LUNES, 02 DE DIC

Trump ganó la primera pulseada al nuevo Congreso de mayoría republicana

Un grupo de legisladores republicanos buscaba someter a una votación para acabar con la "excesiva intrusión" del Comité de Ética, lo que fue criticado por el presidente de EE.UU por priorizar dicha medida con todo el trabajo que tienen por hacer. 

El nuevo Congreso de Estados Unidos comenzó hoy a sesionar con un enfrentamiento entre el presidente electo, Donald Trump, y un grupo de legisladores republicanos que intentaron votar una propuesta para quitar independencia a una oficina que investiga a los congresistas.

La rebelión republicana, que empezó anoche con una reunión a puertas cerradas, no tardó en ser desbaratada por el propio Trump, quien a 17 días de asumir la presidencia, salió a marcar la cancha con un mensaje en Twitter.

«¡Céntrense en la reforma tributaria, la asistencia sanitaria y tantas otras cosas de una importancia mucho mayor!», escribió esta mañana Trump, poco antes de que el liderazgo del partido en la Cámara baja obligara al grupo de legisladores a abandonar la propuesta.

El subgrupo republicano, encabezado por el legislador de Virginia, Bob Goodlatte, buscaba someter a una votación una propuesta para acabar con la «excesiva intrusión» de la Oficina de Ética del Congreso (OCE) y colocar a la entidad, ahora independiente, bajo el ala del Comisión de Ética de la Cámara Baja.

Dicha comisión fue acusada en el pasado de ignorar denuncias creíbles de corrupción, mientras que la OCE, creada en 2008, tiene potestad para investigar denuncias anónimas y hacer públicas sus investigaciones directamente, como forma de preservar la independencia del órgano legislativo.

Trump criticó al grupo republicano por dar prioridad a esa medida «con todo lo que el Congreso tiene que trabajar», pero no protestó por la intención de debilitar a la OCE, a la que considera una oficina que actúa de manera «injusta».

Tras los cuestionamientos del empresario, el líder de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, logró quitar la polémica medida de un paquete de leyes, que ocupó el primer lugar de la nueva agenda legislativa de 2017. Ryan, quien fue reelegido hoy como presidente de la Cámara Baja, aseguró que la oficina seguirá siendo independiente.

«Quiero dejar muy claro que la Cámara Baja exigirá a sus miembros cumplir con los más altos estándares éticos y que la Oficina de Ética del Congreso continuará operando independientemente para asegurar la rendición de cuentas del Congreso», aseguró Ryan, citado por la agencia de noticias EFE.

La polémica estalló en el primer día de sesiones del 115° Congreso estadounidense, en el que el Partido Republicano consiguió conservar la mayoría tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes.

El presidente saliente del Senado, el vicepresidente Joseph Biden, tomó juramento a 34 nuevos senadores; mientras que Ryan presidió la toma de posesión de los 435 representantes de la Cámara baja, donde los republicanos, con 241 escaños, ostentan la mayoría.

En la apertura de sesiones del Senado, el líder de la minoría demócrata, Chuck Schumer, cargó directamente contra Trump y sostuvo que la Presidencia de la Nación no se ejerce a través de Twitter y advirtió que su bancada estará muy atenta a las acciones del nuevo gobierno republicano.

«Lo que siempre haremos es mantener vigilado al presidente electo y a sus colegas republicanos en el Congreso», dijo Schumer, quien asumió hoy el control de la bancada minoritaria demócrata, tras la salida de su antecesor, Harry Reid.

«Vigilaremos que el presidente electo Trump mantenga los valores que verdaderamente hacen a Estados Unidos grande, pero pelearemos con él con las uñas cuando apele a los instintos más bajos que disminuyen a Estados Unidos y su grandeza, instintos que frecuentemente plagaron este país y su campaña», agregó.

El nuevo Congreso prometió que dará marcha atrás con algunas de las medidas más populares del presidente Barack Obama y que lo hará en los primeros 100 días de gobierno.

De hecho, la bancada republicana presentó hoy una propuesta para acabar con la reforma de Salud, una de las políticas más celebradas del gobierno de Obama.

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