JUEVES, 28 DE NOV

¿Es necesaria la educación sexual en las escuelas a partir de los cuatro años?

Esa pregunta motivó a la psicóloga Soledad Pedrana a replantearse el tema sobre la hipersexualización en la educación y considerar la idea de que en edades tan tempranas podría "despertar una mirada sobre el sexo que antes no estaba".

 

Por Jennifer Hartkopf

«A veces pienso si las escuelas hacen bien en dar educación sexual en las escuelas a partir de los cuatro, cinco o seis años», se plantea la psicóloga Soledad Pedrana mientras reflexiona en silencio. Tras una pausa apunta: «Despiertan una mirada por el sexo en el niño que antes no estaba».

«Hoy por hoy los programas de educación sexual para las escuelas en nivel inicial apuntan a querer informar al niño para protegerlo de algo que el niño ni pensaba. No todos los chicos tienen tal curiosidad sexual a esa edad -4 a 6 años-«, explica la profesional en diálogo con Conclusión y en seguida agrega: «En esta idea de promediar que la curiosidad sexual se inicia a los 4 o 5 años, el mismo aparato ideológico del Estado, en materia educativa, hace estragos».

Según manifiesta Pedrana, el hecho de enseñar educación sexual desde tan temprana edad responde a que la sociedad busca poner un remedio, un amparo, ‘abrir un paraguas’ ante lo que son los enormes casos de abuso sexual que existen hoy día, producto de la misma oportunidad de hipersexualización que se ha desarrollado en los últimos tiempos, exposición en la que dejamos a los niños. «No estamos tomando las medidas que deberíamos», lamentó.

Otro de los factores que impulsa tales medidas tiene que ver con el temor de lo que pasa con los chicos o lo que pueda llegar a pasar con ellos: «Existe un modelo represivo que es el temor que provoca, entonces se arman estrategias poco inteligentes, destinadas a edades que no van».

Frente a tal situación la psicóloga se replantea la posibilidad de trasladar tal educación a los mismos padres. «La educación sexual la dejaría relegada a las familias, qué hacer o no con mi cuerpo debería ser una información que otorguen padre y madre, por los menos hasta los 7 años. Y recién en la introducción a un primer grado trataría de despuntar algo del orden de los planes de educación sexual«, sugirió.

«Debemos dar orientación a los padres para que puedan educar a sus hijos en la casa, no al revés. Y si por algún motivo alguna maestra percibe en sus niños algún tipo de comportamiento que pueda apuntar algo raro en materia sexual, puede llamar de forma apartada al padre del chico para empezar a trabajarlo entre ellos», expresó Pedrana a Conclusión.

A modo de ejemplo, consideró que infundir masivamente diferencias anatómicas sexuales en láminas a los 4 y 5 años, «ni por casualidad» es la forma, porque actúa de forma anticipatoria, «despierta en el niño ideas que quizá no tenía».

Como posible alternativa, la especialista propuso una charla informativa inicial para poder orientar a los padres en esa curiosidad sexual, donde se hable del desarrollo normal de la sexualidad para ver si después hay algo fuera de sitio. «Es importante que los padres construyan sus parámetros sobre lo que quieren o no, sobre lo que pueden o no educar. La responsabilidad es de ellos».

«No somos capaces como sociedad de revisar nuestros propios errores, nos quedamos con el ‘librito’ fantástico que armó el gobierno de Santa Fe pero no nos preguntamos cuál es el modelo normal de un niño», se quejó.

– ¿A qué te referís cuando hablas del ‘modelo normal de un niño’?

– Lo único normal es que un chico tenga sus tiempos subjetivos para cubrir la sexualidad, que es lógico que se dé durante el primer septenio. No hablo por normal nada que tenga que ver con la norma, o como una única salida. Sino que entiendo lo normal como la multiplicidad de factores de poder investigar sobre su propio cuerpo y sobre el vínculo con el otro.

– ¿Cuál sería entonces el rol del maestro?

– Mirar, orientar y si percibe algo que preocupa llamar a los padres. Generamos maestros con miedo, no permitimos a las personas que participan de las tareas verdaderamente imposibles como gobernar, educar, psicoanalizar, el erro. No les permitimos poder confesar sus miedos, poder elaborarlos. Son soldaditos del Estado, que baja el contenido y lo tenes que explicar.

Invitando a la reflexión lo comparó con el bullying y lanzó varios interrogantes: «¿Crece porque la agresividad crece o porque está de moda hablar de eso? ¿Estamos trabajando sobre conceptos reales, en pro del cuidado de la sociedad, o estamos imponiendo conceptos? Lo mismo pasa con la sexualidad», sostuvo para concluir.

 

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