará su marcha.

En el norte: hecho en casa y bien pago

Con el allanamiento de Canadá a revisar el anterior tratado de libre comercio, culminó un proceso de arduas negociaciones, bajo la amenaza del presidente Trump de denunciar el antiguo pacto si no se modificaban aspectos considerados perjudiciales para su país.

Aunque restan los pasos formales para su vigencia, tales como la ratificación por los parlamentos, los trazos principales del USMCA ya han sido acordados por los negociadores de los respectivos poderes ejecutivos.

Los aspectos más distintivos, en cuanto a las modificaciones introducidas, son aquellas disposiciones orientadas a limitar el ingreso de bienes finales o insumos intermedios provenientes de países externos al tratado, ya que los beneficios arancelarios, en el intercambio comercial entre sus miembros, están subordinados al cumplimiento de cuotas mínimas, en general muy altas, de uso de componentes producidos en la región.

En el caso particular del intercambio con México, otro elemento clave impulsado por los EE.UU., es el vinculado a la reducción de las asimetrías entre los mercados laborales de los países.

Así se acordó:

  • que entre el 40% y el 45% de los productos de la industria automotriz debe ser realizado por trabajadores que ganen al menos u$s16 por hora,
  • incluir un Anexo que compromete acciones en la legislación mexicana para garantizar el ejercicio de las negociaciones colectivas y obliga a las partes a adoptar y mantener derechos laborales reconocidos por la Organización Internacional del Trabajo,
  • limitar, entre otros, los llamados “contratos de protección” que tienden a favorecer la precarización de las condiciones de los asalariados, e
  • incorporar nuevas disposiciones para prohibir la importación de mercancías producidas por el trabajo esclavo y garantizar que los migrantes estén protegidos por las leyes laborales.

Resulta evidente que el cuidado de las industrias locales y la promoción de empleos bien remunerados, son los ejes rectores de estos nuevos acuerdos.

Diseñando nuestra nueva integración económica

En varias oportunidades hemos señalado que las transformaciones del orden internacional hacen cada vez más evidente los límites del Mercosur.

Es que si luego de más de tres décadas desde la “Declaración de Foz de Iguazú” (2), los impedimentos de la integración continúan, ello no se debe (centralmente) a falta de voluntad o pericia política de los poderes ejecutivos, sino a la ausencia de complementariedad entre las dos economías más importantes del bloque.

Se trata de entramados productivos que compiten entre sí. Por ello, sin importar de cuál bien o servicio se trate, en general, las empresas brasileñas y las argentinas disputan los mismos clientes, incluso en sus mercados internos.

Dijimos hace más de un año (“Reforma laboral de Brasil: ¿el fin del Mercosur?”, BAE Negocios, 24/7/17), “si a las asimetrías de competitividad hoy existentes se le adiciona que la producción brasileña logra obtener un diferencial basado en el abaratamiento del costo de la mano de obra, será imposible la supervivencia del acuerdo tal como lo conocemos”.

A su vez, recordemos, las áreas de libre comercio nacieron enmarcadas en los postulados del mundo globalizado, sostenidas en los cimientos axiomáticos de las corrientes neoliberales y que también fueran adoptados como tales por las socialdemócratas.

Así como el oficialismo argentino se “abraza a la globalización”, también lo vienen haciendo las últimas administraciones de Brasil, fenómeno especialmente notorio una vez que, en su segundo gobierno, Dilma Rousseff cediera las riendas de la economía al neoliberal Joaquim Levy (3).

En el caso de que asumiera Bolsonaro, y una vez en el gobierno diera curso a los anuncios antes citados, Brasil sólo anticiparía una discusión que ineludiblemente debemos dar, compelidos por las necesidades que supondrán para la instalación de un MoDEPyS en la Argentina, la continuidad de las múltiples tensiones e incompatibilidades en el mercado común.

No caben dudas de que el diseño del nuevo ciclo de integración económica, adaptado a las necesidades de nuestro modelo de desarrollo, requerirá, además de redefinir la relación con Brasil, extender los horizontes de nuestro intercambio comercial en un esquema de articulación en el que la producción argentina llegue, entre otros destinos, cada vez más al norte del continente.

En el nuevo amanecer de nuestra Patria, nuestro mejor futuro estará en saber integrar a todas las naciones hispanoparlantes de América del Sur, en un conjunto armónico de economías complementarias, alrededor del eje Caracas-Bogotá-Lima-Buenos Aires, recuperando así la gesta sanmartiniana.

1 Proceso no exento de violencia, al que el papa Francisco con crudeza caracteriza como III Guerra Mundial en cuotas.

2 Acuerdo de integración, precursor del Mercosur, firmado por los presidentes Raúl Alfonsín y José Sarney en 1985.

3 Dicha orientación tendría continuidad si resultara electo el candidato del Partido de los Trabajadores, Fernando Haddad, según sus propios anuncios de campaña.

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