«No me mates por favor papá», le dijo Uriel, de once años, a su padrastro, que asesinó a otras seis personas, entre ellas su madre, mientras le apoyaba el arma en el pecho y de esa manera salvo su vida.

Así lo señaló Marcelo, un vecino que lo acogió en su casa, mientras se iniciaba la masacre ocurrida en el partido de Hurlingham.

«Escuché disparos y sentí que golpearon la puerta. Era Uriel. Lo primero que hice fue meterlo en la casa, pensé que estaban asaltando a su familia», indicó el hombre ante la prensa.

El niño es hijo de Romina Maguna, la mujer policía que fue la primera víctima de su pareja, Diego Loscalzo, y cuando fue llevado a una habitación por su vecino le contó lo que había pasado.

El chico le contó el momento en el que intentó socorrer a su madre y su padre lo interceptó para apoyarle el arma en el pecho.

El hombre que ya les había disparado a tres personas se frenó ante la súplica y se dirigió a otro domicilio, donde iba a continuar con su derrotero sangriento.

En el mismo domicilio, Loscalzo mató a Romina, a su cuñada Vanesa y a su concuñado Diego.

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