Decenas de trabajadores de la empresa de entregas Glovo se manifestaron por segundo día consecutivo este lunes ante su sede en Barcelona en protesta por la muerte de un repartidor este fin de semana.
El siniestro se produjo en la noche del sábado en el centro de Barcelona, cuando la bicicleta del trabajador de Glovo, un nepalí de 22 años según sus compañeros, se chocó contra un camión de recogida de basura.
«No decimos que Glovo haya matado a este chico, pero las condiciones laborales muy extremas de Glovo hace que pasen cosas así», denunció Badr Eddine, presidente de una asociación de repartidores a domicilio.
Una parte de los concentrados quemaron las características mochilas de reparto amarillas de esta compañía y lanzaron huevos contra los cristales de la sede, cerrada en señal «de luto» este lunes, según les había comunicado Glovo.
A dos esquinas, en otra oficina de la empresa, un ramo de rosas colocado el domingo por sus compañeros homenajeaba al fallecido.
La empresa emitió un comunicado lamentando «profundamente» el fallecimiento del repartidor «en un accidente de tráfico».
En la concentración denunciaron que la empresa los hace inscribirse como «trabajadores por cuenta propia» aunque estén completamente a su disposición y les impone unos objetivos imposibles de cumplir.
«Para poder llegar a un objetivo tienes que hacer malabares porque sino el sistema que crearon ellos a través de algoritmos te penaliza, te resta horas de trabajo e ingresos», dijo Eddine.
«Quieren que seamos sus esclavos», lamenta un repartidor paquistaní que no quiere desvelar su nombre para evitar represalias.
En función de las puntuaciones que obtienen de los usuarios en cada servicio y del tiempo dedicado a la entrega, la empresa les otorga más o menos horas de trabajo en las que ganan una media de ocho o nueve euros.
En el caso de este paquistaní, esta semana tiene asignada tres horas de reparto diarias porque su puntuación es de 97 sobre 100.