Tiempo Argentino, el diario que resurgió del fondo del mar
Desde diciembre, trabajadores del diario dejaron de cobrar su sueldo. Ante el abandono de los anteriores dueños, Matías Garfunkel y Sergio Spolsky, resistieron y formaron una cooperativa para salir adelante.
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- Jun 4, 2016
Por Santiago Fraga
La situación por la que pasaron los trabajadores del diario Tiempo Argentino desde diciembre, mes en el que dejaron de percibir su salario y a partir del cual sufrieron el abandono de parte de los dueños del medio, se terminó transformando en un ejemplo para los periodistas, al demostrar que es posible sostener de manera autogestiva y cooperativa un diario de tirada nacional.
A casi dos meses de la decisión de los periodistas de crear la cooperativa Por Más Tiempo, Conclusión dialogó con Javier Borelli, presidente de la misma y Jefe de Redacción en la sección Sociedad del periódico, quien relató a través de su óptica el momento complicado que les tocó vivir, desde estar “prácticamente en el fondo del mar” hasta el lugar que ocupan hoy, donde están “nadando” y “cerca de la orilla”.
Todo empezó a fines del 2015. El triunfo de Mauricio Macri en las elecciones presidenciales significaba, claramente, que la pauta oficial que bajaba desde el Gobierno nacional y era uno de los principales sosténes del diario se iba a dejar de percibir. Ante esto, los empresarios dueños del medio perteneciente al hoy liquidado Grupo 23, Matías Garfunkel y Sergio Spolsky, comenzaron lentamente a dejar a la deriva aquel barco.
“Estábamos en un momento complicado, prácticamente en el fondo del mar”, aseguró al respecto Borelli. “Nosotros desde diciembre, que cobramos nuestro último sueldo, veníamos peleando contra una patronal que no nos respondía, que nos empezó prometiendo pagos que nunca cumplió y después ya nos dijo directamente que no nos iba a pagar. Además de hacer reclamos a la patronal fuimos al Ministerio de Trabajo, que tampoco convocaba compulsivamente a los dueños a concurrir a esa instancia, con lo cual no tuvimos mediación. Estuvimos prácticamente abandonados”, relató el hoy presidente de la cooperativa aquel contexto, en el cual lo único que nunca hicieron “fue bajar los brazos”.
Sin respuestas de los empresarios y sin ayuda del Ministerio, los 125 trabajadores, que a todo esto nunca faltaron a su puesto de trabajo, comenzaron a realizar distintas acciones para visibilizar el conflicto, como fue el festival realizado el 31 de enero, donde 25 mil personas se reunieron en Parque Centenario para apoyarlos.
“Cuando ya la situación estaba bastante desesperante pero nosotros seguíamos organizados, decidimos hacer un diario especial para el 24 de marzo, de 35 mil ejemplares, que se agotaron en pocas horas”; ése fue el puntapié para que los periodistas reflexionaran, y se dieran cuenta de que ellos mismos eran capaces de gestionar el diario y volver a hacer periodismo.
A partir de ese momento, comenzó a tomar forma la idea de crear la cooperativa Por Más Tiempo, de la cual hoy pueden ver sus frutos y a partir de la semana que viene cobrarán su primer retiro. “No está cerca de lo que estábamos en la actividad privada, pero es plata que nos gestionamos nosotros de la nada”, afirmó orgulloso Javier Borelli, quien luego agregó que hoy se encuentran mucho mejor que antes, aunque saben que es un proceso que para consolidarse necesita tiempo: “Estamos muy alegres por haber descubierto y por estar probando que es posible mantenernos y gestionar nuestro propio laburo. Entonces, de aquel momento en el fondo del mar, creo que ahora estamos nadando, que vemos la orilla, y que nos falta para llegar pero que estamos bien encaminados”.
Con el esfuerzo de sus periodistas y el asesoramiento contable, administrativo y legal de la Asociación Civil Pez, Tiempo Argentino ve la luz todos los domingos en los kioscos de diarios argentinos.
— ¿Cómo es hoy en día hacer Tiempo Argentino?
— Es complejo, pero es a la vez muy gratificante. Cada domingo que el diario esté en la calle para nosotros es una sensación muy placentera. De mucho orgullo, algo que nosotros no teníamos o que el periodista pierde después de los primeros números publicados. Un diario, cuando ya se arrutina y sale todos los días, es como que uno no se da cuenta el valor que tiene ese trabajo. Ahora ese valor es más del doble porque somos responsable íntegramente. Eso es muy lindo, pero a la vez es muy complejo, porque no estábamos acostumbrados a ese nivel de responsabilidad. Ahora cada uno es responsable de su tarea y de su tarea depende también lo que el otro puede hacer. Hay gente que está haciendo cosas administrativas que no conocíamos. Eramos todos periodistas y ahora de repente alguno estamos calculando los sueldos, yendo a buscar publicidad, haciendo trámites en la Afip; cuestiones que tienen que ver con la organización del trabajo que son bastante complejas y que nos quitan tiempo al trabajo periodístico, que es lo que a nosotros nos gusta hacer. Pero lo estamos llevando, no sin las dificultades ni sin tropiezos, pero creo que con éxito, como lo demuestran las ventas del diario y que ya tenemos un mes y medio en la calle y los números van mejorando semana a semana, así que estamos contentos.
— ¿Se imaginaban después de las elecciones que podía pasar todo esto?
— Personalmente estábamos bastantes seguros de que las cosas iban a cambiar mucho. También creíamos que había un producto que podía continuar porque, de hecho, en el mundo del periodismo siempre es más sencillo hacer un diario opositor que ser un diario más oficialista. En ese sentido, el producto sin dudas iba a mejorar, por lo menos en la línea política, el rendimiento; porque históricamente es así. Todos los diarios que son cercanos al oficialismo tienen menor venta. Entonces sabíamos que el diario no se iba a perjudicar en la parte de ventas, pero sí obviamente en la pauta oficial, que era el principal financiador. Ahora, lo que quedó explicito también es que lo único que le interesaba al anterior dueño era cobrar la pauta, no era hacer un producto periodístico rentable, y entonces nos sorprendimos un poco por la forma en que se dio. Nos había prometido él que había ido juntando ahorros para poder superar el mal paso que podía significar una baja en la pauta oficial. Lo cierto es que nosotros desde el día en que asumió Macri ya no cobramos más. Entonces, el empresario especuló con todo eso, llenó sus bolsillos y se fue. Pero nosotros lo que estamos demostrando es que existía un producto atractivo, que hay mucha gente que lo compra y que existía capacidad para hacer ese diario. Demostramos que teníamos razón, pero no sabíamos en qué nivel era el interés del empresario que era el dueño por simplemente lavarse las manos en ese contexto y dejar naufragar ese trabajo que hacíamos.
— ¿Los tarifazos y el aumento en los insumos les complica la labor a la hora del proceso de creación del diario?
— Sí. En relación al tarifazo por supuesto que nos aumentó la luz. En la redacción no utilizamos gas, porque no hay, y la luz sí nos subió bastante. Pero como no tenemos imprenta, que está terciarizada, nuestros gastos igual son muchos menores que los que sufren todas las gráficas y sobre todo el sector cooperativo de gráficas que es muy grande. Sí lo denunciamos en nuestra página porque eso también nos encarece los insumos, porque al ser más caro para ellos es más caro para nosotros imprimir, así que nos afecta severamente, pero estamos en contra de esa lógica de tarifazo porque hecho de esta manera se está siempre perjudicando al sector popular, y ese sector popular es el de nuestros lectores y al que pertenecemos nosotros. Así que, en realidad, nos afecta desde los insumos de la cooperativa y a nuestras casas, sobre todo en este contexto donde estamos sin cobrar el sueldo por nuestros trabajos desde diciembre, y en este caso con los ingresos modestos que implican esta etapa de la cooperativa.
— ¿Cuál sienten que es la bandera del diario?
— Yo creo que la línea editorial del diario se está construyendo en el día a día, en las asambleas, en el trabajo de ir haciéndolo. Un diario es una estructura muy vertical, históricamente lo es en las empresas privadas, y un diario cooperativo tiene que repensarse esos esquemas, que los estamos haciendo también. Hay una mayor discusión dentro de cada sección respecto de las notas, ya no hay un posicionamiento que pueda venir a bajar o a imponer notas desde arriba, entonces esto es un proceso interesante y que se va a terminar de definir en los próximos meses. Sin embargo, hay como ciertos acuerdos que se pueden ver en las salidas del diario, y es que Tiempo Argentino representa a los sectores populares, al sector trabajador de la Argentina, un sector que frente a este gobierno ha tomado una posición crítica, porque no reconoce y cuestiona el ajuste que afecta sobre todo a los trabajadores y que es una transferencia de ingresos a los empresarios. Entonces creo que de esa manera es mucho más fácil entenderlo a Tiempo Argentino por las cuestiones a las que se opone a las líneas, digamos, de la economía liberal que impone este gobierno, y luego sí mantenerse ciertos gustos o criterios el resto de las secciones que ya eran emblemáticas del diario. La política de derechos humanos por un lado, la cultura y la música vinculadas a lo nacional, la producción nuestra, desde policiales también las denuncias a las fuerzas de seguridad. Ese esquema siempre se mantiene igual. En resúmen, la bandera es en representación de los sectores populares y en contra de las mafias o las burocracias sindicales que se imponen en las distintas áreas.