Por Jennifer Hartkopf y Osvaldo La Spina

La localidad santafesina de Melincué hace años que viene siendo un pueblo pasado por agua. Las promesas de obras hídricas son diversas pero las soluciones siguen sin aparecer para los 2.500 habitantes del lugar.

En ese contexto, Conclusión visitó la localidad y luego de hacer una recorrida por las zonas más afectadas, habló con el jefe de cuerpo activo de Bomberos Voluntarios, Waldemar Marvi, quien con gran angustia expresó que «las inundaciones son cada vez peores» y «Melincué es una olla, el agua cae en la localidad y después no tiene por dónde salir».

«Las inundaciones son cada vez peores, la tierra y los árboles absorben cada vez menos agua y nosotros estamos en una olla, entonces toda el agua cae acá y no tiene por dónde salir», dijo Marvi y agregó: «Ahora tenemos esperanza de que lleguemos a una solución definitiva».

Luego admitió que «es una sensación rara porque la laguna tiene períodos y más o menos cada 10 años viene la inundación y pasa el tiempo y las obras definitivas no se hacen, entonces cuando la laguna baja uno piensa que no va a volver más pero después vemos que empieza a subir y a subir lentamente y las obras no llegan y el agua hace un estrago tremendo«.

Consultado sobre los trabajos que se están realizando para contener el agua explicó que «se está realizando un anillado sobre la ruta 90, que es una contención con bolsas y material especial para que no pase el agua y luego se sigue con el terraplén sobre el canal aductor que sería el que pasa por atrás del Casino».

Asimismo dijo que en este momento hay 19 bomberos trabajando, además de gente de Protección Civil y de la comuna de Melincué, pero aclaró que «cuando fue la subida pico vinieron más de 200 bomberos de nuestras regionales y regionales vecinas, y 20 personas del Ejército».

«Somos todos voluntarios y lo que muchos no saben es que cuando todos se fueron nosotros seguimos trabajando 24 horas, porque hay que controlar permanentemente los canales de contención, las bombas. De día recorremos y de noche hacemos guardias», apuntó el especialista.

Por último dijo que «con las bombas bajó el agua y las familias que habían sido afectadas volvieron a sus hogares, pero todavía están con la precaución de tener los muebles elevados por las dudas que venga el agua de nuevo».

Darío Morellio, otro de los bomberos voluntarios de Melincué, recordó las últimas inundaciones y se mostró muy apenado por la situación que enfrentan los vecinos: «Tuvimos un ciclo en enero, que no me gustó nada y está última es peor, hubo que sacar a la gente de adentro de sus casas y lo feo es ver cómo la gente llora al perder las cosas y uno estar ahí sin poder hacer nada, te da una tristeza terrible. Pero hay que seguir, no bajar los brazos y salir de esta situación«.

Por su parte, el subsecretario de Protección Civil, Antonio Moyano, brindó un análisis de la situación y manifestó que «cuando la semana pasada tuvimos lluvias de alrededor de 250 milímetros en la localidad y 150 milímetros promedio en la región, todo ese volumen de agua impactó de forma sustancial sobre el casco urbano y obviamente empeoró con los aportes a la laguna de Melincué».

«Como consecuencia, -siguió el funcionario- nos llevó a ponernos en una situación crítica, en jaque, porque las defensas debían estar consolidadas para poder sacar el agua y soportar la presión del agua desde la laguna y desde el canal secundario que circunda la localidad«.

«Hicimos un trabajo mancomunado, los gobiernos por un lado y la gente por otro, los bomberos de la región también colaboraron, el Ejército argentino también y eso nos permitió desde la secretaría de Acción Civil trazar un plan de acciones, constituir un centro de operaciones de emergencia de la localidad», amplió Moyano.

Posteriormente brindó detalles del sistema de bombeo que instalaron para ir sacando el agua.»Son nueve bombas, un poder de tiro de alrededor de 10 millones de litros hora, y con eso se logró sacar la poca agua que había dentro de la localidad y trabajar fundamentalmente con el refuerzo y alteo de las defensas que ya veníamos trabajando hace dos meses atrás. Eso permitió que pudieran soportar la altura y la presión y el pueblo no estuviera bajo agua».

A modo de reflexión indicó que «la laguna sigue alta, se está trabajando con máquinas sobre la ruta 90 y tenemos que bajar, al menos a 86.30, ahí estaríamos tranquilos».

«Lo que estamos haciendo es un trabajo que sirve para contener la situación de emergencia. Los bolsones se van a seguir ubicando hasta pasando la ruta 93 y pasando el camping. Estamos ahora protegiendo el primer anillo que cubre la localidad, luego se va a seguir extendiendo y a posteriori se va a consolidar con un proyecto de defensa definitiva», manifestó el sub secretario de Protección Civil.

Finalmente se mostró optimista y explicó que aunque «la laguna cuando sopla la Sudestada se levanta entre uno y dos metros, lo que estamos haciendo es una defensa más o menos compacta, con los vientos frecuentes que tiene la región, con eso estamos cubiertos, debería de estar controlado«.