El lago Nahuel Huapi registra uno de los niveles más bajos de agua de las últimas décadas, en un invierno seco y con ausencia de nevadas que se vive en la zona de influencia de la ciudad de San Carlos de Bariloche.

Mientras la falta de lluvia genera incertidumbre, creció este año entre la población la demanda de perforaciones para buscar agua subterránea.

La sequía pone en alerta a autoridades locales respecto de lo que podría pasar en el verano con los incendios forestales, a pesar de que se prevé que en agosto empiece un período de lluvias que le permitiría recuperar nivel al lago.

La situación conlleva también el retraso de la llegada de la nieve, un símbolo de una ciudad centrada en el turismo, lo que preocupa a autoridades y operadores turísticos de la región.

Es que, por el momento, la temporada es más que floja, con apenas un 30 por ciento de ocupación hotelera y proyecciones para el resto del invierno que hablan de un 50 o 60, al igual que en otra localidades cordilleranas cercanas.

El retraso del arranque de la temporada invernal, que en toda la comarca andina ocupa a unas 70 mil personas, provocó que vecinos lleguen a congregarse en sitios como el Centro Cívico barilochense para convocar, mediante rituales, a la madre naturaleza a que se decida a enviar la esperada nieve.

De acuerdo con los registros de la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas (AIC), en los primeros días del mes de julio se registró en el lago una cota de 0,71 metro, que perforó la mínima histórica de 2007, de 0,95.

Los vecinos de la zona pueden ahora atravesar el lago a pie en algunas zonas y aseguran que el espejo de agua hace varios años que viene en baja.

Fabián Genovese, de la consultora Beah Ambiental, dijo que hay un incremento del 30 por ciento de las consultas de clientes para realizar perforaciones más profunda con el fin de encontrar las aguas de las napas. «En estos pozos ha bajado el nivel del agua y han quedado secos. Y requieren una perforación a más profundidad. Esto pasa en el verano pero en el período húmedo que va de mayo a octubre, se recupera. Recibir este tipo de consultas en pleno julio no es habitual», contó.

Ezequiel Marcussi, meteorólogo del Servicio Federal del Manejo del Fuego que trabaja en conjunto con el Servicio Meteorológico Nacional, trazó un panorama complicado para la primavera y el verano con la posibilidad de incendios forestales.

Sostuvo que entre julio y agosto podría haber «buenas precipitaciones, la primavera será seca y por lo tanto, habría un complicado comienzo de la temporada de verano».

«Esta sequía se compara a la temporada de 1997 y 1998, en lo que a incendios se refiere», explicó por su parte, Claudio Brockerhof, de la coordinación regional Patagonia del Servicio Nacional de Manejo del Fuego.