Por Pablo Martínez

El club Nueva Era es una entidad social y deportiva que aglutina la cotidianeidad del barrio Belgrano. Su rica historia institucional lo ubican entre las entidades referentes de Rosario.

Para conocer el esplendor de su pasado y el progresismo de su presente, Conclusión dialogó con el presidente del club, Raúl Travacio, y el tesorero, Oscar Salvo.

Travacio inició la charla haciendo una breve reseña histórica: “El 17 de octubre de 1933 empezaron a reunirse un grupo de jóvenes que no llegaban a los 18 años para intentar crear una institución, un club deportivo y era todo una locura juvenil. Por supuesto que todo se basó en juntar dinero y empezaron haciendo reuniones en una quinta llamada La Nélida, porque tener un club con instalaciones era imposible”.

El presidente del club de zona oeste determinó el lugar fundacional: “La entidad se empieza a desarrollarse donde alquilaba, en Mendoza al 6500, el primer lugar donde estuvo Nueva Era. Y después se instala donde está en la actualidad, era una casona con caballeriza, con un parque muy grande y allí, un socio de apellido Pitueli, pone el dinero para poder comprar los terrenos”. Y agregó: “A través de los años, se fueron haciendo modificaciones, en 1966 se construyó el natatorio, fue una inversión de siete millones de pesos de aquella época”.

Las cuatro plazas son una referencia geográfica de Rosario y para el presidente Travacio se vincula estrechamente con la entidad: “Nueva Era es un club emblemático de barrio Belgrano, por todas las actividades que ha desarrollado en estos 83 años, fue muy conocido por los grandes bailes que se organizaban acá, metíamos 5.000 personas en un club de barrio, competíamos con entidades con Gimnasia y Esgrima, Newell’s, Provincial y Central. Siempre fuimos humildes, pero también con ideas progresistas, inclusive por la ubicación, la gente sabe que Nueva Era, es el club donde están las cuatro plazas”.

Por su parte, el tesorero de la institución, Oscar Salvo, analizó el presente social: “Debe haber un compromiso histórico con las generaciones anteriores que hicieron posible todas las instituciones. En las décadas del 30 y 40,  la mayoría de los clubes de la zona oeste fueron desarrolladas por personas de trabajo, que tenían como bien común estaba en participar en la institución”.  Y añadió: “Tenemos que tomar estas  banderas, en un momento donde hoy nos quieren apagar, a través de los tarifazos, nos quieren quitar ese calor del corazón, que nos da sentirse parte de una institución. Creo que los jóvenes tienen que mentalizarse en tomar protagonismo, se tienen que mantener los clubes en la sociedad”. Y agregó: «Este es un club donde de las diferentes actividades viven 25 personas, donde hay que pagar cargas sociales, es un club que está normalizado, se necesita de un pequeño saber para poder desarrollarse, con un grado de responsabilidad y quién no tiene la experiencia suficiente lo asusta”. Y reconoció que “la Municipalidad nos ha ayudado para la organización legal, ahora están impulsando una formación de nuevos directivos, hay un trabajo que consideramos que todavía no es suficiente porque creemos que el gobierno debería ponerse al frente de los reclamos y a la defensa del entramado social que son los clubes”.

A su vez, Travacio sobre el recambio dirigencial afirmó: “La transición es necesaria siempre y cuando se haga un mix entre experiencia y juventud, con conocimiento de lo que es el club, dónde está ubicado económicamente. Necesitamos formar gente joven para el futuro, porque un día nos vamos a ir y necesitamos que haya dirigentes con amor al club. No podemos de golpe poner gente nueva, porque se van a encontrar perdidos”.

Travacio también se refirió a la actividad del club: “Tenemos 600 socios que practican muchos deportes: fútbol, patín, tenis criollo, natación, taekwondo y tenemos un gimnasio instalado”.

En el tramo final de la entrevista, tanto Travacio como Salvo hicieron referencia a su historia con la entidad del oeste: “Para mí es todo, hoy por situaciones de la vida, me hice cargo de la presidencia tras la muerte de mi amigo José Aguilar, un gran luchador de Nueva Era, pero si me retrotraigo en el tiempo, toda mi familia participó, por ejemplo mi padre fue tesorero, tuve un hermano presidente, el otro fue síndico, yo me crié acá adentro, es nuestra vida”. Y sentenció: “A veces uno empieza a bajar un poco la guardia, pero siempre se vuelve, esperando que venga gente joven para sacar el club adelante. El club es un vicio sano”.

Por su parte, Salvo admitió: “Yo vengo desde los 5 años y tengo 67, no concibo mi vida sin el club”.

Mientras charlan, buscan testimonios gráficos de la historia del club, libros, revistas y afiches que anunciaban los grandes bailes de otras épocas y el anuncio de la apertura del natatorio. En las miradas emocionadas de Travacio y Salvo, cada vez que los invade la melancolía, se nota el cariño y la devoción por Nueva Era. Sus historias, como la de tantos otros, fueron el basamento necesario para construir un club de barrio que perdura a través de las generaciones.