El barrio Puente Negro ubicado en las inmediaciones de avenida Casiano Casas y Washington de Rosario se vistió de fiesta en la soleada jornada de sábado. Es que cientos de personas participaron del Gesto Misionero que se realiza cada año en distintas parroquias de la ciudad. En esta oportunidad la elegida fue la Capilla Nuestra Señora de Fátima del padre Ariel, quien, a través de esta actividad, pudo hacerles llegar a sus vecinos la invitación a participar de sus actividades y a escucharlos en sus necesidades.

En diálogo con Conclusión, la secretaría del Equipo Diocesano de Misión de Rosario, Mónica Vargas, compartió su alegría por el resultado de la actividad.

«Participaron más de ciento diez personas entre jóvenes, adultos, sacerdotes, de distintas parroquias, colegios y movimientos. Fue una hermoso día de poder estar con la gente y compartir con ellos las distintas situaciones de vida», comenzó comentando Mónica.

Esta movida se realiza desde hace más de diez años. Todo comienza cuando algún sacerdote considera que los vecinos de su zona están atravesando dificultades y quiere invitarlos a la capilla a participar de las actividades. Así, convoca a  los misioneros quienes durante todo un año organizan la movida.

El encuentro de hoy comenzó tuvo como protagonista a la Capilla Nuestra Señora de Fátima ubicada cerca del arroyo Saladillo. La concentración comenzó temprano en barrio Puente Negro y los misioneros recorrieron las calles charlando con los vecinos y compartiendo sus experiencias de vida.

«Cuando la gente nos cuenta sus problemáticas, sus tristezas, nosotros los invitamos a que se acerquen a su parroquia para encontrar un lugar que los contenga y a realizar las actividades que ofrece. Por ejemplo, una señora nos dijo que se sentía muy sola porque sus hijos son adictos; nosotros la escuchamos, charlamos con ella, la invitamos a acercarse a Jesús y le recordamos que en la Capilla, hay un grupo llamado Centro de Vida que ayuda a familiares de adictos para que ella comience a concurrir», detalló Mónica.

La secretaria del Equipo Diocesano destacó que este año, por primera vez, los niños del barrio «acompañaban a los misioneros a entrar a los hogares y los llevaban a sus propias casas». «Fue hermoso y algo que nunca había ocurrido», subrayó.

La jornada finalizó con una misa en el playón del barrio y con la esperanza de los misioneros que «el mensaje haya llegado a los vecinos y se acerquen a la capilla».

Puntos Corazón

Mónica contó además que desde hace diez años decidió realizar una misión con Puntos Corazón, una organización que permite a jóvenes salir de misión a algún lugar del mundo. Hoy, dos misioneras de dicha organización- una de Cracovia y otra norteamericana- participaron del  Gesto Misionero acá en Rosario.

«Hoy nos vamos muy felices, esperando el llamado de algún sacerdote que quiera que nos acerquemos, y así comenzar a organizar, el Gesto del año que viene», cerró Mónica.