Cinco exagentes de la dictadura de Augusto Pinochet fueron procesados como autores del crimen de Miguel Enríquez, fundador del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), asesinado a balazos en octubre de 1974. En su momento, el régimen sostuvo que el hombre había muerto en un enfrentamiento.

La muerte de Enríquez, padre del ex candidato presidencial Marco Enríquez-Ominami y todo un símbolo de la lucha armada en Chile, comenzó a ser investigada en enero de 2013, por orden del gobierno de Sebastián Piñera (2010-2014). De familia acomodada, médico de profesión y con un fuerte compromiso social, fue fundador y secretario general del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) de Chile, creado en 1965 por estudiantes y obreros chilenos para emprender una revolución socialista.

La resolución, informada este jueves por el Poder Judicial, fue adoptada por el juez Mario Carroza, quien procesó a cinco ex agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional (Dina), la temida policía política que operó los primeros años de la dictadura de Pinochet (1973-1990).

Los agentes procesados son César Manríquez Bravo, Miguel Krassnoff Martchenko, Teresa Osorio Navarro, Ricardo Lawrence Mires y Rodolfo Valentino Concha Rodríguez, «en calidad de autores del homicidio calificado del líder del MIR», dice la resolución judicial.

El fallo, en primera instancia, derriba la versión que la dictadura entregó sobre la muerte de quien fuera uno de los hombres más buscados tras el golpe de Estado que instauró la dictadura de Pinochet, y que había decidido encabezar desde la clandestinidad la resistencia.

Enríquez murió el 5 de octubre de 1974, frente al inmueble ubicado en calle Santa Fe N° 725 de la comuna de San Miguel, donde fue abatido por los agentes del régimen y no en un enfrentamiento como señaló la versión oficial.

«Las diligencias y la información acumulada durante el desarrollo de esta investigación han permitido sostener que el aludido enfrentamiento no existió», dice la resolución de Carroza. De acuerdo a la investigación judicial, los agentes de la dictadura sin advertencia comenzaron a disparar a la casa donde se encontraba Enríquez, quien ante la imposibilidad de hacerle frente a sus atacantes «intenta escapar por las techumbres de las casas colindantes».

El informe Rettig, elaborado un año después del retorno de la democracia (1991) para contabilizar las víctimas de la dictadura, presentó su muerte como un «enfrentamiento» y se abstuvo de calificarlo de «víctima».