SáBADO, 30 DE NOV

Con un sentido homenaje, Los Pumitas hizo un minuto de silencio a un año del asesinato de Maxi Jerez

Entre calles militarizadas, un búnker que se reconstruye en silencio y una compungida multitud, familiares y amigos del niño de 12 años recordaron su vida en medio de un barrio que no cambió nada.

 

Por Manuel Parola

Silencio. El barrio Los Pumitas, ubicado en las profundidades de calle Génova, está envuelto en un estupor que se parece más al miedo que al luto. Los primeros días de marzo alzan en el cielo un sol cansado que calienta pero no aplasta a los peatones ni quema los altos yuyales de cada esquina. La gente camina en dirección al club social comunitario Qadhuoqte, antes de llegar a la esquina del pasaje San José y Cabal, frente la amplia cancha en las inmediaciones del Club Los Pumas. El fuego arde bajo una olla de la cual se servirán raciones de mate cocido a todos los presentes. En contra de la leve brisa que sopla, dos banderas se despliegan, una de tela estampada y otra de lona: la primera tiene la foto de un niño expectante con una camiseta deportiva azul, mientras que la segunda reza: “Justicia por Maxi”. Es martes 5 de marzo del 2024 y hace un año que asesinaron a Máximo Jerez.

El barrio que lo vio crecer organizó un homenaje donde los padres, los tíos y los vecinos que él buscó defender del hambre en las marchas de la Corriente Clasista y Combativa (CCC) se congregaron alrededor del mural dedicado a su memoria para, nuevamente, pedir justicia por su temprana e injusta muerte.

Silvia, la maestra que le dio clases a Maxi en la escuela primaria bilingüe “Cacique Taigoyé”, sostuvo a Conclusión que los lazos que unen a los vecinos son muy fuertes. Producto de las necesidades comunes, del encuentro en los pasillos y callejuelas del barrio Empalme Graneros, todos sintieron la muerte de Maxi como si de un familiar se tratara.

Ingresar a la plaza no es sencillo: primero hay que atravesar una calle con efectivos de gendarmería que, cuentan los vecinos, no estaban allí la tarde anterior. La camioneta de Edgardo Orellano, padre del joven Bocacha Orellano, salió en busca de los tíos de Maxi.

La pareja fue a la comisaría 24 para ampliar la denuncia que hicieron este lunes tras descubrir que el búnker que los vecinos destruyeran a los pocos días del cruel y evitable asesinato está siendo silenciosamente reconstruido. De la misma manera, denunciaron que sufrieron amenazas para que no hablaran con la policía.

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A fuerza de bronca y desamparo, la comunidad destruyó una casa en las adyacencias del lugar del hecho. El hecho cobró relevancia nacional, pero después de que la vivienda fuera destruida hasta los cimientos los vecinos denunciaron que los transeros fueron recuperando a base de amenazas los elementos sustraídos de la casa, incluido un inodoro, que se transformó en la postal del suceso.

“En el barrio sigue todo igual”, dijo Antonia, la tía de Máximo, quien habla de su sobrino en presente. En diálogo con Conclusión, la señora apuntó con voz quebrada que hay una cuadrilla de efectivos de gendarmería que desde hace un año que recorre el barrio, pero que no supera los tres gendarmes, quienes van rotando la guardia. La tarde del homenaje de su sobrino hay tres gendarmes por esquina y varios patrulleros rondando la zona. El barrio de luto es custodiado por la fuerza de seguridad.

Una vez cumplidas las 18.40 y el sol alicaído, la multitud hizo un minuto de silencio, donde los ojos colmados de llanto y las gargantas angustiadas se unieron en un vacío lleno de recuerdo, frente a la inmortalizada imagen del niño que su tía y su maestra recuerdan con la alegría infantil de quien sueña una vida vivible y mejor. Una existencia digna, lejos de la “pobreza de los olvidados” que cada uno de los que viven en Los Pumitas carga sobre sus hombros.

Muchos de los vecinos de Empalme Graneros acompañó con su voto a la fórmula de La Libertad Avanza, cansados de las promesas y de las visitas que nunca dejan nada más que fotos para los medios: “Con este nuevo gobierno creíamos que estaríamos mejor, pero nos cortaron las piernas”, sollozó Antonia mirando la calle de tierra que circunscribe la cancha donde las decenas de los chicos que corretean alrededor suyo juegan a la pelota cada tarde.

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El barrio Los Pumitas era una de las 19 obras que fueron congeladas, cuando no canceladas, tras el desfinanciamiento del Fondo de Integración Sociourbana (Fisu) firmado por el presidente Javier Milei tras su arremetida mediática contra el líder social Juan Grabois. La obra que buscaba mejorar la cancha de fútbol mencionada, el alumbrado público y el centro comunitario Qadhuoqte se detuvo, mientras que se canceló la otra obra que esperaba la relicitación para la construcción de la red de agua y cloacas, el tendido eléctrico, alumbrado, la pavimentación de calles y el levantamiento  de veredas y cordones cuneta que estaba previsto para iniciar este año.

Tras el minuto de silencio, la nutrida comitiva hizo un recorrido que rodeó el club Los Pumas, donde Maxi jugaba a la pelota, fue hasta calle Cabal, pasando por el lugar donde fue acribillado el niño, para después regresar al mural.

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La madrugada del domingo 5 de marzo del 2023 un Honda Civic negro abrió fuego en Cabal al 1300 bis hiriendo gravemente a tres personas y asesinando a un niño de 12 años que estaba allí, el cual posteriormente sería identificado como Maxi Jerez. Un nuevo símbolo de la violencia en la que se encuentra sumida la ciudad de Rosario.

Este miércoles se realizará una marcha al Centro de Justicia Penal de Rosario para exigir justicia por Maxi. La manifestación partirá desde Sarmiento y Pellegrini a las 10.

 

 

 

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