Por Marina Vidal

Luciana abre la puerta de la casa de zona sur y al final del pasillo se ven dos ojitos que miran curiosos a ver quién llegó a su casa. Con ternura y sin timidez, una pequeña recibió a Conclusión estirando los brazos para que la alcemos. Desde ese instante fue imposible no encariñarse con ella, con su historia, y la familia.

Luciana y Guillermo hace cinco años que forman parte del Programa Familias Solidarias perteneciente a la Dirección de Niñez, Adolescencia y Familia de la provincia de Santa Fe. Alojaron en tres oportunidades; la primera fue una niña que compartió con ellos dos años y medio, la segunda fue un bebé que estuvo seis meses y la última (la pequeña que nos recibió) es otra niña de poco más de un año.

A la pregunta obligada de porqué se anotaron, Luciana contestó: “Ví la propaganda por la tele, hablé con él y nos anotamos”.

El matrimonio tiene tres hijos propios: un adolescente que está en secundaria y otros dos varones menores. Son una familia de clase media, trabajadores los dos, con una particularidad: la generosidad de brindar amor traspasa las barreras biológicas.

“Me llevó a anotarme pensar que son chicos, que por lo único que tienen que llorar es porque tienen hambre o porque quieren ir a jugar, no porque tienen frío y están enfermos o porque no comen hace días. Son criaturas que no tienen que tener otra preocupación”, agregó Luciana.

La primera vez que sonó su teléfono para avisarles que necesitaban que cuiden a una nena tuvieron el primer percance. Es que a último momento apareció un pariente que atrasó la llegada y causó desilusión en los hijos del matrimonio que la esperaban ansiosos. Luego al segundo llamado (por la misma niña) salió todo bien.

La pequeña llegó a la casa de zona sur con un año y dos meses; asustada, no comía, no dormía.“Tuvimos que acomodarnos todos, ya de por sí ‘somos una multitud, edades distintas, todos varones, la nena vino a revolucionar todo eso y todo giraba alrededor suyo, pero siempre lo tomamos como una más de la familia”, detalló Guillermo y agregó: “Los chicos que llegan aquí los tratamos igual que a nuestros hijos. No tienen ningún tipo de privilegios por no ser hijos biológicos y los propios tampoco. A todos se los trata por igual con los mismos límites, las mismas órdenes de higiene de educación, alimento, aseo personal”.

Según él, “es el ogro de la familia”, porque pone más límites que Luciana, pero en sus palabras se nota la bondad y la templanza para encarar esta tarea. “Este es un trabajo que se encara en familia, como grupo, nos involucramos todos, incluso la familia extendida también -agrega Luciana- porque mi suegra y mi mamá nos ayudan un montón. Además de la escuela de los chicos, el club, los amigos, todos ayudan, todos colaboran”.

«Es radical la diferencia entre la realidad con que llega cada niño y como se van de aquí; que es a lo que apuntamos»

Los tres niños que alojaron llegaron con pequeños retrasos madurativos generados por los conflictos vividos. “Esta familia es un feed- lot, un engorde. Esta niña es celíaca y descubrimos porqué no engordaba, no asimilaba la comida. Llevó un proceso, un aprendizaje para nosotros y para todos. Ella no sabía comer cosas sólidas y eso que tenía un año cuando llegó, no sabía masticar”, contó Guillermo.

Ser familia solidaria es un combo: la comida, la higiene, el buen trato y el afecto. Es lo que uno le da a sus hijos. Ellos vienen con una carencia de todo ese tipo de cosas. Es revertir la situación para encaminarlos en una vida normal”, agregó.

Lo más difícil: la partida

“Te encariñás, por supuesto. Al segundo que entraron por la puerta, los sentís como propios. Y cuando se tiene que ir siempre es duro sobre todo para nuestros hijos. La primera vez fue muy difícil y hasta recurrimos a un acompañamiento terapéutico; después todos entendimos que nos involucramos pero sabiendo que en algún momento se va a tener que ir. Por suerte, y siempre que la familia adoptiva quiera, pudimos seguir en contacto con los chicos que pasaron por aquí”, relató el matrimonio.

Desde el programa hay acompañamiento profesional durante todo el proceso, psicólogos, asistentes sociales, autoridades y supervisores. Incluso, a nivel económico también obtienen una ayuda.

«No es nada raro, es lo que ves, nosotros los criamos como si fueran nuestros, con la esperanza de que cuando encuentren su familia sean felices, que es lo que tiene que ser un chico, no tiene otra preocupación»

“Cuando se van duele, pero hay más satisfacciones como verlos irse con un peso normal. Cuando ingresó la última pequeña no comía, no tenía pelo, no dormía. Ahora come sola, se limpia sola, pide agua, juega”, cuentan y agregan: “La peor versión de ellos lo vemos nosotros, la mejor versión la ve la familia adoptiva con la que se van. Si realmente tiene el amor que tienen para adoptar las familias que están anotadas en el Ruaga (Registro Único Provincial de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos), no les importaría recibirlos como los recibimos nosotros, pero es mucho el trabajo que se hace, revertir una cantidad de problemas para ofrecerles una mejor calidad de vida”.

Luciana resaltó la importancia de pensar en la familia que “lo está esperando”. “Uno tiene que dejar la parte egoísta (del dolor cuando se van), pensar en ellos y que van a estar con una familia que hace muchos años lo están esperando, la primera nena los padres adoptivos esperaron 9 años y los del bebé 13”, comentó.

La premisa: no juzgar a nadie

Con los ojos llenos de lágrimas, Luciana repite: “Cuando vi la propaganda pensé en mis hijos, a mí me gustaría que alguien los ayude”.

Nosotros no somos nadie para juzgar a nadie. Prefiero a alguien que por “x” situación decide dejar a su bebé al cuidado de otra persona a quien lo tiene en mala situación, o con falta de comida o maltrato o desidia que lo van a afectar para toda la vida. La situación te lleva a no juzgar, no quiero saber sobre la familia, no me importa, yo quiero al nene o nena para sacarlo adelante y cuidarlo”, dije Guillermo.

Por su parte, Luciana reconoció que cuando arrancaron no podía evitar enojarse con las realidades, pero con el tiempo lo fue trabajando y se centró en su objetivo que son los niños.

“Lo hago por el nene, la madre tuvo su oportunidad, el padre, los abuelos, los tíos… como pudieron lo hicieron y si lo hicieron bien o mal lo juzgará alguien, yo no, yo me ocupo del chico. No hay nada que nosotros hagamos que esté fuera de lo normal, todos son capaces, sólo que hay que tener una entrega y un amor para brindarle a ese niño en el momento que te toque todo lo que necesita y suplir todas las carencias que tiene por todo aquello que necesita cualquier persona para su desarrollo desde tan chiquitos”, subrayó Guillermo.

“Estos chicos necesitan amor, no es nada raro”

¿Cómo ven la niñez en la actualidad?

“Es complicada. Los chicos hoy queman etapas y es difícil controlarlos y no podés tampoco estar negándole todo y tampoco tenerlos en una burbuja. Hay que estar todo el día encima y ponerle límites que sepan que primero la escuela y después el resto”, enunciaron ambos.

“Acá los fines de semana somos una multitud. Los dos varones mayores practican rugby y el menor fútbol, por lo cual del viernes a la tarde que termina el horario de clases hasta el domingo al mediodía esto es un hostel. Vos te levantás a la mañana y no sabés cuántos van a estar, es preparar el desayuno y calentar leche en cantidad como para repartir café con leche, chocolatada. La situación de hoy te lleva a eso, preferir que estén adentro de tu casa y no en otro lado”.

«El niño es el fiel reflejo de la familia, si ellos se crían con afecto, siendo honestos, respetuosos no van a hacer otra cosa»

¿Qué es el Programa Familia Solidaria?

En el marco del Sistema de Protección y Promoción de los Derechos de la Niñez, Adolescencia y Familia, la Subsecretaría de los Derechos de la Niñez, Adolescencia y Familia cuenta con el Programa Familias Solidarias, una modalidad de alojamiento alternativa a la institucionalización, conforme a los principios y disposiciones que establece la Ley Provincial Nº 12.967.

El programa nuclea a personas o grupos familiares que desean brindar transitoriamente atención, protección y cuidados a niñas, niños y adolescentes que atraviesan una situación de vulneración que pone en riesgo el ejercicio pleno de sus derechos; por lo que no pueden vivir temporalmente con su grupo familiar de origen.

La finalidad es brindar un ambiente familiar estable, en el que puedan recibir cuidados, atención y la educación necesaria que faciliten sus desarrollos integrales, sin perder sus identidades de origen hasta que se resuelvan sus situaciones singulares. De este modo, constituye una alternativa al acogimiento residencial, cuando la propia familia de la niña, el niño o adolescente, incluida su familia extensa, no puede o no es conveniente que se hagan cargo de los mismos.

Se constituye como una medida de protección temporal y transitoria que prevé, siempre que sea posible, el retorno de la niña o niño a su familia de origen, por lo tanto se potencian los contactos entre ellos y su familia biológica.

Requisitos para ser familias solidarias

Pueden constituirse como Familia Solidaria personas solas, matrimonios o parejas, mayores de 25 años, con residencia en la provincia de Santa Fe de al menos dos años, interesados en brindar protección y acogimiento de manera transitoria a niñas, niños y adolescentes.

Deben tener medios de vida estables; gozar de un estado de salud físico y psíquico que no dificulte el cuidado del niño acogido; flexibilidad y adaptabilidad a situaciones nuevas, respeto por la historia personal del niño o niña acogido; un entorno relacional amplio que favorezca la integración del niño acogido; aceptación de la relación con la familia de origen y una actitud positiva para la formación y el seguimiento.

Diferencias entre el acogimiento familiar y la adopción

El acogimiento familiar brinda alojamiento a niños, niñas y adolescentes en ámbitos familiares alternativos para que gocen de atención, protección y cuidados, evitando la institucionalización, cuando se encuentran carentes de cuidados parentales, respetando su identidad y facilitando su revinculación o búsqueda de una familia definitiva.

Bajo este régimen no se producen cambios en la filiación del niño acogido, es de carácter transitorio y siempre cesa. Los niños y niñas continúan bajo la patria potestad de sus padres y madres biológicos. A su vez, tienen en principio, el derecho a revincularse con sus padres y madres, familia ampliada o de la comunidad, con los cuales tenga una relación afectiva.

El acogimiento familiar se dispone por resolución administrativa de la Dirección Provincial de Niñez y Adolescencia.

Cómo ser Familias Solidarias

Las familias y/o personas interesadas en formar parte del Registro de Familias Solidarias pueden consultar el trámite con los requisitos y realizar la solicitud de inscripción al programa.