Por Pablo Bloise

Matías Vidondo vuelve al ruedo, y de la mejor manera posible: en su ciudad. No nació en Rosario, pero desde hace muchísimo tiempo la siente como propia y hasta el mismo público lo ha adoptado como rosarino. Este viernes, el pugilista nacido en Neuquén defenderá la corona de los pesados y el título sudamericano ante el cordobés Strunz en Sportivo América.

Mientras los guantes y la bolsa van de un lado a otro, el guardapolvo y los libros esperan. “Es una etapa muy complicada. Necesito meterme en el boxeo por unos meses. Tengo que pelear y también trabajar, porque al boxeador argentino se le hace muy difícil vivir de esto. Pero cuando las ganas y el tiempo vuelvan, retomaré”, dijo sobre su carrera universitaria: Medicina.

Con su buen humor característico y el enfoque bien puesto en el combate del próximo fin de semana, el Matador dialogó con Conclusión y aseguró que si su rival “viene a buscarme para la guerra, va a caer”.

—¿Cómo te preparás para esta tercera defensa del título?

—La preparación viene siendo bastante dura. Es una mezcla de todo: buena dieta, buen entrenamiento y buen descanso. Esto último es lo que menos hago, porque no tengo mucho tiempo debido al trabajo. Lamentablemente al boxeador argentino se le hace muy difícil vivir de esto.

¿Cómo fueron tus días en estos primeros meses del año? 

—Entreno a la mañana, y al mediodía me voy a laburar. Tengo una hora y algo más para recuperar, y después tengo un segundo turno. A veces, agrego un turno más de trote a la noche. Es una agenda muy cargada.

—Por eso se te complicó el estudio…

—Seguro. Es una etapa bastante jodida para hacer las dos cosas. La carrera está en stand by desde hace tiempo. Cerré hace rato los libros por cuestiones personales y en este momento me cuesta mucho volver a abrirlos. Uno está todo el día entrenando y también trabajando. Es en parte una excusa, pero también una realidad. Cuando el tiempo y las ganas vuelvan, retomaremos.

—¿Qué sabés y qué esperás de tu rival?

—Lo que espero es que no me aguante las manos y se caiga (risas). Es un rival a quien respeto y mucho. Principalmente, desde el momento en que alguien accede a pelearme, se gana mi respeto. No son muchos los que quieren pelear conmigo. Sé que no lo noqueraon nunca y que es un tipo muy duro y que aguanta mucho. Debo tener una buena estrategia de pelea y llegar bien entrenado.

—¿Cómo pensás que le podés ganar?

—Hay que ver lo que me plantea él. Yo estoy preparado para todo. Si él se dedica a caminar el ring, que creo que es lo que va a hacer y esperar a que me canse, tendré que buscarlo. También tengo en cuenta que el campeón soy yo, y mientras menos trabaje él, menos chances tendrá de ganarme. Y si me viene a buscar para la guerra, va a perder.

—Estás con mucha confianza y encima peleás en Rosario…

—Sí, realmente me da mucha alegría. Yo pensé que no iba a pelear nunca más acá. Son eventos importantes, y yo sé que en esta ciudad nunca hubo ni hay apoyo al boxeo. Como estas son peleas “caras”, pensé que nunca más me iba a subir un ring de acá. Pero cuando me dijeron, me alegré. 

—¿Qué vendrá después?

—Todo depende del resultado. En el boxeo y en cualquier profesión. Si yo le hubiese ganado a Ortiz en Estados Unidos, ahora estaría viviendo allá porque tenía un contrato firmado por mucho dinero. Pero nunca se sabe, y mucho menos en este país. Ojalá venga otra pelea, acá o afuera.

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