-Por Yanina Otero

Fue el primer ministro canadiense, Justin Trudeau -luego de su encuentro con el presidente de la Nación, Mauricio Macri-, el que anunció que su país comenzaría a venderle carne de cerdo a la Argentina, lo que significaba «una muy buena noticia para los productores porcinos y sus familias»; claro que para los de su país, porque los locales pusieron el grito en el cielo.

Desde comienzos de año los productores de cerdo argentinos están advirtiendo que la importación del producto viene creciendo sin medida, lo que los ubica en un lugar poco competitivo.

Según las estadísticas de la Asociación Argentina de Productores de Porcinos (AAPP), en los primeros 10 meses del año se importaron poco más de 18.900 toneladas de carne de cerdo, lo que representa un incremento del 119 por ciento respecto del mismo período del año anterior, cuando se compraron del exterior 8.600 toneladas.

Ante este escenario, desde la asociación de productores le enviaron una nota formal al ministro de Agroindustria de la Nación, Ricardo Buryaile, en la que detallan que les hubiera gustado formar parte «de las conversaciones» previas al acuerdo cerrado con Canadá y que no fueron informados en ningún momento de la decisión.

Pero las quejas no se quedaron sólo aquí; el sector de producciones intensivas (Febapri) de la Federación Económica de la Provincia de Buenos Aires (FEBA) expresó su «profunda preocupación por los recientes acuerdos bilaterales para la importación de carne de cerdo de Canadá» y agregó que «la política implementada durante el primer semestre de 2016 contribuyó a que un 20% de los pequeños y medianos productores porcinos de la provincia de Buenos Aires debiera dejar su actividad».

Paradójicamente, ante la decisión de permitir el ingreso de carne canadiense a partir de agosto del año que viene, casi en paralelo, desde la subsecretaria de Ganadería del Ministerio de Agroindustria la Nación anunciaron que apoyarían al fondo de recaudación que están impulsando los productores locales para promocionar el consumo de carne localmente.

En la actualidad, los privados recaudan, desde hace poco más de un mes, $1 por capón faenado y el Gobierno prometió que en el corto plazo se convertiría en otro aportante a la causa, pero esta medida ahora queda desdibujada con la resolución de continuar sumando carne del exterior.

Por lo pronto, desde el Ministerio de Agroindustria no contestaron formalmente a los reclamos de los productores. Tiempo atrás, cuando se hizo muy notoria la presencia en los supermercados argentinos de carne de cerdo de Brasil y Dinamarca, desde el Gobierno detallaron que no estaba en sus planes cerrar las importaciones, ya que ante todo estaba el libre comercio y apelaban a un «acuerdo entre privados».

 

Una vez más el sector supermercadista se convirtió en el malo de la película por traer el producto del exterior y no comprarlo en el mercado local. Nuevamente el Gobierno no intervino en esta cuestión, tal como sucede con otros productos alimenticios.

 

Así es que la ilusión de los productores argentinos -luego de lanzar su fondo de promoción- ahora quedó muy lejos en el tiempo, porque todo indica que el año que viene también tendrán que competir con los farmers canadienses.