La ley de apertura y cierre de comercios puesta en vigencia en la provincia de Santa Fe que rige hoy con pleno vigor, en realidad no es una norma vanguardista, pues en rigor de verdad sólo se ha recuperado un derecho adquirido de hace más de 110 años que tenían los trabajadores, del que fueron brutalmente despojados no sólo por el poder liberal, sino por actitudes rayanas con el sometimiento humano, con el proverbial y profundo menoscabo de la dignidad del hombre.

Desde luego que esta recuperación que posibilita a los empleados de comercio recuperar el domingo, día de la familia, ha generado el rechazo de los sectores concentrados de la economía que no sólo ven horrorizados como eventualmente podrían perder la oportunidad de ganar mucho más, pero a costa del sacrificio de los trabajadores, sino que parecen preocupados por normas legales que procuran equilibrar la ya de por sí desequilibrada e injusta ecuación social.

No es extraño entonces que algunos empresarios y ciertos medios como La Nación, dediquen espacios a denostar esta ley con argumentos endebles, con distorsiones de la realidad, con presiones al Poder Judicial santafesino y a la Iglesia, y hasta con interpretaciones de las Sagradas Escritura formuladas a su antojo y de manera disparatada.

Parece olvidar el diario porteño, al aludir a pasajes pésimamente interpretados del Nuevo Testamento, que el Señor Jesucristo adhirió en todo a la Primera Ley de Dios que dice taxativamente y sin vueltas: “Acuérdate del día del reposo para santificarlo” (Éxodo 20:8) Y además: “Seis días trabajarás, mas en el séptimo día descansarás; aun en el tiempo de arar y de segar, descansarás”

Claro que este mandamiento de Dios se reproduce a lo largo de toda la escritura, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento y, por supuesto, es tenido como  gestión central no sólo en la Iglesia Católica, sino en muchas otras religiones, quienes han instituido un día puntual a la semana para el descanso. Esto no es caprichoso, sino que responde al hecho trascendental del encuentro con la familia y con Dios.

Se hace mención en la mencionada editorial al judaísmo y en un alarde de proverbial desconocimiento se omite decir que el Shabat (día de descanso) es sagrado en la creencia judaica y respetado a pie juntillas en Israel. A tal punto que la Agencia Judía de Noticias hace un tiempo dio a conocer una información que vale reproducir textualmente:

“AJN.-La Corte Suprema de Justicia de Israel ordenó hoy martes a la municipalidad de Tel Aviv que tome medidas para asegurar el cierre de varias tiendas que recientemente comenzaron a hacer negocios durante el Shabat, la jornada de descanso.

“Las tiendas, que pertenecen a la cadena de tiendas AM/PM, y la cadena de supermercados Tiv Taam (que vende carne de cerdo, mariscos y otros productos no kosher), fueron acusadas de violación de las leyes que exigen a las empresas permanecer cerradas durante el Shabat.

“La polémica surgió a partir del momento que un grupo de tiendas decidió mantener abiertos sus locales durante la jornada de descanso. Desde la Justicia se aclaró que el tema no tiene nada que ver con la religión o «coacción», pero si con la violación de los estatutos sociales de la ciudad. Al parecer las grandes cadenas pagaban irrisorias multas para operar durante el Shabat”.

Manifiesta el matutino porteño que la medida santafesina va a contramano de lo  que ocurre en el mundo, en otra manifestación clara de desconocimiento de la realidad (o tal vez de un conocimiento escondido en razón de intereses de ciertos grupos) porque la verdad es que en los grandes países del mundo, en las  capitales más importantes, las grandes cadenas deben cerrar los días domingos.

Una cosa es cierta en la editorial en  cuestión, y que al matutino parece molestar: los pequeños y medianos  comercios, esos que son sustentados por familias que además son fuentes de trabajo, han incrementado sus ventas ¿Molesta al poder concentrado al servicio del Dios dinero el progreso de los que menos tienen?

Cabe recordar, por otra parte, que cuando Carrefour se instaló en Rosario, se destruyeron cientos de puestos de trabajo y cerraron muchos comercios . En ninguna editorial de La Nación se contó esa historia.

En cuanto a que los hipermercados han registrado una merma en su facturación, esto es un artilugio conceptual desprovisto de toda relevancia, porque en todo caso esa supuesta menor y pasajera merma de facturación no es ni más ni menos que un poco menos, muy poco, de la desorbitada ganancia que han obtenido estas empresas a costa de los consumidores con remarcaciones a veces espeluznantes.

Y por último en cuanto a que esto afectará a la fuentes de trabajo, pues esto es una falacia, porque las grandes cadenas redujeron el plantel de trabajadores en los últimos años, mientras recibían utilidades a caudales, inéditas en el mundo, a costa también de mayor trabajo (a veces cuasi esclavo) de los trabajadores que quedaron en actividad.

Cuerpo de delegados de supermercados de Rosario