En los primeros días de diciembre del año pasado, Global Research publicó una nota de opinión firmada por F. William Engdahl, a la que tituló “El peligroso engaño llamado Presidencia Trump”.

“No debemos imaginar ni por un segundo –comenzaba el escrito- que los patriarcas, esos viejos sin amor como David Rockefeller o George Herbert Walker Bush, u otros sin nombre, fueron tan abrumados por el genio político del candidato Trump, emergiendo de cada escándalo más poderoso que antes, que fueron sorprendidos, engañados con astucia, y sólo gimieron y dejaron que sucediese”.

Según la opinión de Engdahl, la presidencia de Trump“ha sido planeada minuciosamente por ellos y por sus thinktanks. Bastante simplemente, vieron que si seguían las políticas que Hillary Clinton representaba – guerra y confrontación contra Rusia, contra China, con las desestabilizaciones de la Revolución del Color de todos y cada uno de los líderes políticos que se opusieron a ellos, sean Gadafi o Mubarak o incluso Putin- perdían poder sobre partes enormes del mundo, poder geopolítico esencial”.

El “Plan B”

Luego se refiere a lo que denomina como “Plan B”, al comentar que “cuando un presidente de la relativamente pequeña ex colonia americana no teme atacar abiertamente a un presidente americano llamándolo «hijo de puta», y declarar en China la «separación» de sus Filipinas de los Estados Unidos; cuando un país tras otro se hacen más cercanos a Rusia, a China, en la cooperación económica y política, y a su creciente cohesión económica eurasiática alrededor del proyecto de infraestructura eurasiática One Bridge One Road, era claramente el momento de instalar un Presidente del Plan B”.

Y, a ese “Plan B”, el columnista le pone nombre y apellido: “Es el magnate de casino Donald Trump”, a quien además define como “una tabla rasa política, una persona poseída por el poder con un potencial de chantaje que lo mantendrá en el programa para ellos, un macho alfa que está muy dotado para poder hacer temer a la gente”.

Sociópata y narcisista

Engdahl va mucho más allá y afirma que “si fuéramos a usar las definiciones psicológicas convencionales, diría que (en Trump) encaja la palabra sociópata, o sea trastorno de la personalidad antisocial caracterizado por una falta de respeto a los estándares morales o legales en la cultura. Narcisismo –agrega- sería otro término apto, porque es el extremo egoísmo, con un una visión grandilocuente de sus propios talentos y un ansia de admiración. Lea su propia autobiografía –aconseja el periodista- y sus descripciones de sus antiguas travesuras con el abogado y mentor de la mafia, Roy Cohn, en el cocainómano Estudio 54, y observe más de cerca su historia real, no sólo la que él despacha como «charla de vestuario» hace once años con Billy Bush. Definitivamente no es JFK o Charles de Gaulle; ni siquiera se acerca”.

Más adelante, y casi a modo de manifiesto personal, dice: “Declaro claramente mi convicción, y por favor recuerden esto según se desarrollen las políticas de la presidencia de Trump después del 20 de enero de 2017, para ver si estoy en lo correcto o no: Donald Trump fue puesto en el cargo para preparar a Estados Unidos para la guerra, una guerra que los bancos de Wall Street y el complejo industrial militar estadounidense no están actualmente en una posición económica o industrial o cualquier otra, ni geopolítica, para ganar. Su trabajo consistirá en reposicionar a los Estados Unidos para que puedan revertir la tendencia a la desintegración de la hegemonía global estadounidense, a fin de «reconstruir las defensas de los Estados Unidos», como ponen Dick Cheney y Paul Wolfowitz en su informe de septiembre de 2000, Project forthe New American Century”.

Los lazos entre Moscú y Pekín

Se refiere luego, en su columna, que recordemos fue escrita en diciembre pasado, a que “para preparar eso, será una prioridad una estrategia de engaño que debilitará fatalmente el desarrollo de profundos lazos entre Rusia y China. Ya ha comenzado. Tenemos una llamada telefónica amistosa de ‘The’ Donald a Vladimir el ‘Temible’ en Moscú. Los medios de comunicación rusos están eufóricos ante una nueva era en las relaciones entre Estados Unidos y Rusia después de Obama. Entonces de repente oímos al jefe de la OTAN, Stoltenberg, pronunciar súbitamente palabras tranquilizadoras a Rusia. Flota la idea de que el congresista de California y conocido de Putin, Dana Rohrabacher, suena como posible Secretario de Estado. Es el clásico equilibrio de poder geopolítico de Kissinger – parece aliarse con el más débil de dos enemigos mortales, Rusia, para aislar al más fuerte, China. Probablemente Vladimir Putin –aclara- no es tan ingenuo ni tan estúpido como para caer en esto, pero esa es la trama de los manipuladores de Trump. Zbigniew Brzezinski instó este verano pasado a esta estrategia de prevención de la creciente cooperación Rusia-China en una declaración”.

Tácticas de dominación global

Finalmente hace referencia a lo que, en aquel mes de 2016, eran los prolegómenos de la definición del futuro gabinete. “Ya que él ha sido seleccionado (y no por nosotros, queridos votantes) para desempeñar un papel definido – para cambiar las tácticas de la dominación global de acuerdo con los fundamentos de la Doctrina Bush-Wolfowitz de 1992, adelantándose a cualquier nación o grupo de naciones en Eurasia en desafiar a la hegemonía de la única superpotencia Americana – la selección de su gabinete y de los principales asesores políticos es vital. Aquí ya podemos ver los contornos del elenco de personajes que han sido elegidos para completar la obra de teatro llamada Presidencia Trump y la nueva trama emergente para reconfigurar la estrategia de la única superpotencia”.