Miles de sirios, visiblemente afectados, pudieron abandonar este lunes el sector rebelde sitiado de Alepo, una evacuación que se vio coronada por una poco común votación unánime en la ONU que aceptó el despliegue de observadores para supervisar la operación en la segunda ciudad de Siria.

Unas 5.000 personas a bordo de 75 autobuses fueron trasladadas fuera de la ex capital económica siria hacia la localidad de Khan al Assal, bajo control rebelde, también en el norte del país, indicó Ingy Sedky, portavoz del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).

Al mismo tiempo, unas 500 personas en una decena de autocares pudieron abandonar las ciudades chiitas de Fua y Kafraya, sitiadas por los rebeldes, en la vecina provincia de Idlib (noroeste de Siria), indicó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).

El acuerdo alcanzado entre los beligerantes para evacuar las tres ciudades preveía que las operaciones se desarrollaran de forma sincronizada. Entre los habitantes que habían logrado escapar de Alepo se encontraba la niña Bana Al Abed, de siete años, conocida por sus tuits sobre el infierno diario en la ciudad sitiada.

El domingo, una veintena de autobuses que esperaban el momento de entrar en esas dos localidades habían sido atacados e incendiados por hombres armados de un grupo yihadista desconocido y uno de los conductores había muerto.

El grave incidente había provocado la suspensión de las operaciones en las tres ciudades. No obstante, 350 personas habían logrado salir el domingo de Alepo y llegar cerca de Khan al Assal, en territorio rebelde, al oeste de la segunda ciudad de Siria, gracias a la intermediación de Rusia y de Turquía, según el director del Observatorio, Rami Abdel Rahman.

«La gente que estamos acogiendo ha vivido el infierno, el nivel de traumatismo que ha sufrido es imposible de describir o comprender», explicó Casey Harrity de la ONG Mercy Corps.