La implementación de protocolos de actuación para prevenir femicidios durante las visitas que las mujeres hacen a sus parejas presas es una de las opciones propuestas por distintos profesionales consultados al analizar los tres asesinatos de mujeres cometidos en el último mes en penales de Argentina.

«Hay un gran desconocimiento en el Servicio Penitenciario bonaerense de las acciones que deben tomarse para prevenir la violencia de género y los femicidios. Hoy, la cárcel representa un lugar de riesgo y reproducción de patrones machistas y violentos para las mujeres, un lugar de desprotección», opinó Isabel Burgos, psicóloga a cargo del seminario ‘Géneros, cárceles y encierros’ que se dicta en la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de La Plata.

La profesional consideró esencial «un protocolo de actuación contra femicidios en instituciones públicas en general, como las cárceles», en coincidencia con Ada Rico, presidenta de la ONG La Casa del Encuentro, que registró entre 2009 y este año recién iniciado siete femicidios en penales.

«Es imprescindible que se elaboren protocolos específicos que contemplen y arbitren las medidas pertinentes respecto a la temática de la violencia de género dentro de los lugares de detención. La responsabilidad del femicidio es del agresor, pero la institución carcelaria debe controlar y garantizar la seguridad. Aunque desde los poderes del Estado esgriman diversos argumentos, como sociedad sabemos que son excusas», dijo Rico.

Para el juez bonaerense Mario Juliano, director ejecutivo de la Asociación Pensamiento Penal, la situación «es muy difícil, porque la intromisión estatal durante las visitas debe ser limitada, sobre todo en las íntimas. Podemos pensar cómo minimizar sin invadir. Una primera idea es elaborar un protocolo de actuación o colocar un dispositivo que la mujer pueda activar si se siente en peligro».

«Mal que nos pese, la cárcel no escapa a la regla general. La violencia de género que mata no distingue lugares», analizó el abogado.

Los siete femicidios registrados en cárceles ocurrieron en penales provinciales. Una consulta a profesionales y funcionarios constató que no existen políticas preventivas para estos crímenes en cárceles de las provincias, como tampoco en las que dependen del Servicio Penitenciario Federal.

Tres mujeres fueron asesinadas en el último mes por sus parejas en visitas a la cárcel y suman 7 desde 2009

Tres mujeres fueron asesinadas el último mes por sus parejas durante visitas en el penal donde cumplían condenas por asesinato o esperaban ser juzgados por femicidios, elevando a 7 las víctimas en los últimos ocho años por esa modalidad, que creó un insólito territorio donde los machistas también matan: dentro de la propia celda.

La violencia de género y su expresión máxima, los femicidios, atraviesan todos los sectores sociales, las edades y las geografías.

Cuando la organización social La Casa del Encuentro, relevó los asesinatos de mujeres en los lugares de detención de sus parejas, concluyó que los crímenes se expanden en distintos puntos del país como Salta, Entre Ríos, Santa Cruz, Tucumán, Córdoba y la provincia de Buenos Aires.

El 21 de diciembre último Elizabeth Aguirre fue a visitar a su pareja Henry Coronado al penal de Villa Urquiza en Tucumán, donde el hombre la mató.
Coronado estaba detenido por el femicidio de su ex, Laydi Meneses.

Un doble femicida, al igual que Gabriel Herrera, que mató el 5 de enero de este año en Salta a Andrea Neri en el penal Villa Las Rosas, como lo había hecho con su ex, Verónica Castro, en la cárcel de Metán.

Coronado se suicidó después de matar a Elizabeth y lo mismo hizo Franco Benítez el domingo pasado, luego de asesinar durante la visita íntima a su pareja María Luján Aguilera en la cárcel de Villa María, Córdoba, donde estaba preso por haber matado, en 2003, a su esposa Andrea Patiño y a su bebé de tres meses.

Las estadísticas tienen nombre, historias y surge una pregunta: ¿Por qué una mujer continúa visitando en la cárcel a un femicida?

«Esa pregunta, una vez más, coloca la responsabilidad en la víctima y la vuelve a asesinar», responde Ada Rico, presidenta de la ONG La Casa del Encuentro que desde 2008 registra los femicidios cometidos en Argentina, en base a las publicaciones de 120 medios de todo el país.

Los motivos de estas mujeres «son muchos, diversos, complejos. Porque la manipulación que ejerce el agresor sobre ella, a quien considera ‘de su propiedad’, trasciende los muros, aún los de las cárceles”.

La mujer “tiene que ‘obedecer’ y continuar viendo a su pareja, porque sabe que en algún momento él saldrá en libertad y que el precio que deberá pagar por su ‘desobediencia’ será muy alto. Muchas veces pagará con su vida o con la vida de sus seres queridos», analizó la dirigente feminista.

Así lo evidencia la historia de Jessica Ocampo, asesinada por Juan Marcelo Schiaffino en la cárcel entrerriana de la ciudad de Gualeguaychú, donde purgaba una condena por someter a prostitución a una niña de 15 años.

«Ella seguía viniendo (al penal) porque estaba amenazada; él no puede salir pero tiene gente afuera (a la) que manda. Ya el año pasado le pegó y la mandó al hospital por varios días», contó en esos días a la prensa el tío de la víctima, Jesús Ocampo.

Para Rico también hay una explicación «en la construcción cultural del amor romántico, que es para toda la vida y que todo lo entiende y todo lo perdona. Además del mandato social que indica que la mujer debe acompañar a su pareja en las buenas y en las malas”.

«Y en este ‘acompañamiento’ nos encontramos con el círculo de la violencia en su grado más perverso. Él, preso, y ella, presa de la furia del violento. Cuestionamientos, celos, golpes, exigencias, amenazas. Frases que controlan, que humillan, que vulneran. Ese repetitivo ¿Y qué estarás haciendo afuera vos?», reflexiona Rico.

Estas «son algunas de las respuestas a la pregunta que juzga y re victimiza a la víctima: ¿Por qué una mujer continúa visitando en la cárcel a un femicida? Ahora, no olvidemos al culpable: el femicida», agregó la titular de la ONG.

El registro de femicidios en cárceles se completa con Paola Ayala, asesinada por Martín Flores en el penal bonaerense de Marcos Paz el 15 de diciembre de 2009.
Doce días después ocurría lo mismo en Salta, cuando en la granja penal de Orán, Marcelino Agüero mató a Eliana Coria y luego se suicidó. El femicida estaba preso por haber matado a su suegra.

El 8 de noviembre de 2015, Maira Fernández fue a visitar a su pareja Dagoberto Torres a la comisaría de Puerto San Julián en Santa Cruz, donde él la mató.

Los femicidas, que también matan estando presos, de este modo, también dejaron sin mamá a 15 niños y niñas.