Antes que yo, que soy periodista, quizás un sociólogo lo podrá explicar de mejor manera. Me cuesta ponerle un calificativo, un adjetivo, a tanto atropello que cometen muchos comerciantes, fundamentalmente los que manejan las grandes cadenas de supermercados y shoppings.

Nos avasallan con ofertas y con horarios paranormales que no se pueden explicar científicamente porque no se ajustan a las leyes de la naturaleza.

Esa guerra por captar clientes y aumentar sus ventas, sin importar nada más que el afán de lucro desmedido, tiene un solo destinatario: la sociedad consumista a ultranza a la que nos supieron introducir e inducir las nefastas políticas de los 90.

Y hablamos de lucro, no de ganancia, ya que como bien lo definió en el siglo pasado el periodista, escritor y político español Santos López Pelegrín, “el lucro es siempre excesivo, mientras que la ganancia es lícita al apoyarse en las leyes mercantiles”.

Más contundente aún fue el filósofo también español Roque Barcia, cuando decía que “el lucro aparece cuando la utilidad se desvía del camino, se convierte en usurera, egoísta y hasta en muchos casos, cruel”.

Fiel exponente de esta desmesura es la cadena de supermercados Coto, que recientemente promocionó ofertas en un horario anormal: de 22 a 3 de la madrugada.

Pero la “búsqueda del beneficio para la población” no se detuvo ahí y los “benefactores” rosarinos y porteños aportaron lo suyo: “ofertas imperdibles en noches de shoppings”, dice la ampulosa publicidad.

Dicho de otro modo, si vas entre las 18 y la medianoche (leiste bien, la mediacnohe), tenés Crazy Sale, Rock & Shop, Bag Carriers y Oulet Night, entre otras “atracciones”; por supuesto todas escritas en inglés. Mientras que en Buenos Aires el horario será hasta las 4 de la madrugada.

Lo más desopilante son los denominados Happy Hour de 5′, que traducido al castellano significa que hay ofertas que duran sólo cinco minutos. O sea, hay que salir corriendo, no importa para qué ni para dónde; el objetivo es correr según te “invitan” los nuevos benefactores de la sociedad argentina.

Y tampoco importa si en el intento perdiste a tu hijo, si tu marido se volvió a tu casa y vos no te enteraste…; nada importa más que la compra, como si el mundo se terminara a las 4 de la madrugada.

Sería bueno que la sociedad toda reaccione, que dejemos de ser ovejas que corremos según el perro que nos ladra y exijamos respeto hacia nosotros, por nosotros.

No nos asociemos en estas carreras tan ilógicas como deleznables. Seamos nosotros. Pensemos por nosotros. Decidamos nosotros.