Al menos seis personas murieron hoy y otras nueve resultaron heridas en un atentado suicida en la capital afgana, en las proximidades de una sucursal del Banco de Kabul y a unos 300 metros de la embajada estadounidense y el Tribunal Supremo, el mismo día que la ONU informó que más de 200.000 civiles tuvieron que abandonar sus casas en lo que va del año para escapar de los combates y ataques.

El ataque, que ningún grupo insurgente reivindicó aún, ocurrió en las primeras horas de la mañana «cerca de un banco» en una zona eminentemente residencial en el centro de Kabul, según informó el vocero del Ministerio de Interior afgano, Najib Danish. El funcionario agregó que al menos seis personas fallecieron en el atentado.

Por su parte, el vocero de la Policía de Kabul, Basir Mujahid, sostuvo que «un atacante suicida detonó los explosivos que portaba cerca de una de las puertas (de una sucursal) del Banco de Kabul», y agregó que, según el último recuento de víctimas, cinco personas murieron, además del atacante, y otras nueve resultaron heridos.

Mujahid dijo que todavía no pudieron identificar a las víctimas, pero «se cree» que entre ellas hay civiles y miembros de las fuerzas de seguridad «que iban a retirar sus sueldos».

El atentado de hoy en Kabul sucede luego de que el viernes pasado un ataque suicida contra una mezquita de la minoría chiíta en la capital afgana causara 28 muertos y más de 50 heridos, una acción reivindicada por el grupo islamista radical Estado Islámico (EI).

Los ataques de esta milicia y los combates entre el movimiento insurgente talibán y las fuerzas de seguridad afganas se han vuelto moneda corriente en todo el país, al punto que, según los propios servicios de inteligencia de Estados Unidos, el gobierno nacional perdió el control de gran parte del territorio.

En este contexto de violencia y de vacío político en muchas regiones, la Oficina de Naciones para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) informó que más de 200.000 civiles tuvieron que huir de sus casas y buscar refugio en alguna otra localidad o, si lo consiguieron, cruzar la frontera e instalarse en algún territorio vecino.

Según un informe publicado anoche por esta agencia de la ONU, en total, 212.439 afganos tuvieron que abandonar su hogar entre el primero de enero y el 22 de agosto pasado, en 30 de las 34 provincias del país.

El 41% de los desplazados internos de este año vivían en el norte del país, una región que hasta hace una década era considerada relativamente tranquila. Otro 17 % de los que huyeron en lo que va de 2017 corresponde al este de Afganistán, donde las fuerzas estadounidenses y afganas no sólo enfrentan el avance de los talibanes, sino también a los milicianos del EI.

Además, el 13% son originarios del oeste del país y el 22% del sur y el sureste del territorio nacional, donde los enfrentamientos con los talibanes son especialmente intensos.

El año pasado, dos años después de que el ex presidente Barack Obama diera por terminada la llamada Guerra de Afganistán, la ONU estimó que el país había sufrido una nueva cifra récord de muertes de civiles y destacó que más de 660.000 afganos había tenido que abandonar sus casas y se habían convertido en desplazados o refugiados.

Desde entonces, no se ha registrado una vuelta masiva de estas personas a sus hogares y los niveles de violencia armada, según la ONU, se mantienen en Afganistán.