VIERNES, 29 DE NOV

Por la pandemia, aumentó un 25% la población con depresión y ansiedad

Desde la OMS confirmaron "lo que se temía": que las medidas como "el aislamiento, el miedo, las muertes, los duelos, la escuela en casa o el doble trabajo de las mujeres en la casa, iban a tener un impacto en la salud mental".

 

La directora de Salud Mental y Consumo de Sustancias de la OMS, Dévora Kestel, señaló este miércoles que por la pandemia de Covid-19 aumentó un «25% la gente con depresión y ansiedad» en el mundo y alertó sobre el impacto del «cambio climático en la salud mental» de los jóvenes «preocupados por un futuro incierto», antes de su participación en la 5° Cumbre Mundial de Salud Mental (GMHS, por sus siglas en inglés) que comienza este jueves en Buenos Aires.

La GMHS se desarrollará en el Centro Cultural Kirchner (CCK) con el objetivo de dar continuidad a las Cumbres celebradas en Roma (2022), París (2021), Ámsterdam (2019) y Londres (2018).

Antes de la Cumbre, Kestel contó que el objetivo del encuentro es intercambiar «experiencias exitosas en las distintas realidades» y permitir que se vislumbren «caminos posibles para avanzar en políticas de salud mental que respondan a las necesidades de cada país, porque actualmente no es así».

Bajo el lema «Salud Mental en todas las políticas», la GMHS 2023 propone presentar una concepción de salud mental que se asuma como componente transversal de todas las políticas públicas, con el objetivo de intervenir respecto de los determinantes sociales que atraviesan a personas y comunidades.

Los procesos de desmanicomialización; los determinantes sociales, económicos y ambientales de la salud mental; el impacto del cambio climático y ambiental en la salud mental; la salud mental y bienestar en los lugares de trabajo, serán algunos de los ejes temáticos de talleres y conferencias.

«La mayor parte de las personas con problemas de salud mental no encuentran respuestas de parte de las autoridades de salud porque hay muy poco presupuesto, muy pocos servicios disponibles», dijo la funcionaria internacional.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la salud mental como «un estado de bienestar en el que cada individuo desarrolla su potencial, puede afrontar las tensiones de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera, y puede aportar algo a su comunidad».

«Salud mental es salud, no enfermedad mental», subrayó Kestel.

Con respecto a la pandemia de Covid-19, tema que también será abordado en la Cumbre, explicó que desde la OMS confirmaron «lo que se temía»: que las medidas como «el aislamiento, el miedo, las muertes, los duelos, la escuela en casa o el doble trabajo de las mujeres en la casa, iban a tener un impacto en la salud mental».

«Según un estudio que hicimos el año pasado, hubo un 25% de aumento de gente con depresión o con ansiedad, sobre todo jóvenes, mujeres y personas de lugares donde el Covid pegó más fuerte«, resaltó.

Pero no sólo la pandemia tuvo impacto sobre los jóvenes, también lo tiene el cambio climático, sobre todo las implicaciones en la salud mental «cuando hablamos de inundaciones, terremotos o migraciones», advirtió.

El cambio climático genera en muchos jóvenes lo que en Europa se denomina «ecoansiedad», que significa la preocupación por un «futuro incierto».

Ante la «ecoansiedad», la especialista sostuvo que hay que «parar el cambio climático para limitar el daño» y no preguntarnos «qué hacemos con los jóvenes ansiosos».

En ese sentido, la experta explicó que si los servicios están centralizados en hospitales psiquiátricos «cuando hay una necesidad por un hecho vinculado al cambio climático, no hay servicios en la comunidad disponibles», y destacó la importancia de llevar a cabo una «desinstitucionalización» o cierre de instituciones (manicomios) que alojan a personas que atraviesan padecimientos psiquiátricos.

En Argentina, el 25 de noviembre de 2010, fue aprobada la Ley Nº 26.657 que supuso un cambio de paradigma en materia de salud mental en concordancia con los tratados internacionales y las exigencias de la OMS, en la medida en que implica pasar de un modelo «hospital céntrico», tutelar y de aislamiento, a otro basado en la atención en hospitales generales y una red integrada de dispositivos intermedios de base comunitaria (casas de medio camino y de convivencia, centros y hospitales de día, talleres y emprendimientos sociolaborales), la autonomía con apoyos y la inclusión social.

Desde la OMS, la «desinstitucionalización» que se «viene practicando desde hace más de 40 años en algunos países» es un concepto que se diferencia de la desmanicomialización, porque «nos preocupa que cualquier institución social o de salud que deposita personas por problemas de salud mental cambie, y no sólo los llamados manicomios», abundó la especialista.

«A nivel mundial, el 2% del presupuesto de salud está destinado a la salud mental, y entre el 60 y 70% de ese total va a hospitales psiquiátricos. Estos fondos se pueden utilizar de otra manera», sostuvo.

Luego explicó que «hay experiencias en muchos países del mundo en los que mueven a personas desde un hospital psiquiátrico, desde un manicomio a otra institución, y eso no es lo que estamos proponiendo».

“Esto requiere tomarse muy seriamente el tema, porque es un proceso complejo que demanda de una coordinación y desarrollo que lleva tiempo y recursos, y conlleva actores que están más allá del sector salud», dijo.

También subrayó que «en los hospitales psiquiátricos -en general- hablamos de gente que vive ahí por cuestiones sociales, de pobreza, y no necesariamente por problemas psiquiátricos agudos», y «sabemos que hay gente que vive 5, 10, 15 años en esos lugares. Conocí una persona en Argentina que estuvo 48 años en un hospital psiquiátrico».

Por eso precisó que la propuesta de la OMS es llevar a cabo «procesos que, por un lado, limiten los ingresos de nuevas personas y aumenten los servicios en la comunidad en paralelo, de modo que la gente encuentre respuestas en la proximidad a su casa y no tenga que ir a un hospital psiquiátrico».

El tercer componente es aumentar «el número de altas», y para ello es necesario que se produzcan «oportunidades de trabajo, viviendas u otro lugar adónde ir» para las personas.

La meta es que las personas con problemas de salud mental, «por más que hayan estado graves alguna vez en su vida», obtengan «respuestas como otras personas con problemas de discapacidad física, que muchas veces tienen beneficios» a diferencia de aquellos que «por tener un diagnóstico psiquiátrico quedan automáticamente excluidos».

 

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