Por Guido Brunet

Salen con amigos, hacen deporte, viajan, se divierten, pero también deben trabajar y cuidar de su familia: son los madurescentes, una generación que va desde los 50 a los 70 años aproximadamente que atraviesa lo que se antes se denominaba la crisis de la mediana edad, y que buscan una nueva identidad.

Muchos adultos, en esta etapa, comienzan a plantearse otros objetivos y buscar nuevos desafíos, en lo que puede suponer un cambio en su vida laboral o personal. Algunos de estos comportamientos incluso pueden asociarse con la adolescencia. El concepto nace a partir de un trabajo realizado por la Universidad de Harvard en 2006, denominado “Manejando la edad mediana”.

La especialista española Laura Rosillo, en diálogo con Conclusión, detalló las características del fenómeno, sobre el cual se encarga de echar luz y aclarar que “la edad no tiene tanto que ver, es una cuestión de maduración. Es verdad que afecta fundamentalmente a los babyboomers, pero hay gente que tiene su crisis existencial antes y hay gente que no la tiene nunca”.

“Lo que sucede con la madurescencia es que llega un momento en la vida en que haces un balance de lo que ha sido tu vida profesional y personal y te das cuenta de que no es lo que esperabas, no es lo que habías pensado cuando eras joven”, explica Rosillo.

Entonces, para la autora oriunda de Cataluña, hay dos alternativas: no hacer nada y esperar la jubilación o empezar de nuevo. Esto último, según Rosillo es lo que cada vez más gente decide hacer. «Le sucede mucho más a las personas que llevan 15 o 20 años en el lugar de trabajo o quienes se divorcian a los 60 años, que son cada vez más”, manifiesta una de las voces más calificadas sobre la temática.

Los babyboomers

Para comprender el concepto de madurescencia primero hay que familiarizarse con el término “babyboomers”. Esta categoría es utilizada para describir a las personas nacidas durante el baby boom, un fenómeno que se dio en algunos países (especialmente los anglosajones), en el período entre años 1946 y 1965. Ya que en aquellas tierras se registró un inusual crecimiento en las tasas de natalidad.

Si bien se trata de un fenómeno complejo que varía según los distintos países, según estudios se puede establecer que el número promedio de nacimientos se ha incrementado en un 22% en países desarrollados y cerca de un 40% en países en vías de desarrollo durante la etapa antes mencionada.

Laura Rosillo trabaja desde hace más de 25 años en Recursos Humanos, y actualmente se dedica a la capacitación de personas de mediana edad para el desarrollo de sus competencias digitales en Barcelona. La autora, que posee un blog sobre la temática, detalla desde su experiencia profesional  y personal las vivencias de una generación que “se inventó la juventud”.

Rosillo describe: “Estamos en una revolución absoluta demográfica, en España hay una crisis de natalidad. Los babyboomers nos hemos inventado la juventud. Antes se pasaba de la infancia a la madurez. Mi generación creó la juventud, que es ese momento antes de la adultez en que se prueban cosas, se viaja. Eso no existía en la época de mis padres y menos la de mis abuelos. Pues ahora nos hemos inventado otra edad. Dicen que la tercera edad ha pasado a ser la cuarta, que en la Unión Europea se ha delimitado desde los 75 años, cuando se empiezan a tener problemas de movilidad, por ejemplo”.

El fenómeno de la madurescencia “tiene que ver con la expectativa de vida”, dice Rosillo. “Ahora, por lo menos, en España estamos con una expectativa de 82 años. Entonces a los 45 te queda media vida. No es lo mismo que hace 50 años. Mi madre a mi edad no tenía mi aspecto. De alguna manera si te fijas, todo se ha retrasado unos diez años. Antes se le llamaba la crisis de la mediana edad y se la situaba alrededor de los 40 años. Ahora se ha retrasado unos diez, pero no me gusta ponerle cifra porque hay gente que madura mucho más rápido que otros”, remarca la especialista.

 

Beatriz tiene 60 años, vive con su hija, trabaja como administrativa y hace 15 años que enviudó. A Beatriz le gusta salir a caminar, se junta permanentemente con amigas, y cada tanto hace “viajecitos de fin de semana”. “Lo que pueda hacer lo hago, en lo que pueda engancharme me engancho”, resume Bety. Aunque dice que no le dan los horarios de trabajo, ya que que «para mantenerse a la edad mía todavía tengo que seguir trabajando bastante tiempo”.

Sobre las diferencias entre este momento de su vida y el resto, la mujer menciona: “Cada etapa uno la vive con intensidad. Pero ahora se vive con mucha intensidad, yo veo que los que tienen nietos los disfrutan mucho, comparado a las mujeres de 60 años de antes que eran unas viejas”, describe Bety.

“Al llegar a esta etapa, a la mujer le gusta hacer cosas que no hizo en su infancia, su adolescencia. Antes la mujer tenía un legado que era conseguirse un buen marido, casarse y criar a los hijos y ahora no es así. Hay mucha diferencia entre una mujer de antes y una de ahora. Primero que la mujer tiene libertad económica, que antes no tenía. Eso le da más libertad a la mujer.  Es lo que veo alrededor mío. Conozco mujeres que se han separado de grande por temor a lo que dijeran sus padres estando vivos”, comenta Bety.

Rosillo: “Antes se le llamaba la crisis de la mediana edad y se la situaba alrededor de los 40 años. Ahora se ha retrasado, pero hay gente que madura antes que otros”

Viajes y deportes

Mario tiene 53 años, es odontólogo, está casado, tiene dos hijos de 25 y 19 y desde hace dos años va al gimnasio tres veces por semana. Cuenta que la actividad física “es una forma de desconectarse y relajarse”.

A Mario siempre le gustó hacer ejercicio, pero los horarios de trabajo no se lo permitían. Sin embargo, un par de años atrás decidió relegar algunas horas de su consultorio en pos de su salud. “Ahora me siento mucho mejor, incluso mejor que a los 40. Tengo más energía en el día a día. La actividad es una cuestión de salud, tanto física como mental. Por supuesto que recomiendo a todos que antes de empezar se hagan chequeos médicos, sobre todo después de cierta edad, pero si el cuerpo lo permite hay que animarse”.

Por su parte, Ana María tiene 65 años, es contadora, soltera, va al gimnasio, viaja a cuanto lugar puede y trabaja “un montón de horas por día”. Ana María expresa: “Yo noto que uno ve una persona con más años y como que lo anulás, pero es una cuestión cultural. Sin embargo mucha gente se siente joven más allá de la edad. Yo me siento joven, tengo ganas de hacer cosas, de divertirme. Lo importante es cómo uno se siente. Y no pensar en el qué dirán”, dice Ana María, quien toda su vida contó con ese espíritu, que va más allá de los años que acusa el DNI.

Ana María recorrió el mundo y no se conformó con los lugares más tradicionales para vacacionar para los argentinos, y así conoció países como Vietnam, Laos, Rwanda, Etiopía y Uganda, entre otros. “Yo cuando voy a bucear encuentro gente de 70 años de otros países que practican esa actividad tranquilamente. Nosotros, y yo misma, no lo hacemos tanto. Es una cuestión de mentalidad. Eso me lo enseñaron los viajes”.

 

Dificultades de una generación

Las necesidades e ímpetu de las personas incluidas dentro de la nueva etapa no se condicen con las posibilidades que les brinda el mercado laboral para continuar manteniéndose activos. Aunque esta situación no es exclusiva de los adultos mayores, ya que “no hay trabajo para nadie”, dice Rossillo.

En cuanto a la cuestión laboral, la autora resalta que “nos guste o no, tendremos que seguir trabajando más allá de la edad de jubilación -que se fijó a principios del siglo XIX, cuando la gente llegaba a los 65 años y se moría-, porque no hay ni juventud para cubrir nuestros puestos ni hay dinero para pagar nuestras pensiones”.

Además, Rosillo asegura que “hay muchísima discriminación por edad en los dos picos, tanto para los jóvenes como para los mayores. En España si tienes cuarenta y cinco años y no tienes trabajo es imposible conseguirlo. Tenemos poca juventud y hay un gran desempleo, más allá de que no hay trabajo para nadie en este momento. Porque los menores de 25 años están subempleados, en trabajos precarios”.

“En los almacenes hay muchísimos más productos anti age que antiacné. Hay cada vez más productos dirigidos a ese mercado. En España somos más del doble las personas de 60 años que las de 18, aunque más no sea por volumen las empresas están interesadas en nosotros como mercado, pero no para darnos trabajo”, grafica la profesional española.

 

Por otro lado, los madurescentes se encuentran en una “generación sándwich”. Esto se debe a que  muchas personas de esta franja etarea tienen padres, que superan los 80 años, por lo que debido a su edad, se vuelven dependientes e hijos que permanecen en su casa hasta una edad avanzada o que al perder el trabajo han regresado donde sus padres.

“O sea, tenemos que trabajar más allá de la edad de jubilación o directamente no tenemos trabajo y debemos cuidar a nuestra familia. Y la crisis de la madurescencia es para rematar. Encima a mucha gente el trabajo que tiene no le gusta”, dice Rosillo.

Sobre estas cuestiones, Beatriz coincide y complementa: “Ahora se tiene más cuidado en cuanto a la salud, se han extendido los años. Además, los hijos les exigen más a los padres, entonces la mujer también tiene que salir a trabajar porque tienen hijos en la universidad”.

Rosillo: “Tenemos que trabajar más allá de la edad de jubilación, no podemos conseguir trabajo o estamos en un empleo que no nos gusta”.

Mariposas y gusanos

Sin embargo, ¡a no desesperar, madurescentes! Porque si la juventud divino tesoro, “la experiencia es libertad”, expresa Rosillo, y lo completa con un “¡liberate!».

“Hemos asociado carrera a talento”, y Laura misma puede comprobarlo… “Yo soy licenciada en Filología -aunque hace tiempo que no me dedico a eso-, pero considero que soy buena conduciendo equipos. No es fácil, pero si te consigues liberar mínimamente vamos a descubrir que todos tenemos un talento”.

Ana María, en sus dichos, lo ratifica. “Me han dicho que no podía hacer tal o cual cosa porque era la contadora y tenía que comportarme de cierta manera. Pero yo trabajo de contadora, pero soy un ser humano ante todo”.

“Una mariposa no es más que un gusano con experiencia”, le gusta repetir a Rosillo. “Yo creo que la experiencia lo que te da es libertad. Sabes lo que sabes hacer. Conoces los atajos para llegar más rápido a una conclusión o una decisión. Pero todo esto en una sociedad que tiene una exaltación de la juventud absolutamente desorbitada”.

“Las ataduras que muchas veces tenemos, son falsas. Tienen que ver con la costumbre, con el hábito y con el miedo, cosas que nos impiden cambiar”, remata Rosillo.